martes, 14 de abril de 2020

Desasosiego/ 27. Tres certezas entre las dudas



Estremece pensar cómo ha cambiado nuestra vida en tan solo un mes. Treinta días que nos han volteado de una manera inimaginable. Llegados a este punto y con un horizonte lleno de incertidumbres, lógicas ante la excepcionalidad del momento, pensar en cómo serán los días venideros es un ejercicio de funambulismo con mucho de asomarse a una bola adivinatoria y poco de realismo, pero lo que creo que nadie duda es que a partir de este mes todo será diferente.
Escribo estas palabras tras salir a mi ventana a aplaudir, a agradecer de manera infinita el esfuerzo de tantos como se están jugando la vida en los centros de salud. Si alguna certeza está clara sobre este alambre de dudas es la importancia de la sanidad pública y lo necesario de su potenciación. Sabemos bien de lo que hablamos en Galicia, sometida a recortes durante estos últimos años en ese sector y que a partir de ahora se antoja como intocable para nuestros políticos. Los sucesos vividos en Verín hace solo unos meses se convierten en una piedrecita arrojada a este océano convertido en un espejo en el que la sociedad se ha asomado para concienciarse de que ciertas inversiones son irrenunciables. Una segunda certeza procede de la educación, y es que si algo estamos comprobando es la necesidad de tener la cabeza bien amueblada para sufrir situaciones extremas como las que estamos viviendo, y prepararnos así, sin traumas, para ese futuro que amenaza con aplastarnos como no lo descifremos a la mayor brevedad posible. Un sistema educativo adaptado a la persona, con estudios fortalecidos en humanidades que potencien el pensamiento de nuestros alumnos será una inversión impagable de cara a la convivencia con este tipo de situaciones tan desestabilizadoras para el ser humano, y que nadie nos puede asegurar que no se repitan cada cierto tiempo. Es cierto que durante estos días ha asomado la solidaridad y la bondad en infinidad de rincones de nuestra sociedad, pero también la maldad y el rencor. Políticos incapaces de honrar su misión de servidores públicos dedicándose a servir a sus siglas. Odiadores profesionales emponzoñando las redes sociales con su cicuta para provocar un destrozo mayor del que ya estamos viviendo. Si hay algo que yo por lo menos voy a sacar en claro de estos días de desasosiego (no sé los que vendrán a partir de hoy, pero con este mes ya me resulta más que suficiente) es la gente que quiero que me acompañe en el resto de la travesía. La que sé que me va a resultar provechosa para la vida, no solo en este país, sino en esta ciudad, incluso en mi propia calle. Gente beneficiosa, gente que suma y no gente que solo busca enfangar un suelo ya demasiado resbaladizo.
Sanidad, educación. La tercera certeza es la cultura. Llenamos nuestras horas en las casas refugiados en libros, cómics, músicas, series, películas... Pensemos cinco minutos, con uno llega, en uno de estos días sin alguno de estos asideros, sin esos compromisos diarios de los protagonistas de la cultura con nuestro ocio, y ¿todavía alguien duda en invertir en cultura? ¿en entenderla como parte de esa economía que es lo único que preocupa a tantos? ¿en defenderla como una tabla de salvación? Estas son mis tres certezas un mes después del sobresalto, y como en estos artículos diarios siempre les dejo una recomendación, ahí va la de hoy: Bach. Escuchen su música y piensen en sus certezas.



Publicado en Diario de Pontevedra 14/04/2020

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