xoves, 28 de abril de 2011

Pep & Mou



Y lo que tenía que pasar pasó. Mourinho se sorprendió porque Guardiola arremetiese contra él, contra don José, ‘el puto amo’, el rey del mundo, ante una mesnada de micrófonos y periodistas de la ‘central lechera’, cual Leonardo diCaprio en la proa del Titanic. Así es el universo merengue y sus corífeos mediáticos, pétalos sobre el suelo para el paso del Florentinismo y caudillaje ante las glorias culés. Si el campo no se puede poner cuesta arriba, pues tiramos del manual de cualquier guerra, ¿cómo lograr resistir ante un ejército superior?, pues a las trincheras, pequeñas escaramuzas que van enfangando el territorio: desigualdades arbitrales, una libreta con los errores de un colegiado exhibida ante la prensa, miserias en torno al dopaje, gladiadores sobre el campo que convierten el balón en una anécdota, compañeros de selección levantando por el cuello a un amigo y aún en la victoria, más leña al mono que es de goma y seguimos atizando desde los micrófonos. Y el guiñol de la cachiporra, feliz, ganador de su Champions mediática, la que mejor maneja, la que le permiten construir desde las altas instancias blancas agobiadas por la necesidad de tocar metal aunque luego lo arrojen bajo las ruedas de un autobús junto a décadas de señorío y compromiso, mientras, en el maletero, cual  Asuranceturix el bardo, escondido y bien atado, el rapsoda Valdano, único esteta asociado con el fútbol y ahora condenado al destierro psicológico, pena su enfrentamiento con el ‘puto amo’. Rey de reyes, intocable por el propio cuerpo de entrenadores, sólo un héroe astur osó plantar cara, como Don Pelayo, al bravucón luso, el resto, calla, y observa como los desprecios se van convirtiendo en muescas en las cachas de un revólver al que el Real Madrid ha vendido su alma. Ganará, sí, o a lo mejor no, ¿pero merecerá la pena pagar ese precio?
Surgen estas líneas cuando faltan un par de horas para que los focos de medio mundo, perdón, del mundo entero, busquen el encuentro sobre el campo de Pep & Mou, una marca que se convertirá en parte del clásico. Hace 24 horas Guardiola se aflojó el nudo de la corbata y regurgitó lo que le pedía el barcelonismo y sobre todo sus jugadores, único compromiso del entrenador culé, cogiendo la cachiporra del guiñol y provocando un chichón en la frente del que fuera su compañero en los tiempos catalanes del traductor (cántico que coreará todo el Camp Nou en el partido de vuelta, encendido desde la tarde de ayer). Pep mintió, y mintió al decir que buscaba aprender dentro del terreno de juego cuando se medía a Mourinho, éste pasará a la historia por ganar títulos, por sus broncas, sus erupciones prepartido, pero por aportar algo a la historia del fútbol creo que no. ¿Qué diferencia a Mourinho de Javier Clemente a nivel futbolístico? Simplemente tener miles de millones para construir una plantilla de escándalo como todas las que se ha ido encontrando por esos países en los que no ha hecho más que ganar, una herencia de latón pero de escaso corazón, y más pobre aún será su influencia en el imaginario de la historia del fútbol. Lo que sí es cierto, y plausible además, es su capacidad para motivar a todo aquel que pase a su lado, incluso conseguir lo que parecía imposible, motivar a Pep Guardiola, para que bajase al fango, a esa trinchera que se olvida del fútbol para coger la cachiporra, y ya que se divierte uno, por lo menos que nos divirtamos todos, porque esto, al fin y al cabo, no deja de ser un juego.


Publicado en Diario de Pontevedra 28/04/2011

mércores, 27 de abril de 2011

Barros Malvar, medicina de seducción

Un buen amigo suele repetirme que el papel de prensa aguanta muy mal la escritura en primera persona. No lo negaré, pero en ocasiones, y debido al contacto humano, a ese pellizco que ciertas personas consiguen darte en la vida, se hace necesario recurrir a esa primera persona para intentar trasladar lo que significa esa gente inolvidable. Y olvido es precisamente lo que esta ciudad parece empezar a acuñar en torno al que fue uno de sus mejores embajadores del siglo pasado en una España cavernaria y cuyo único brillo procedía de personajes como él.

