martes, 31 de marzo de 2020

Desasosiego/ 14. La vida en fuera de juego



AUNQUE LO pueda parecer ante la ingente cantidad de títulos publicados dirigidos al público infantil y juvenil no siempre es fácil encontrar un libro que se mueva en unas coordenadas que sean interesantes para este tipo de lectores. En demasiadas ocasiones muchos de estos libros pecan de una inocencia que enseguida aburre a quien lo toma entre sus manos, poseedores de unos argumentos bastantes alejados de lo que puede ser la cotidianeidad en las vidas e intereses de ese lector más joven, pero que ya comienza a demandar que sus lecturas se adapten a un universo más real que el siempre resultón de espacios mágicos y ámbitos irreales.
Niños y niñas como los de hoy en día, que unen a su universo escolar la práctica de diferentes deportes y la estrecha vinculación a las redes sociales como manera de engrasar amistades más allá del contacto físico. ‘La vida en fuera de juego’, publicado por Ediciones SM, es un magnífico ejemplo de un libro que asienta en sus páginas muchos de esos ingredientes reales con los que el lector o lectora asume a las pocas páginas su identificación con la historia que se cuenta, y no lo digo porque lo haya leído yo (más allá de un par de capítulos) sino por la lectura realizada por mi hija de trece años a la que el libro le ha gustado mucho. Y eso siempre es de agradecer, en este caso a su autor, el bilbaíno Galder Reguera, al que estos días veía ser felicitado desde las redes sociales por personas a las que tengo en consideración por su nueva novela, ‘Libro de familia’, editado por Seix Barral, y que ya estoy deseando echarme a los ojos.
Lo cierto es que el nombre me sonaba cada vez que veía uno esos aplausos, pero era incapaz de relacionarlo con ese libro que le había regalado a mi hija hace unos meses tras una bendita recomendación literaria en el siempre necesario programa ‘Página Dos’ que presenta Óscar López cada martes en Televisión Española. Allí una niña hablaba de él y de su argumento, la historia de Ibón, un niño de catorce años cuya pasión es jugar al fútbol y que en medio del inevitable proceso de crecimiento personal veía en peligro ese sueño. A mi hija Sofía también le encanta el fútbol de ahí que sin dudarlo, por lo difícil de encontrar este tema dirigido a adolescentes, me hice en nuestro Cronopios con un ejemplar que rápidamente Sofía devoró noche tras noche hasta su final.
No es fácil que un lector joven te hable favorablemente de un libro, más allá de un sonido onomatopéyico. Un «ssshiiii», o un «boooohhh», o un más esperanzador «está bien». Así que cuando mi hija me empezó a contar lo que se contenía en ese terreno de juego literario volví a ponerle una velita a Óscar López por su programa y a interesarme más por este autor que, como consta en las solapas del libro, es «licenciado en Filosofía, gestor cultural, escritor y, por encima de todo eso, hincha».  Claro, lo primero que uno piensa es la condición de ser civilizado por parte de un hincha de fútbol, y cómo este deporte también puede ofrecer una vertiente desde lo cultural a la sociedad, y en este caso concreto, a la juventud, a través de la que es su primera novela juvenil, pero seguro que también desde su trabajo como miembro de la Fundación del Athletic Club. Todos los que merodeamos alrededor del planeta fútbol sabemos de los valores o los rangos de importancia en sus gestos y actitudes de ciertos clubes deportivos. Así que en el Athletic me da a mí que tienen mucha suerte de tener en su interior a alguien que escribe así, y que entiende el fútbol como un ámbito de trabajo que puede conectar con los jóvenes y provocar su interés desde la cultura, lo que en nuestros tiempos tiene la misma importancia que lograr esa Copa del Rey que el club tiene en stand by hasta que volvamos a saltar al terreno de juego de la vida.
Y es que en estos días del desasosiego, en los que realmente nos sentimos en un clarísimo fuera de juego frente a la vida, encontrar un libro así puede servir a los chavales para sentir, desde algo que les es afín, como el fútbol, esa idea de que la vida es también una permanente superación. En estas semanas de cuarentena estamos viendo como su papel también es de mucho mérito frente a otros sectores bien reconocidos. Enjaulados como leones, no en San Mamés precisamente, sino en nuestras casas, todos ellos están asistiendo a una importantísima lección, la del compromiso con la sociedad en la que se están criando, un compromiso muy complicado para quienes hacen de la libertad su máximo anhelo y eso es muy de agradecer por todos. Si además de esa lección pueden leer libros tan interesantes para ellos como ‘La vida en fuera de juego’ estes encierros tendrán no sólo una eficacia en la salud colectiva de nuestro entorno más inmediato, sino también en la salud de nuestros hijos, ya que leer algo como «¡Fútbol es dinámica de lo impensado!» es algo que no se olvida fácilmente.



Publicado en Diario de Pontevedra 31/03/2020


luns, 30 de marzo de 2020

Desasosiego/ 13. "Fue un día oscuro en Dallas..."



