martes, 28 de abril de 2020

Desasosiego/ 41. Preferiría no hacerlo



TIRO del hilo que nos dejó el pasado sábado mi compañera de opiniones en este medio, nuestra enormísima cronopia, Mercedes Corbillón, al hacer mención en su artículo al relato de Herman Melville, ‘Bartleby, el escribiente’. Si quieren que les sea sincero, no sé si prefiero hablarles del libro de Melville o de los artículos que Mercedes Corbillón nos está ofreciendo (regalando), en unas páginas que la llevaban aguardando demasiado tiempo, como se espera todo lo que merece la pena. Pero bueno, tiempo habrá para las alabanzas a la librera y toca seguir ese hilo para proponerles, en estos días del desasosiego, un texto de sesenta páginas en mi edición de bolsillo de Austral, que abulta muy poquito en mi montañita de recomendaciones para estos días y que Mercedes Corbillón ha agitado como un avispero reclamando su protagonismo.
No les llevará mucho tiempo su lectura, pero si nunca lo han leído se quedarán ya para siempre aferrados a este relato que nos proporciona una inquietud similar a la que estamos viviendo durante estas semanas distópicas. La historia es la del empleado en un bufete que ante las sucesivas órdenes de su jefe no deja de contestar una y otra vez: ‘preferiría no hacerlo’, que va, de manera progresiva, consiguiendo aumentar la perplejidad inicial hasta conducirnos a una situación kafkiana que, pese a su extrañeza e incomprensión, hace que no puedas salir de esa convulsa espiral. Pero el libro también ofrece otro vínculo con nuestra situación actual, al convertir la soledad en uno de los elementos fundamentales de este relato que, paradójicamente, se ubica en una metrópolis como Nueva York y la inmensidad de un mundo moderno en el cual comienzan a intuirse ciertas perversiones capaces de provocar extrañas reacciones en el ser humano.
Lo cierto es que uno no se cansa de leer esta narración, ya que siempre ofrece nuevas aristas. Y todo esto es gracias a la capacidad literaria de su autor, Herman Melville, sí, el creador de esa obra mayúscula («la novela infinita» que llamara Borges) de la historia de la literatura que es ‘Moby Dick’, con lo que todavía sorprende más asomarse a estas pocas páginas, capaces de contener tantos ricos matices, frente al océano literario que supone la búsqueda de la ballena blanca y sus maravillosos cientos de páginas.
El triste destino de Bartleby deja un largo rastro literario hasta nuestros días. El de la observación del ser humano dentro de la sociedad y cómo este ámbito colectivo se acaba imponiendo al ser individual hasta límites insospechados. ‘Preferiría no hacerlo’, se ha convertido en uno de los grandes adagios literarios y uno de esos gritos sordos que el hombre puede llegar a pronunciar en situaciones críticas. Lean a Melville y, como no, a Mercedes Corbillón. ¡Ay, Bartleby!, ¡Ay, humanidad!



Publicado en Diario de Pontevedra 28/04/2020


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