  
Lo conocí aproximadamente durante un año, el que sería el último de su vida y que dedicó en cuerpo y alma a difundir en Pontevedra, su ciudad, la figura de su gran amigo, Luis Buñuel. Pocas veces en tan poco tiempo una persona dejó en mí una huella tan profunda. Desde mi ignorancia, aquel señor enjuto, con porte de elegante caballero, significó abrirme las puertas a un sinfín de cuestiones esenciales en nuestras vidas: el amor y respeto que se debe tener a la ciudad de origen, la devoción absoluta por el sentido de la amistad y el deseo de encuentro con la cultura como elemento regenerador de una sociedad y quizás el único puente de comunión entre diferentes idearios.
Durante meses de frenética actividad José Luis Barros Malvar (Pontevedra, 1923-Madrid 2001) cada dos o tres días se ponía en contacto conmigo para conocer cómo iban fructificando las diferentes gestiones para organizar en nuestra ciudad un congreso que sirviese de homenaje al director Luis Buñuel, en el año del centenario de su nacimiento, bajo el amparo del Ateneo de Pontevedra. Con escasos medios y una absoluta falta de experiencia en este tipo de organizaciones, su mente dirigía todos mis actos, y lo hacía desde la ilusión de un adolescente por honrar al amigo y porque Pontevedra no se quedase fuera del carrusel de actividades que en diferentes ciudades de España estaban teniendo lugar en recuerdo del cineasta. “En muchas de esas otras ciudades ni siquiera puso un pie, en cambio a Pontevedra venía de vez en cuando conmigo, paseábamos por A Ferrería, recorríamos la ría, charlábamos en mi casa, y algo que le apasionaba, como era ir a filmar a la lonja en Estribela la frenética actividad nocturna de las gentes del mar. Pontevedra tiene que tener un recuerdo con Luis”, comentaba emocionado el doctor Barros Malvar. Y así fue como finalmente en el mes de octubre de aquel año 2000, durante cinco días, proyecciones de varias de sus películas, una exposición sobre las ‘obsesiones’ que se multiplicaban en sus películas y un debate en torno a su figura, sirvió de más que digno recuerdo al director.
Fueron meses apasionantes en los que de vez en cuando José Luis Barros se dejaba caer por la ciudad, encontrándonos en el Carabela, marco en el cual encajaba perfectamente su imponente figura, ajada por los años, pero que mantenía una enorme gallardía de la que todavía parecía sentirse acreedor, sorprendiéndome siempre con algún comentario sobre la cercana presencia de alguna mujer atractiva, para, sin soltar el hilo retomar el trabajo: “Tienes que llamar a Paco y a Ángela”. Qué Paco le decía yo. “A Paco Rabal y a Ángela Molina. Yo ya hablé con Juan Luis Buñuel-hijo del director- y con Jean Claude Carriere-el guionista de muchas de sus películas-y van a venir, Ramón, van a venir”, decía el médico sin haber perdido de vista a aquella mujer. Todavía me parece notar abierta  mi boca de par en par asombrado porque aquel hombre hablase con tanta naturalidad de gente que despertaba en mí una profunda admiración, desde la distancia de este rincón peninsular. “Esto tiene que salir. Esto tiene que salir”, apuntaba cada cierto tiempo.