POCO NOS podíamos esperar que apareciese esta voz en nuestros días de confusión y dolor. La voz de Bob Dylan surgiendo de quien sabe dónde como un hablar ancestral, y porqué hacerlo justo ahora, cuando la humanidad se debate entre la vida y la muerte, sumergida en la impericia de su propia esencia como especie, no sólo para gobernarse, sino para modificar unos hábitos de comportamiento que claramente se evidencian como fatales para su propio futuro.
«Fue un día oscuro en Dallas» es el comienzo de ‘Murder most foul’, una canción de 17 minutos que también es un poema, una narración con un latido homérico sobre la condición de un país y de un Imperio con pies de barro. Bob Dylan comienza a cantar con su voz monocorde, como si se encontrase en un teatro griego ante la humanidad, ante esos ciudadanos americanos desconcertados bajo la batuta de un presidente inconcebible para un país que se entiende como el más avanzado del mundo. Allí, en Dallas, en noviembre de 1963 el magnicidio de John F. Kennedy fue el acto y la fecha clave en la conciencia norteamericana de los más oscuro y siniestro del ser humano, abocado a su propia condena. Los años sesenta, que Bob Dylan sintió como pocos, se empiezan a desbocar a lo largo de esta canción llena de referencias a la sociedad americana, a aquellas décadas posteriores de tantos traumas para una juventud que iba a reinar y a los que la corona aplastó. Pocas veces he echado tanto en falta no saber correctamente inglés para poder entender de manera precisa lo que canta Bob Dylan en una canción, en la que uno ya siente por su tono trascendente esa condición de épica que quizás en pocos momentos como el que vivimos, sumidos en el desasosiego, se convierte en tan necesaria. Tras estos ligeros apuntes vayan a la web de El País y lean el extraordinario artículo que el experto musical Fernando Navarro le dedica a esta canción, calibrando sus posibilidades expresivas, pero, sobre todo, interpretándola de manera precisa a través de las numerosísimas invocaciones a la cultura, sobre todo musical, que Bob Dylan realiza a lo largo de la canción. Una imprescindible brújula para navegar por una letra convertida en inmensidad, en corte de mangas a la industria musical, en desprecio a la administración Trump y en confirmación de la merecida concesión del Premio Nobel de Literatura, demostrando que las letras de muchas músicas son pura literatura y en ocasiones, como es el caso, se convierten en obras maestras que, como el mejor libro, nos explican y radiografían, aunque lo que veamos en ellas no nos deje en buen lugar.




Publicado en Diario de Pontevedra 30/03/2020

El corazón de Elvira


             [Ramonismo 18]




NO ES extraño que este libro se haya ido cociendo lentamente, tal y como afirma Elvira Lindo en diferentes entrevistas realizadas a propósito de la publicación de ‘A corazón abierto’ (Seix Barral), algo que también se deduce de manera intensa a medida que el lector va pasando las páginas, avanzando, junto a la autora, como Kurtz en la selva, en su conquista personal. Tan lento que es posible que una mujer como ella, con su mirada siempre a la caza de un germen literario y con una mente en permanente ebullición, comenzara a escribirlo desde su infancia. Precisamente cuando miraba a su madre, prematuramente flagelada por la salud, o a su padre, gran protagonista del libro por ser hilo conductor de un pasado que se inicia con su llegada como niño al Madrid guerracivilista y se extiende hasta su muerte tras una larga vida.
En esa existencia familiar asienta Elvira Lindo este texto que se mueve entre el retrato generacional de un país y la emoción, absolutamente arrebatadora en muchos pasajes del libro, que supura la hija ante lo vivido. Siempre pienso que todo escritor debe medirse en algún momento con su propio yo, esto es, con su vida. Literaturizar esa experiencia en primera persona nos ofrece habitualmente lo más intenso de cada autor, allí donde su esencia recupera un tono virginal y descarnado que es imposible alcanzar en un libro de ficción. Lo acaba de hacer Ricardo Menéndez Salmón en un libro también de piel erizada, con una fuerte presencia paterna, como es ‘No entres dócilmente en esa noche quieta’, pero también lo hicieron otros antes, como Juan José Millás en ‘El Mundo’, o Antonio Muñoz Molina en ‘El viento de la luna’. Territorios literarios en los que la revisión de la infancia o la juventud se convierten en un latido que se va multiplicando con el tiempo, hasta que el escritor se siente preparado para afrontar ese asomarse al abismo interior.
Elvira Lindo hace de esa sima un corazón abierto. Un no dejarse nada en el tintero para aproximarnos a su universo más íntimo, el de la niña que rápidamente tuvo que crecer para enfrentarse a la muerte de su madre, pero sobre todo al dolor de ver como el tiempo la marchitaba, mientras su padre, como tantos otros padres del siglo XX, se movían en unas coordenadas secularmente machistas. Pero un padre siempre es un padre, y el tiempo, la comprensión de los hijos y el amor, siempre el amor, atemperan y modulan vivencias y hacen ver allí donde la oscuridad en un momento determinado impedía ir más allá. Siempre quedarán las vacaciones, los tránsitos vitales por numerosos puntos de la geografía española, las caricias que la niña observa entre los padres como pasaporte para la eternidad de la ternura, la construcción de la familia, el acoger a los que llegan y, cuando pintan bastos, la disolución de todo aquello que podía ser distancia y enojo.
Y si ese padre es protagonista, no lo es menos la propia autora. Elvira Lindo se constituye en narradora de algo privado pero que no deja de ser también parte de un gran puzle de piezas, como lo era cada familia en la España a caballo entre el franquismo y la democracia. Un itinerario del gris al color en el que la mirada de la escritora se expande más allá del seno familiar y se adentra en esa nación en tránsito y alerta permanente, en la que una canción podía ser un respiradero de incontables emociones, y así sucede en el libro, en el que los nombres de ciertas canciones son también los títulos de varios capítulos. A corazón abierto escribe Elvira Lindo y ese corazón de la madre, que tuvo que abrirse para prolongar su vida, palpita como el necesario amparo para el resto de corazones que laten en este libro que narra el dolor, pero también lo bello y hermoso de la vida: las complicidades, los descubrimientos, los compromisos, los afectos, y todo ello desemboca en una narración, como siempre sucede con Elvira Lindo, llena de empatía, con una gran capacidad de seducción hacia el lector. La gaditana (en el libro entendemos el porqué de ese nacimiento en la ciudad andaluza), maneja como pocos autores la capacidad para escribir de la cotidianeidad, para hacer del barrio o de la familia todo un engranaje de situaciones que nos identifican de manera precisa como seres humanos, llenos de actos intrascendentes pero que en un momento determinado de nuestras vidas son sumamente importantes, tanto, que pueden asaltarnos décadas después como un luminoso fogonazo de lo que éramos: una conversación con una nueva amiga, esa primera pareja, la lucha con un grano...
Así hasta encontrarnos hoy con esta mujer que cuando la escuchas en la radio o la ves en la televisión te despierta una contagiosa vitalidad, también un compromiso con la persona que ha ido renovando a través de sus estancias en Nueva York o Lisboa, y explorando a través de su trabajo como periodista en radio y prensa (algunos todavía nos levantamos los sábados con la voz de su genial criatura, Manolito gafotas, resonando en la cabeza como uno de esos fogonazos), y, por supuesto, de sus libros. Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en 1998 y ganadora del Premio Biblioteca Breve en 2005. Sus últimos libros, todos editados en Seix Barral, ‘Lo que me queda por vivir’, ‘Lugares que no quiero compartir con nadie’ o ‘Noches sin dormir’ y, porque no, pese a su singularidad,  ‘30 maneras de quitarse el sombrero’, caminan en la dirección de descubrir lo íntimo como ejercicio literario, pero siempre asomándose a esa realidad ante la que Elvira Lindo, permanentemente atenta, tras los cristales de un café madrileño o desde un ventanal neoyorkino, no deja de nutrir sus trabajos.
Remata el libro de manera brillante con el relato del niño que fue padre en aquel Madrid de posguerra con olor a derrota y no a paz. Un texto que pasó por las tablas como un espectáculo de música y palabra. Emoción en tres dimensiones que la literatura guarda ahora en este cofre de Pandora cerrado bajo la llave de una tinta que sale directamente del corazón. El corazón de Elvira.


Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 28/03/2020

domingo, 29 de marzo de 2020

Desasosiego/ 12. Cine en el Doré



Domingo. Un día perfecto para ir al cine, y en este caso para que el cine venga a nosotros. Las redes están repletas de ofertas de calidad durante estos días de confinamiento para poder visitar y revisitar títulos de la historia del cine que sería muy complicado poder ver en circunstancias diferentes a las que vivimos. Una de las más interesantes es la propuesta realizada por la Filmoteca Nacional para poder ver películas de nuestro cine que han sido recuperadas de la que se pensaba una desaparición definitiva, y que posteriormente han sido objeto de un proceso de restauración.
A través de twitter podemos acceder a Filmoteca Nacional y una vez allí en #Doréencasa «accedemos» al mítico cine madrileño en el que esta institución realiza sus programaciones. Estas películas se ofrecen durante tres días, de manera completamente gratuita, para que así podamos citarnos con títulos que son parte de nuestra historia cinematográfica. En estos momentos nos encontramos con la quinta de las propuestas realizadas desde la Filmoteca Nacional, tras ‘90 minutos’ (1949) de Antonio del Amo, ‘Doña Francisquita’ (1934) de Hans Behrendt, ‘Vaya luna de miel’ (1980) de Jess Franco y ‘Lejos de la ciudad’ (1970) de Jacinto Esteva, hasta mañana, a las doce del mediodía. será el turno de ‘Café de París’ (1942), de Edgar Neville.
Una de las películas menos conocidas del brillante director madrileño, más conocido por títulos como ‘La vida en un hilo’ o ‘La torre de los siete jorobados’, películas de un enorme interés para el cine español, en las que se produce una inteligente mezcla entre el casticismo madrileño que se hunde en lo popular y las claves narrativas y visuales procedentes del cine de Hollywood, que el director conocía bien por haber trabajado allí años antes. ‘Café de París’ es uno de esos milagros que logran los historiadores y la propia Filmoteca Nacional, ya que se consideraba una película perdida en la cinematografía de Edgar Neville, por lo que la aparición de las dos partes en que estaba dividida la película, una en la Filmoteca de Zaragoza y otra en la propia Filmoteca Nacional, ha venido a recuperar una película llena de valores e importante a la hora de conocer la evolución del cine de quien también fuera diplomático, escritor, pintor, íntimo de Charles Chaplin y hasta integrante de la selección española de Hockey sobre hielo. Un curioso personaje en aquel Madrid del primer franquismo en el que Edgar Neville sobrevivía con un amor por la vida, un bon vivant que hizo de su cine uno de los más singulares de los años posteriores a la Guerra Civil. Ver ‘Café de París’ nos lleva a una comedia de ingeniosos diálogos propios de La Codorniz, de la que también formó parte Neville, también a un excelente trabajo de actores encabezados por Conchita Montes, en una historia de final feliz e ironías del destino.