‘Hice lo que pude’ | Entre gestión y gestión, me contaba sus recuerdos de la ciudad, que había nacido en la calle Oliva siendo vecino de Castelao, que jugaba al waterpolo en el río Lérez… recuerdos que trufaba de manera deliciosa con la organización del homenaje. Poco a poco aquel hombre me fue ganando con sus recuerdos de los rodajes de Buñuel, anécdotas mexicanas, requiebros al franquismo, encuentros con sus amigos. Esto dicho así puede pasar desapercibido, pero sus amigos no son unos amigos cualquiera: Rafael Alberti, José Manuel Caballero Bonald, José Bergamín, Antonio Gala, Antonio Gades, Rafael de Paula, Adolfo Marsillach… y así un listado interminable que forman parte del deslumbrante ‘Libro de los amigos de José Luis Barros’ publicado en 1990 por Edicións do Castro. Pero sus amigos, también estaban aquí, entre estas piedras varadas al fondo de una ría de Pontevedra por la que se desvivía por volver y, sobre todo, acercarla a todas esas personalidades para enorgullecerse de su ciudad de nacimiento y todo su idílico entorno. Junto a esos amigos se reunía en tascas y bares, en el Liceo Casino, en multitudinarios encuentros, o en reuniones por él organizadas en su refugio de Cabo Udra en Bueu. Y como excusa, siempre Pontevedra, de la cual se honraba y cuyos vecinos eran acogidos en Madrid como príncipes por este médico cirujano que fue uno de los más importantes de España, siendo requeridas en numerosas ocasiones a lo largo de su vida sus conferencias para ilustrar a colegas de otros países sobre su avanzada cirugía. Esos pontevedreses, muchos de ellos sin recursos económicos, poseían un cheque en blanco con su carnet de identidad.
El carácter de pontevedrés era aval suficiente para que, sin fijarse en su condición social o en su economía, gozar de las posibilidades de una sanidad que no siempre estaba al alcance de todos. De entre los numerosos reconocimientos recibidos en todo el mundo, como la Medalla de Oro de la Comunidad de Madrid, los procedentes de su ciudad fueron los que mayor ilusión le reportaban, desde el entrañable ‘Amigos de Pontevedra’ hasta el máximo reconocimiento del Concello que en 1993 le entregó el Premio Ciudad de Pontevedra, que recogió su hijo, el guionista de cine, Miguel Barros. Habiendo sido también pregonero de las Fiestas de la Peregrina en 1989 con un pregón que se sirve de los nombres de muchos pontevedreses como hilo conductor de su propia memoria, salpicada por esos visitantes que solía acercar hasta la ciudad para que paseasen por nuestro casco histórico o navegasen por la ría, siendo esta una misión a la que se entregó en cuerpo y alma, “Hice lo que pude”, sentenció el doctor Barros en el transcurso de aquel pregón.

Recuerdo | Aquel año 2000 finalizó estando orgullosos de lo que habíamos conseguido para recordar a uno de los mejores directores de cine de la historia, pero sobre todo para recordar a un amigo. Pasó el invierno y cuando claudicaban las últimas camelias de 2001 llegó la cruel noticia. La radio escupía el fallecimiento del conocido doctor José Luis Barros Malvar cuando el mes de abril tocaba a su fin. Un puño me golpeó el estómago y unas cuantas lágrimas, con las que nunca conté, brotaron de mis ojos. Recordé de manera fugaz aquellos meses en los que aprendí que la pasión no tiene edad y que esta puede sobreponerse a cualquier enfermedad. Pasión que movió su vida e hizo que la disfrutase como pocas personas han hecho.
Ahora, cuando el 27 de abril se cumplirán diez años de su fallecimiento, su ciudad podría restañar en parte la deuda que tiene con uno de sus hijos más ilustres, y del que muchos desconocen su figura, actos y virtudes. Otros, los que vivieron su tiempo, nunca le han olvidado y habrán brindado en muchas ocasiones en honor a su recuerdo, pero son otros muchos los que no saben ni sabrán su papel dentro de la cultura española, uno de esos personajes que servían de engrase entre diferentes disciplinas sociales y sobre todo culturales, de su mano muchos de sus protagonistas conocieron este rincón, estas piedras teñidas de salitre de las que José Luis Barros Malvar se convirtió en su mejor embajador. Acercar esa memoria y la personalidad de este hombre a la sociedad debería ser obligación de nuestros dirigentes, su recuerdo debería ser permanente en algún tipo de calle o plaza, porque sin él el nombre de Pontevedra no sería el mismo fuera de nuestras fronteras y numerosos pontevedreses le deben mucho más que una simple visita médica, a no pocos salvó la vida. Él siempre estará con nosotros, su perfil aristado con largo gabán parece adivinarse aún tras los cristales del Carabela, allí donde lo conocí, allí donde jamás lo olvidaré.



Publicado en Diario de Pontevedra 25/04/2011
Imágenes Archivo Diario de Pontevedra
José Luis Barros Malvar en A Toxa en 1982
José Luis Barros Malvar acompaña a Rafael Alberti a una visita a la Plaza de Toros de Pontevedra en 1993, recordando el paseíllo que hizo el poeta en el año 1927
José Luis Barros Malvar entre Jean-Claude Carriere y Juan Luis Buñuel en la presentación del Congreso sobre Luis Buñuel celebrado en Pontevedra en octubre de 2000

martes, 19 de abril de 2011

Briallos esvaece en París

As paisaxes de Celso Varela protagonizan dende hoxe unha exposición en París. A ‘Galerie Leonardo’ acolle as miradas deste home centradas, en gran parte, no seu Briallos natal, o berce da súa pintura.




Facer da paisaxe patria, da terra motivo, do latexar da pintura vida, así é como se presenta Celso Varela (Briallos, 1952) en París. Parnaso de calquer pintor, esa Itaca á que todo artista quere voltar para amosar o seu papel no mundo da arte e do que pode ser capaz.
O ano pasado Celso Varela bautizouse ós pés da Torre Eiffel, a carón daquel Montparnasse xa mitificado na memoria da arte, agora, pouco máis dun ano despois, a experiencia repítese, resultante empírica de que aquelo foi máis cun bautismo, foi a aceptación dun pintor e do seu traballo que se verá confirmado durante ó proximo mes en que volverá a amosar a súa obra máis recente. Esa na que se volca sen medias tintas este pintor que exerce de tal ante o cabalete, ante ese potro de tortura en que moitas veces se converte o seu traballo. O disfrute ven despois coa obra feita, o proceso, o desgaste mental non entende de praceres como adoitan dicir outros artistas que falan do que gozan co seu traballo.
Dripping sentimental. Celso Varela afúndese de xeito radical na súa obra e así ésta amósase como unha expiación íntima do eu máis profundo, e que ten a obriga de enraizarse no principio, na aldea, nesa cosmogonía que moitos artistas elixen como reflexo de si mesmos. O que os diferencia a uns dos outros é o cómo, cómo se fai a pintura e cómo esta se traslada ó espectador, e o noso protagonista co seu traballo amosa esa implicación dende a pincelada, a abrumadora pincelada poderíamos dicir neste caso, esa mesma que estoupa ó querer trasladar esas paisaxes de Briallos á bidimensionalidade. Un ‘dripping’ sentimental que escorrexa polo lenzo, que converte esa superficie nunha rede, nunha tea de araña da que é imposible fuxir. Polos ocos da súa pintura adiviñamos os elementos que conforman a nosa paisaxe, casas, árbores, viñas, leiras, camiños... un universo que irá esvaecendo a través da mirada do artista, normalmente repetida ata a extenuación dende un mesmo punto de vista, ese observatorio no cal se asenta o creador para capturar a paisaxe. Unha orxiástica recreación do motivo que se abre tras unha ventá, tránsito do mundo real ó mundo das ideas, umbral do imaxinado máis que do percibido. Dende esa cadeira, como un aguia pousada ante un val na procura dunha víctima, Celso Varela espera tamén que chegue a súa presa, que se converta en alimento para a súa obra, e así acontece. Deste xeito é como nos chega esta representación da nosa paisaxe, dun Briallos que o empeza a ser ó principio do cadro e logo desaparece para ser calquera outra, converténdose nunha mirada  global nese universo que cada un fai seu como plasmación da súa paisaxe favorita.
Se nalgún lugar saben de paisaxes ese é París, nas súas rúas reiventouse a paisaxe a través da individualidade do artista, da modificación dunha visión decimonónica que se achegou á percepción que dela tiñan cada un dos artistas que entre os séculos XIX e XX puxeron patas arriba a arte coñecida naquel momento. Agora, alí, nese mesmo altar da creación Celso Varela nos amosa as súas paisaxes. Paisaxes da alma, paisaxes de Briallos.