Publicado en Diario de Pontevedra 29/03/2020  


sábado, 28 de marzo de 2020

Desasosiego/ 11. Periodistas que escriben



HOY Y MAÑANA, y cada fin de semana la vemos presentando el Telediario en la Primera de Televisión Española. Una periodista, Lara Siscar, como tantos y tantos otros del gremio en estado de alerta permanente, atenta a contar lo que sucede como máxima irrenunciable. Si el periodismo es uno de los bienes máximos de nuestra sociedad, esta condición se multiplica de manera exponencial en los días del desasosiego que vivimos, con miedos y bulos golpeando a las puertas de nuestras casas. Con mensajes apocalípticos y andanadas a la línea de flotación de un gobierno en emergencia sin más interés que el del desgaste en beneficio propio de la sigla, mientras el pueblo, doliente, contempla una vez más otra riña a garrotazos en esta España que embiste más que piensa.
Lara Siscar pasó por varios programas informativos antes de llegar al mostrador de estos fines de semana donde la información es vida, así como suena. Información veraz e iluminadora sobre los rincones oscuros en que se están convirtiendo las horas que pasan. Desde aquí, desde el hogar, esas horas también pasan con un ritmo muy diferente al que lo hacían apenas una semana antes. Necesitamos distracciones y entretenimientos para la mente y así es como moviendo libros aparece uno firmado por esta periodista que escribe. Uno de esos libros que llegan y sin molestar esperan ese momento inesperado en que tus manos deciden que es el suyo.
‘La vigilante del Louvre’ es la primera novela de Lara Siscar, publicada en 2015, y a la que le seguiría otra, también editada en Plaza y Janés, ‘Flores negras’, en 2018, un relato sobre la violencia contra la mujer, desde lo físico, lo verbal o lo sexual. Pero este azaroso momento era para ‘La vigilante del Louvre’, para adentrarse en una novela que también es hacerlo en las salas del famoso museo en el que trabaja su protagonista. Una historia de tres mujeres contada de manera excitante, con frases cortas que obligan a moverte por el texto con una gran agilidad, con numerosos detalles artísticos y con esas mujeres que poco a poco van conquistándose a sí mismas, dentro de una ingeniosa estructura de encuentros y desencuentros alrededor de cuadros y personas.
Este libro no sólo nos aporta lo literario, sino también la experiencia del viaje, el guiarnos por ese Museo gracias a las imágenes que logra convocar esta periodista y escritora a través de cuyos ojos estos días vemos una compleja y angustiosa realidad.



Publicado en Diario de Pontevedra 28/03/2020

venres, 27 de marzo de 2020

Desasosiego/ 10. Aquellos años del Boom





Son la tribu literaria más importante de la historia. Nombres de Latinoamérica que se proyectaron desde Europa para constituirse en grey, en familia, aunque no siempre bien avenida, para poner patas arriba el ecosistema literario vigente. No hay más que recorrer las estanterías de nuestras casas durante estos días del desasosiego y seguro que nos encontramos a muchos de ellos: al García Márquez de ‘El amor en los tiempos del cólera’, al Vargas Llosa de ‘La ciudad y los perros’, al Carlos Fuentes de ‘La región más trasparente’, al Julio Cortázar de ‘Rayuela’ (siempre ‘Rayuela’), pero también los José Donoso, Sergio Pitol, Álvaro Mutis, Jorge Edwards, Guillermo Cabrera Infante...y así podríamos llenar este pequeño espacio con nombres y más nombres que, en mayor o menor medida, orbitaron alrededor de esa idea de comunidad literaria y geográfica. Apunten otro, recién y ampliamente editado por Seix Barral, Julio Ramón Ribeyro, ¡una maravilla! y Onetti, ¡por supuesto! Imposible avanzar sin que esos prodigios te asalten a cada línea.
Desde hace unos años todos ellos se encierran en una especie de Biblia del que se conoció como Boom latinoamericano. Su hacedor, Xavi Ayén, periodista cultural en La Vanguardia (¡olisqueen todo lo que escribe en ese medio!) que acometió un reto mayúsculo, metiéndole mano a toda esta tribu plagada de bondades literarias, pero también de egos mayúsculos, con habituales roces entre ellos, del que el más mediático fue la trompada que Mario Vargas Llosa le dio a García Márquez en lo que fue la ruptura de la amistad de los dos grandes transatlánticos de esta flota. Así es como ‘Aquellos años del Boom’ se constituye en una brújula imprescindible para moverse entre estas personalidades, con un norte bien definido, el de la editora Carmen Balcells, la ‘Mama Grande’ que aglutinó en Barcelona a todos estos talentos para hacerlos mejores, a ellos y a la propia ciudad.
Si cada uno de esos libros que tienen en sus bibliotecas son fundamentales, este vademécum es imprescindible, no sólo como soporte para el conocimiento, sino como material literario, ya que Xavi Ayén escribe más que bien, y así, durante este encierro, recorrer cada uno de los diferentes capítulos de este libro, se convierte en una lectura que va mucho más allá de lo didáctico, comportando un alto disfrute narrativo.
La editorial Debate actualizó en 2018 una primera edición de 2014 en la que se integraron nuevos materiales, nuevos acercamientos y revelaciones que el autor realizó con no pocos contactos con sus protagonistas. Un libro, por lo tanto, vivo, con un largo rastro en unas décadas que moldearon buena parte de la mejor literatura creada por el ser humano.



Publicado en Diario de Pontevedra 27/03/2020

xoves, 26 de marzo de 2020

Desasosego/ 9. Os trescentos corvos de Xallas!



PENSO que sería arredor do ano 2007, pola data que aparece escrita a lápis xunto ao prezo nunha das páxinas da edición en castelán que comprei de ‘En salvaxe compaña’, tras escoitar na radio unha entrevista a José Manuel Caballero Bonald quen, á pregunta de que libro lle houbera gustado ter escrito, sen pensalo moito contestou, ‘En salvaje compañía’ de Manuel Rivas. Non creo que tardara nin unha hora en plantarme na libraría para atopar un exemplar dese libro que aínda non lera, pero que ante tal afirmación, e vindo de quen viña, tiña que devorar de inmediato. Nas existencias da Libraría Paz no figuraba o texto en galego, polo que tiven que apañarme coa edición de peto de Punto de Lectura. Así saín do desacougo con aquela lectura en castelán chea de mitos, lendas e corvos negros que chegaban ata a mesma praia do Orzán.
Pasaron os anos, moitos, ata que a finais do pasado ano cumpríronse os vintecinco da escrita dese texto que fora Premio da Crítica en 1994. Neses días de celebración, e descorrendo a mirada polos andéis da libraría Cinania, chea de libros que xa pasaron por moitas mans de lectores anteriores a nós, atopei un exemplar daquela edición orixinal saída do prelo de Xerais. Como os trescentos corvos de Xallas aliñados naquela torre, ou sobre a varanda da praia coruñesa, o libro pousouse dende entón nos andéis da miña casa á espera da súa lectura, agardando que se saldase a débeda coa lingua na que foi escrito.
E así chegaron estes días do desasosego que semellan saír dunha novela distópica, de non ser polo arreguizo da morte e a dor que nos pon ante o real, e aqueles corvos comezaron a berrar rachando o silencio do encerro. Así foi como neste peche chegoulle á hora a este texto fascinante que, coa musicalidade do noso idioma percorre unha nova corredoira. Un tremer alén do tempo de voces baixas do pasado que se enguedellan cunha serie de narracións cheas de humanidade e de heroes cotiás chantados na boca da terra.
Nunha ocasión Manuel Veiga Taboada contounos no Táboa Redonda, e falando de autores que escribiron dende o encerro, como Manuel Rivas illouse durante seis meses en Irlanda para a escrita deste libro. Moitas veces os illamentos son necesarios para pensar, para atopar novos vieiros de expresión, máis tamén de coñecemento dun mesmo. Todas estas voces de seres, de persoas e de animais acubilláronse no maxín de Manuel Rivas, como agora acoden ao noso rescate. ‘En salvaxe compaña’ é unha marabillosa lectura para estes días, a recuperación dun texto totémico da nosa escrita, cheo de espiñas e frores de toxo e encantamentos convocados por unha lingua feiticeira.



Publicado en Diario de Pontevedra 26/03/2020

mércores, 25 de marzo de 2020

Desasosiego/ 8. La casa pontevedresa de Astérix

La Casa de los Fonseca, antigua Biblioteca de Pontevedra.
(Rafa Fariña)


LA MUERTE del gran Uderzo ha activado en muchas personas la sensación de que las historietas de Astérix, encerradas en esos cómics de tapas duras que en mayor o menor número están presentes en nuestros hogares, son parte esencial de nuestras vidas. Durante unos segundos a todos se nos ha dibujado una sonrisa en el rostro al pensar en esa entrañable pareja que conformaban Astérix y Obélix, caminando por el bosque y repartiendo sopapos entre los desventurados romanos, o en esa celebración común de toda la aldea gala como remate de cada historia, eso sí, con el incomprendido bardo Asurancetúrix convenientemente maniatado para evitar males mayores.
Esas sonrisas ya no nos las podrá robar nadie y no estaría de más que, aprovechando este confinamiento del desasosiego en que estamos inmersos, recuperemos esa colección y pasemos así unos momentos alejados del dolor, pero también del ruido y la furia, que se ha instalado en este país lacerado por un virus que nos tiene contra las cuerdas. Este es un encierro involuntario y necesario, pero la vida también nos ha llevado a otro tipo de encierros mucho más benignos. Retiros en los que hemos descubierto espacios y libros inolvidables. Con la muerte de Uderzo, y al coger de la mano al pequeño galo fortachón, he recuperado uno de esos encierros que son ya para siempre parte de la memoria pontevedresa. Eran los primeros avistamientos de la literatura, el descubrimiento del cómic como arma de destrucción masiva del aburrimiento y el sentirse aislado de los primeros hastíos de la vida.
Se acababan las clases que durante la semana te tenían confinado ante todos aquellos saberes más que necesarios, hoy inmensamente agradecidos, pero que en aquellos años se convertían en una especie de penitencia. Con sólo un par de jornadas en las aulas uno ya comenzaba a soltar la imaginación hacia el fin de semana, hacia esas horas de liberación en las que consumir el tiempo libre. Llegaba entonces el viernes por la tarde o el sábado por la mañana, los momentos de la semana en los que la visita a la Biblioteca Pública se convertía en un acceso hacia otros mundos, hacia unas realidades paralelas frente a las que las aulas poco tenían que hacer.
Aquella biblioteca tenía algo de mágico, cuanto más a los ojos de un niño. Un edificio indescifrable en el Paseo de Colón, con palmeras, esfinges y columnas que parecían transportarte a un antiguo y exótico destino. Tras subir las escaleras y traspasar aquel umbral, realmente se entraba en otra dimensión, otorgada por el silencio y por unas grandes cabezas, vaciados de retratos clásicos romanos, que le daban a ese espacio una magnificencia empequeñecedora. Ese paso era una especie de pago exigido para cruzar hasta el paraíso que se abría entrando en el lugar dedicado a la biblioteca infantil, un pequeño cuarto que se encontraba entrando a la derecha, con un ventanal que recogía la luz del exterior. Esa luz iluminaba numerosas colecciones con las que muchos empezamos a abocarnos al hábito de leer. Los Hollister, Alfred Hitchcock y los tres investigadores, Los cinco, los libros clásicos de Julio Verne y como no, los cómics. Los nuestros, los de la Editorial Bruguera, los del genial Ibáñez, pero también aquellos más refinados, alejados del pollo de Carpanta o la loca comunidad de vecinos de 13 Rue del Percebe. Tintin, Lucky Luke, Spirou, pero sobre todo Astérix. Astérix era el rey de aquella tropa de dibujos y bocadillos cuya unión era una felicidad continua. Aquellos libros acababan siempre despanzurrados, con el lomo vencido fruto de su repetido uso. Uso que nos hizo a todos parte de lo que somos hoy. Si Rilke afirmaba que nuestra patria es la infancia hay ciertas banderas que no dejaron de ondear durante ella. Astérix y todos los habitantes de aquella irreductible aldea gala son una de aquellas banderas que ahora intentamos hacer ondear en las habitaciones de nuestros hijos e hijas. Pocos testigos de nosotros se me ocurren que les podemos dejar más intensos y necesarios, y en todos ellos dos nombres, los de René Goscinny y Albert Uderzo.