Publicado en Diario de Pontevedra 19/04/2011

luns, 18 de abril de 2011

S/T (O futuro non era así)

Ata o 6 de maio a Sala Alterarte do Campus Universitario de Ourense acolle o recente traballo de Vanesa Díaz e Juan Adrio, ambos saídos da Facultade de Belas Artes de Pontevedra, pero cunha traxectoria complementaria no eido da ensinanza e a exploración de diversos territorios artísticos. Nesta ocasión esa exploración baséase no propio artista, na súa capacidade para facer obra do seu pensamento, para transmitir ó espectador aquelo que pode chegar a doer ó creador, pero do que é capaz de extraer o alimento para a súa obra e a nosa contemplación.



O artista. O berce da creación, aquel que fai da reflexión é á análise, momento previo do feito artístico, daquelo que logo chega a nós materializado nunha obra de arte. Vanesa Díaz e Juan Adrio indagan nesa reflexión, nesa loita contra si mesmos e contra a capacidade de fabulación dunha idea. É o proceso da construción dunha obra o que preocupa nesta ocasión a ambos artistas, e ese punto de ignición é o que buscan reflectir co seu traballo. Para o que pode servir tanto unha instalación, como a fotografía, unha vídeo-proxección ou a escultura. Técnicas das que se serven para artellar un discurso que como eles mesmos definen, se amosan como “ensaios sobre a imposibilidade. A espera. A condición humana, é dicir, vivir a vida mentres dura coas características que lle son propias, o que Remo Bodei falando das paixóns, chama ‘un mapa de las cicatrices conceptuales”. É sobre ese mapa sobre o que traballan Vanesa Díaz e Juan Adrio, dominadores de diferentes soportes, algo inherente a arte actual, a multiplicidade de linguaxes e de compoñentes que finalmente, se enguedellan entre si nunha mesma dirección.

Cicatrices |E precisamente cicatrices son as que xorden en moitas das pezas propostas, suturas dunha ferida, lenzos que recuperan a perda, o laio que pecha o baleiro mediante a súa sutura. Pero ese baleiro tamén se transmite noutras pezas, fotografías onde ese baleiro se converte en memoria. Tempo dun mundo que foi feliz e que quen sabe que foi xa del. Tempo que parece esvaecer por un burato que a propia natureza, co seu azaroso devir, é quen tamén de xerar cos seus obreiros como pode ser unha araña. Tempo suspendido como o desa lúa mecida pola noite. Silencios que se engaden a un conxunto onde se van fundindo as diferentes propostas para o control dese baleiro. Dicía Lacan aquelo de que: “Todo arte se caracteriza por cierto modo de organización alrededor de ese vacío”, e nesa fenda, na que xorde o feito creador, é onde repousa o traballo dos nosos protagonistas. Unha aposta complexa por tratar de definir ese punto de non retorno no que tantas veces se posiciona o artista, traumático en ocasións, pero noutras, as máis das veces, cheo de felices consecuencias.

Ignición | E todo eso é o que bule arredor desta mostra feita a propósito para esta sala dentro da programación ‘Estado crítico. Dez comisarios, dez artistas’ na cal os artistas se amosan espidos ante nós dende a súa plasmación en diferentes obras de arte. Distintas pezas que chocan entre si para, a pouco de estar fronte a elas, amosar todo o seu sentido. Vanesa Díaz e Juan Adrio crean un percorrido polo seu interior, pola súa forma de entender o mundo é ese punto de ignición onde xorde a creación, onde bule ese magma creativo que está sempre a piques de estoupar pero que nunca se sabe a que graos ten que chegar para que nos salpique a todos nós. Ver esa lúa atravesar a escuridade, ou ese parruliño a piques de lanzarse á auga é a parálise dun intre, a conxelación dun instante clave no devir da obra e do artista, temperatura que vai medrando coa participación da memoria, o rastro do vivido, a experiencia ó servizo da arte. Vivencias que nos fan homes e mulleres, pero tamén seres con cousas que contar, e o como se conta será o que nos distinga uns dos outros. Aquí cóntanse moitas cousas e cóntanse de maneiras tan diferentes como suxerentes.