Publicado en Diario de Pontevedra 25/03/2020

martes, 24 de marzo de 2020

Desasosiego/ 7. Frida Kahlo en el museo virtual

Frida Kahlo fotografiada por Leo Matiz
 (Fundación Leo Matiz)


CON los museos bajo llave y todos en nuestras casas no es necesario renunciar durante este aislamiento al mundo del arte. Las redes están llenas de contenidos que nos abren las puertas de un sinfín de museos, centros artísticos o a las obras de numerosos creadores. Por su dimensión y cantidad de contenidos uno de los más recomendables es la web de Arts & Culture de Google, un inabarcable contenedor de propuestas artísticas que acoge desde contenidos más clásicos a otros más relacionados con las nuevas tendencias creativas. 
Si por ejemplo tomamos nuestro interés por dedicar una tarde a conocer en profundidad a una artista tan singular como la mexicana Frida Kahlo, una vez hemos accedido a la web y tras teclear el nombre de la artista seleccionada se abre ante nosotros una gran cantidad de contenidos que no sólo se limitan a obras de la propia artista, sino a documentos, fotografías y diferentes reportajes realizados sobre ella y las diferentes componentes de su vida. Desde su delicada salud tras la poliomielitis sufrida en la infancia, hasta el accidente que la llenó de dolores y padecimientos en una cama que tantas veces inmortalizó en sus obras, la relación con su familia o con el también pintor Diego Rivera. En definitiva, una acumulación de materiales que además se presentan con una enorme calidad que nos permite disfrutar de una de las obras más personales de la plástica del siglo XX. Instituciones como la Colección Blaisten, el Museo Dolores Olmedo, la Fundación Leo Matiz, o escenarios como la Casa Azul y el universo mexicano del que nunca se desprendió a la hora de articular sus obras, son parte de este acercamiento a quien hizo de cada instante, una posibilidad de disfrutar, una manera de rebelarse desde el goce y el regalo de vivir frente a la adversidad que tanto conoció. Estas entradas están llenas de fotografías maravillosas, me quedo con una del fotógrafo colombiano Leo Matiz en la que Frida Kahlo baja las escaleras exteriores de su Casa azul atavida con uno de esos maravillosos ponchos que solía portar. Junto a la imagen unas palabras de la propia artista: «“Cada (tic-tac) es un segundo de la vida que pasa, huye, y no se repite. Y hay en ella tanta intensidad, tanto interés, que el problema es sólo saberla vivir. Que cada uno resuelva como pueda”. Aplíquenselo estos días de desasosiego en los que el arte sigue acompañándonos. 

Publicado en Diario de Pontevedra 24/03/2020

luns, 23 de marzo de 2020

Desasosiego/6. Andar, un privilegio

Antonio Muñoz Molina (Zipi)


ANDAR, caminar, pasear, merodear, deambular. Todo eso que ahora nos está vedado. Éramos felices y no lo sabíamos. Despreciábamos lo más simple, todo aquello que emerge de la libertad, del movernos sin rendirle cuentas a nadie. Este desasosiego en el que estamos sumidos nos está obligando a la reflexión, a pensar que cualquier conquista basada en el ejercicio de la libertad es un preciadísimo bien que en cualquier momento se puede fracturar.
‘Un andar solitario entre la gente’ es un libro publicado en 2018, el penúltimo del escritor Antonio Muñoz Molina, que el pasado año, también en Seix Barral, publicaba ‘Tus pasos en la escalera’. En ese andar literario de hace un par de años el autor traduce la realidad de nuestro mundo a través del hecho de caminar. De ese deambular que en nuestras ciudades se ha convertido en un acto mecánico al que no sabemos extraerle el rendimiento necesario. Antonio Muñoz Molina hace de ese andar entre el colectivo una mirada inteligente hacia una sociedad sobreestimulada que busca la seducción de nuestra atención a cada instante.
Ahora, que este andar está vedado, pensamos en ese caminar como un tesoro a recuperar, para cuando así sea poder entenderlo de otra manera, no tan tiranizado por nuestras prisas diarias, por unas urgencias cotidianas que ahora se revelan como mucho menos importantes de lo que considerábamos.
Esta novela del apunte, de la crónica inmediata del escritor hoy, pero también de otros escritores del ayer, desde Baudelaire a Pessoa, que ensalzaron el caminar como parte de su inspiración y de conexión con las nuevas urbes en las que habitaban, retoma estos días una nueva dimensión. Como suele suceder con la buena literatura, esta no atiende a tiempos concretos, y muchas de las preguntas e incertezas que el autor plantea en este texto se erigen en estos días en dedo acusador hacia nosotros mismos, hacia la convulsión provocada en nuestro mundo de capitalismo extremo con derivas como el consumismo, la contaminación o el desprecio a la cultura y la educación, al fin y al cabo, laboratorios capaces de engendrar cualquier virus.


Publicado en Diario de Pontevedra 23/03/2020 

domingo, 22 de marzo de 2020

Desasosego/5. Cinema en rede

o director de cinema Ángel Santos


Se unha compoñente da nosa cultura converteuse en protagonista durante os últimos anos esa foi o cinema. O chamado Novo Cinema Galego desenvolveu unha serie de proxectos individuais que dende a renovación de linguaxes e o interese das historias contadas configurou unha nova paisaxe das nosas imaxes.
O actual éxito de 'O que arde' de Oliver Laxe non é máis que o cumio de toda unha serie de achegas que converteron ao cinema feito en Galicia en toda unha referencia a nivel mundial, amosando o que somos quen de facer con non demasiados presupostos pero si cunha fonda sensibilidade a hora de facer producións de calidade e interese.
A páxina web Novo Cinema Galego convídanos a coñecer moitos deses filmes que chanzo a chanzo xeraron o que é o hoxe o noso cinema. Un xeito solidario que as xentes do cinema teñen demostrado en non poucas ocasións para esa sociedade da que saen e á que chegan as súas películas. Poder gozar de balde nas nosas casas de filmes como 'Jet lag' de Eloy Domínguez, 'Arraianos' de Eloy Enciso, 'La brecha' de Marcos Nine, 'O Cazador' de Ángel Santos, 'Todos vos sodes capitáns' de Oliver Laxe ou 'vikingland' de Xurxo Chirro é toda unha marabilla para tentar aliviar estas horas do desasosego, este tempo de imaxes que nos levan a un escenario abofé inimaxinable polos nosos creadores pero que vén a demostrar como a realidade moitas veces supera á ficción.


Publicado en Diario de Pontevedra 22/03/2020



sábado, 21 de marzo de 2020

Desasosiego/4 #poesíaentusofá




SE desparrama en su día la poesía a borbotones por los caudales más insospechados. Frente al encierro y al desasosiego colectivo, emerge como bálsamo en el que aliviar este desconcierto. Poetas, músicos, actores y actrices han acudido a ella para compartirla con los reclusos del virus y hacer de los minutos algo más manejable.
Desde #poesíaentusofá y a través de los perfiles de Instagram de los participantes, cada media hora cada uno nos regalará su intimidad poética desde unas viviendas convertidas en fortines de la solidaridad.
Ayer mismo Raquel Lanseros, Beatriz Luengo o Marwan, fueron algunos de los protagonistas que hoy, en la celebración oficial de la poesía, citará, entre otros, a Ismael Serrano, Benjamín Prado, Miguel Poveda, Elvira Sastre o Andrea Valbuena, para, entre las 18,30 y las 22,30, convertir a la poesía en ese nexo común que intenta refrescar mentes y casas como contenedores de miedos.
El domingo, con una mayor amplitud de horarios, ya que Zahara iniciará su sesión a las 15,00 horas, para, a lo largo de la tarde participar Irene Escolar, Macarena García y Anna Castillo o Sara Bueno entre otros, cerrando este festival poético nuestro paisano Andrés Suárez.
Celebremos nuestro compromiso común y hagámoslo a través de la poesía, hagámoslo desde la gratitud hacia quienes buscan nuestro consuelo.



Publicado en Diario de Pontevedra 21/03/2020


La alerta de la poesía


[Ramonismo 18]
¡Día Mundial de la poesía! Día de roce y palabras hondas. El poemario premiado de Antonio Lucas, ‘Los desnudos’, es la certeza de esa alerta
 
Antonio Lucas en la redacción de El Mundo (José Aymá)