Publicado en Diario de Pontevedra 17/04/2011
Fotografía da exposición de Juan Adrio

domingo, 17 de abril de 2011

Veinte euros



Cuando los rayos de sol se proponen acabar con el invierno, Luis García Montero prolonga la sensación incómoda que provoca dicha estación con ‘Un invierno propio’. Poemario que acaba de situarse en la lista de los libros de poesía más vendidos, y si ya de por sí es noticia que la poesía venda, más lo es que lo sea un libro comprometido, una lectura exigente con nosotros mismos y que nos coloca ante lo que somos, o mejor dicho ante lo que sólo podemos ser. Seres cada vez más deshumanizados, cada vez más codificados por una sociedad que tiende a desembarazarse de todo componente humano. El propio autor habla de individualismo y desamparo, lastres que cada vez más nos momifican, coartando libertades, provocando nuestro ahogo en este océano de fondos de inversión y vacíos ideológicos. Adentrarse en sus poemas supone una necesaria terapia interior, un instante para pensar, precisamente eso que no nos permite nuestra vida. Antes de las rimas cada uno de los títulos se constituye como una obra en sí misma, un aforismo con existencia propia. Al final nos quedan los bares y la familia, pero sobre todo nos queda la poesía, ese ‘ajuste de cuentas con la realidad’, como suele decir el poeta, que nos ofrece un recetario convertido en imprescindible. Muchos hoy buscan solucionar sus angustias en consultas y farmacias, a lo mejor, veinte euros de poesía son parte de la solución.

xoves, 14 de abril de 2011

Pecado




Se hai algo no que aínda as nosas exposicións deben mellorar moito é na súa visualización ante o público, moitas veces descoñecedor do traballo que se fai en sitios que están ben cerquiña. Dende o 6 de abril o Auditorio de Galicia en Compostela amosa a exposición ‘Casus belli’, a priori, moi interesante, ao establecer a súa articulación na resposta que o público fai de diferentes obras de artistas galegos prolongando o valor da peza á postura que amosa o espectador fronte a elas. Estamos a día14 e ata onte, non tiñamos constancia desa mostra nesta Pontevedra que está a pouco máis de media hora en coche. É posible que co paso do tempo alguén comentase o bo traballo feito polos comisarios Alberto González-Alegre e Ángel Cerviño e decidísemos ir a vela, ao mellor xa con poucas xornadas para facer os nosos plans. Co que non contabamos era coa publicidade que grazas ás argumentacións contra dúas das pezas alí expostas chegounos onte a noticia desa mostra. O candidato á Alcaldía de Compostela polo Partido Popular, Gerardo Conde Roa, e o concelleiro do mesmo partido, Ángel Currás, fixeron a mellor propaganda e difusión que dela se pode facer, eso sí, a costa da súa propia intelixencia e de amosarse coma uns políticos completamente alleos ao mundo da arte, e o que aínda é peor, alleos á realidade. Censurar o extraordinario ‘Cristo das Rías Baixas’ de Manuel Moldes supón voltar a aquel ano 1985 cando dito cadro foi tamén axusticiado tras un telón por consideralo ofensivo na Bienal de Pontevedra, e que un candidato á Alcaldía, dunha cidade chea de cultura, aínda permaneza anclado nos anos oitenta non fala moi ben das súas posibilidades de cara ao éxito electoral, algo que pola súa reincidencia no intento tampouco o vai coller de sorpresa.
Facer política coa arte é tan perigoso como que a propia arte caia enriba dun. Os políticos pasarán, pero ese cadro de Manuel Moldes permanecerá para sempre no imaxinario artístico galego como unha feliz interpretación humanista dunha relixión contra a que en ningún aspecto atenta o artista, todo o contrario, amosar un Cristo espido e boca abaixo supón dotar de humanidade a ese home que sufriu na cruz. Se a eso o rodeamos coa integración no ambiente pontevedrés temos un dos mellores cadros dun pintor imprescindible na nosa historia artística e que por suposto está por riba de liortas políticas.
Medo me dá que esa ansia represora se extenda ao xubileo do Pórtico da Gloria e a Conde Roa e aos seus correlixionarios se lles ocurra, por exemplo, intentar ocultar a luxuriosa sonrisa de Daniel ante a voluptuosidade de Esther. Falamos de oitocentos anos de pecado, case nada.


Publicado en Diario de Pontevedra 14/04/2011
'Cristo das Rías Baixas' (1985). Manolo Moldes

martes, 12 de abril de 2011

Escultura




Hoxe inaugúrase en Yorkshire (Inglaterra) unha mostra de corenta pezas do escultor Jaume Plensa. Páxinas en xornais de todo o mundo reflexan este feito, revistas e publicacións faranse eco desta aposta pola escultura pública que permitirá situar a este rincón no mapa da arte mundial. Un poderoso reclamo para que os visitantes se acheguen ata alí e para que os veciños se gaben do que se fixo no seu pobo. É o valor da cultura, o poder que ten, neste caso a escultura, de convocar a xentes de todo o mundo arredor da obra dun home. Esta mesma semana unha expedición de belgas que participan na Feira ‘Espacio Atlántico’ achegáronse ata a nosa Illa das Esculturas para admirar o traballo de doce homes que souberon integrar a súa arte na natureza, e o fixeron entre camións e grúas que andan a remozar ese espazo na procura dunha mellora do contorno que ogallá valore as pezas como o que son, un patrimonio que aínda non soubemos vender e nin tan sequera coidar. Jaume Plensa fala da importancia da escultura no espazo público e de que esas pezas non teñen por que ser un elemento decorativo, aquí sabemos moito deso, as nosas rúas están ateigadas de figuras que só enchen carretes de fotos pero que pouco aportan no eido da escultura, mentres, ese ‘Museo’ a carón do Lérez non deixa de aparecer en revistas ou libros.


Publicado en Diario de Pontevedra 9/04/2011

venres, 8 de abril de 2011

PRESENTACIÓN DO CATÁLOGO DE MANUEL TORRES



Hoxe o Concello de Marín vai a presentar un catálogo no que estiven a traballar nos últimos tempos sobre a obra de Manuel Torres no Museo que leva o seu nome ás 20,00 horas. Estades todos invitados así como as charlas que ó longo da semana terán lugar para analizar a súa obra (se pinchades na imaxe teredes o programa). O tempo non foi moi agarimoso con este extraordinario pintor, ogallá estes actos servan para a súa reivindicación e a visualización dunha obra que fixo de Marín o seu refuxio e motivo e coma ningún outro deixou inmortalizada cara o futuro para que estea permanentemen exposta no Museo que leva o seu nome e que se pode chegar a convertir nun recurso cultural, turístico e económico de Marín.

martes, 5 de abril de 2011

Tapas



É un dos nosos grandes inventos. O complemento perfecto ante unha bebida compartida cun bo grupo de amigos. Nestes días Pontevedra convértese na capital das tapas da man dunha iniciativa que vai a favorecer, e moito, a imaxe da nosa hostalería, ó amosar unha faciana máis dinámica e novedosa acorde ós novos tempos. Lonxe debe quedar xa o hostaleiro cos brazos cruzados tras a barra esperando a chegada de clientes, nesta sociedade necesítase unha maior implicación e conexión coa futura clientela: publicidade, arriscar con novos retos, ofertar diferentes productos, deixarse levar polas novas tecnoloxías... elementos que van ir sempre en favor dos negocios, e á vista dos resultados desta proposta, que ampara a concellería de Turismo baixo o nome de ‘Pontevedra Tapas’, as expectativas son moi favorables. O percorrido establecido polos locais participantes preséntase como un desafío ós nosos sentidos, e o descobremento, máis que da nosa gastronomía, da nosa hostalería e as súas posibilidades. Bares, cafeterías ou restaurantes son boa parte do noso tecido económico, na aposta por eles apóstase pola nosa cidade e a súa economía, grazas á implicación con veciños e visitantes. Facer de Pontevedra unha cidade de tapas é unha boa idea que abofé irá medrando ó longo das sucesivas edicións, xa que lecer e cidade son os mellores ingredientes para unha boa receita.