LA POESÍA como una alerta. Un faro que alumbrar allí donde la emboscada de la vida nos confunde ante tantos reclamos. En este poemario hay un faro, por lo tanto hay huella y camino que seguir, pero también hay un hombre desnudo, una mirada interior con ciertas complicidades externas, sin las que ese yo sería un huérfano sin amparo.
‘Los desnudos’ es el bautismo de este hatillo de versos que firma Antonio Lucas, pero también es el laurel agitado desde el jurado del XXII Premio de Poesía Generación del 27. Antonio Lucas, un poemario lustroso y la Generación del 27. El camino ya no es camino sino autopista. «Buscaba el corazón/hacia fuera de sí/cada vez más adentro», escribió Rafael Dieste, y a este salvavidas se sujeta Antonio Lucas en la entrada de ‘La noche manuscrita’, tercera de las  presencias de este libro que se parte en cinco. Buscar. Pocos poemarios se definen de manera tan clara y asumida por su autor como este. Un poemario de búsqueda, quizás como lo son todos, pero este nace ya desde la botadura con esa manifiesta intención.
Hablar de Antonio Lucas es hacerlo de uno de los grandes periodistas culturales de este país. Sus crónicas son las suyas, no las de nadie más. Y lo que puede parecer una perogrullada no lo es, ante un paisaje periodístico en el que lo de la cultura cada vez se mimetiza más con la trivialidad de lo cotidiano. Todo es magro en lo escrito por el madrileño, opinión, entrevista, apunte. Adscrito en cuerpo y alma a El Mundo en donde ha puesto en circulación el suplemento cultural que cada domingo acompaña al periódico, ‘La esfera de papel’. Otro faro en la noche.
Como poeta, al premio logrado, se le suman otros galardones: El Ojo Crítico, el Ciudad de Melilla y el Fundación Loewe, todos ellos con abolengo en el territorio del verso. Pero son los poemarios que se han ido alumbrando a lo largo de todos estos años los verdaderos reconocimientos y la certeza de esa alerta que la poesía hace saltar cuando se pone ante nuestros ojos. ‘Fuera de sitio’ es su poesía reunida, poesía entre 1995 y 2015, editada en Visor, como lo está también este poemario que llega para conocer al poeta, pero igual al lector que lo acompañe.
‘Los desnudos’ es poesía de un tiempo concreto, de un nosotros. La definición de lo que el poeta señala como los «huéspedes felices de la periferia». ‘De lo inmediato’, es el primer bloque: el autorretrato, la morada, el recuerdo, Dios y la Certeza. El segundo ‘Tatuajes’: la conversión en hombre, el fin de la niñez, Lorca, Panero, el alfarero y la forma. ‘La noche manuscrita’ es el tercero: el amor que como un informativo de Telediario es mirada firme y sincera, las promesas, la unión, la muerte. El cuarto, ‘Islas Griegas’: el paño de Kavafis, el trayecto, el azul del mar y del cielo, el blanco de las casas apiñadas sobre el océano, unas monedas sobre los ojos para entender la eternidad, y como remate, ‘Fragmentos de la edad’: la amistad, el abrazo, gatos y faros, y esa España que se y nos consume a base de embestidas a sí misma.
Cada poemario rubricado por Antonio Lucas es parte de ese recorrido camuflado como itinerario interior, cuando lo único que hace es alertarnos allí donde hay fuego, donde una emoción activó al poeta para posarla ahora en nuestras manos y ser así cómplices de esa misma tensión, de esa bendita alerta de la poesía.



Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 21/03/2020


venres, 20 de marzo de 2020

Desassossego/3 #Euficoemcasa



DENDE o pasado martes e ata o vindeiro domingo cada tarde un conxunto de músicos portugueses de primeiro nivel abren as súas casas e estudios para regalarnos media hora de concerto. #Euficoemcasa é unha iniciativa que xorde dos artistas e das propias axencias musicais para facer as obrigadas estancias do desasosego máis levadeiras, pero tamén para situar nos medios de comunicación a problemática que esta crisis sanitaria tamén vai a provocar no sector musical.
A cancelación de concertos, xiras e un sinfín de espectáculos vai facer dos músicos unha das vítimas económicas da crise, e deste xeito queren visibilizar esa situación. Así é como 78 artistas adicarán media hora, a partir das cinco da tarde ata as once da noite (tede en conta a hora de diferencia horaria con Portugal), para facernos chegar a súa música. Músicas diversas que chegarán a nós a través das contas persoais de cada un deles en Instagram. Concertos que poderemos seguir nos nosos teléfonos móbiles para sentirnos acompañados polos sons e sotaques lusos.
Antonio Zambujo, Pedro Abrunhosa, Diogo Piçarra, Ana Moura, Márcia, Samuel Úria, Capicua, Luisa Sobral ou Fausto, son só algunhas das estrelas cómplices desta iniciativa solidaria que vén a reivindicar o papel da cultura portuguesa como un dos orgullos dos nosos veciños. Apenas uns días despois de saltar as alarmas sanitarias case oitenta músicos puxéronse dacordo para que as tardes desta semana sexan unha festiña musical en cada un dos fogares que queiran abrir as súas fiestras ás súas voces.
Dende cada un dos nosos teléfonos buscando por #Euficoemcasa podemos atopar a programación diaria que, por citar algúns exemplos, hoxe terá a Marco Rodrigues, Agir, Pedro Abrunhosa, Capicua ou Pedro Mafama. Mañá día 21 a Rui Massena, Héber Marques, The Legendary Tigerman ou Ana Bacalhau e o remate, o domingo 22 a, entre outros, a Nuno Ribeiro, Ana Moura, David Carreira ou Luisa Sobral. Todos eles e elas están esperando a oportunidade de deixalos pasar ás súas casas. Unha ocasión única para achegarse as mellores músicas de Portugal dende o compromiso dos seus artistas. Ate já!


Publicado en Diario de Pontevedra 20/03/2020