Publicado en Diario de Pontevedra 2/04/2011
Fotografía de Javier Cervera-Mercadillo

luns, 4 de abril de 2011

Prisas

Con la fecha de caducidad impresa sobre sus cejas, José Luis Rodríguez Zapatero tiene todavía mucha faena que hacer hasta las próximas elecciones generales. Que a nadie se le olvide que su caducidad, como lo fue la de Aznar, viene dada por el final de la legislatura, por compleja y dura que esta sea. La normalidad democrática, que a muchos parece molestar, significa precisamente eso: sucesiones, unos que entran, otros que se van, dentro de un sistema responsable que tenga al país como fin último. Las prisas parecen angustiar al Partido Popular y a su corte mediática, queriendo abocar al país a un proceso electoral, ignorando así la realidad y con la única pretensión de alcanzar el poder. Sin la cara de Zapatero en la diana, los populares tendrán que buscar otro chivo expiatorio, más que para fustigar al Gobierno, para ocultar su total ausencia de compromiso con la situación actual.


Publicado en Diario de Pontevedra 04/04/2011

domingo, 3 de abril de 2011

Aquellos años 80

La Fundación RAC de Pontevedra, en la calle Sarmiento, despliega ante nosotros una cuidada selección de sus  maravillosos fondos. En esta ocasión centrada en los años ochenta, cuando el arte en España se sacudía los traumas provocados por la Dictadura y se encontraba de frente con una realidad que, fuera de nuestras fronteras, mostraba un arte intenso y lleno de audaces pretensiones. Se sepultaban así años siniestros, en los que solo unos pocos supieron moverse con la necesaria libertad que demanda y exige la pintura. La verdadera pintura.



Los felices años ochenta, años en los que todo era ilusión y esperanza. Vitalidad y alegría. España vivió en estos años un terremoto social que movilizó numerosos estamentos de este país. El mundo del arte, con más energía si cabe, fue una de las locomotoras de todo ese proceso revificador de las estructuras mentales del país, y así la pintura conoció durante esta década uno de sus momentos más importantes, quizás el más destacado desde los años de las vanguardias. El compromiso con la pintura que mantuvieron durante los oscuros años del franquismo nombres como los de Saura, Tapies, Millares o Canogar sirvieron de soporte para, que con la transición política a punto de finalizarse, numerosos pintores hiciesen de su pintura un grito de libertad, una eufórica representación de la individualidad del artista, sin sometimientos a dictados, ni a imposiciones del tipo que estas fueren. El artista hizo de su obra su bandera, su forma de expresión y así es como durante esta década la pintura mostrará esa nueva condición. En Galicia tuvo su punto culminante con el conocido como grupo de ‘Atlántica’ el cual supo integrar esa renovación plástica en el discurso interno de la realidad gallega.
‘El sueño de una década’ es el título que la Fundación Rosón Arte Contemporáneo (RAC) ha querido darle a esta selección de piezas de sus propios fondos pertenecientes a varios de los más importantes artistas de este momento: Miguel Ángel Campano, Juan Manuel Broto, Julio Muñoz, Pello Irazu, Pepe Espaliú, Navarro Baldeweg, Miquel Navarro, José María Sicilia o Susana Solano. Todos ellos son más que suficientes para que, a través de sus obras, comprendamos esa nueva sensibilidad del artista y el hombre del momento. Las espectaculares composiciones pictóricas que aquí nos citan nos conmueven por su vigorosidad, por el manejo del espacio y el color, en la búsqueda de esa ansiada libertad. El deseo matérico de un artista que intentaba comprenderse a si mismo desde una libertad formal y expresiva.
La pintura trasciende de su soporte y nos muestra todas sus posibilidades de expresión. Sin necesidad de figuración, solo en algunos casos, elementos geométricos o aislados iconos parecen sugerirnos algún anclaje con la tradición. Pero ésta, ya subvertida desde los propios planteamientos de esta pintura, se agotará rápidamente entre quienes reconocen la modernidad en los ismos iniciáticos del siglo XX. Un eclecticismo que solo nos conduce a la exaltación del hecho pictórico, único refugio del artista, sin necesidad de más significados. Una pintura para sentir y sentirse afectados, una pintura entendida como artificio de nuestra vida, planteamiento de aquello que el arte sí puede alcanzar muchas veces antes que nosotros mismos. Frente a todas estas obras entendemos mucho mejor aquel tiempo, aquellas vivencias de la sociedad a las que el arte nunca dio la espalda y de las que respiramos ese ilusionante aire fresco de lo nuevo, lo arriesgado, lo valiente.


Publicado en Diario de Pontevedra3/04/2011
Fotografía Belén Rodríguez