domingo, 15 de marzo de 2020

El olor de la bondad

[Ramonismo 17]
Ana Merino, en ‘El mapa de los afectos’, genera un itinerario en el que percibir aquello que es más necesario del ser humano


NARANJAS que se hunden en la nieve húmeda, galgos que huelen la bondad humana... y así podríamos continuar extrayendo de este libro frases tan cautivadoras como inspiradoras para el lector que se adentre en el interior de este itinerario de los afectos, a través de una geografía humana que no solemos recorrer, casi siempre moviéndonos, erráticos, por geografías perversas.
Es la narrativa de una poeta que se ha enfrentado al reto de generar un universo humano. Una población al estilo de las que Faulkner u Onetti fundaran en sus inmensas literaturas. Auténticos microcosmos de la condición humana que se atraviesan con la fortuna de encontrar a personas con las cuales convivir durante unas jornadas. Personajes de ficción que se convierten en tan reales que cuando te das cuenta les estás aconsejando sobre lo que deben hacer en su vida, sobre la decisión que tomar ante esa encrucijada que cada capítulo ofrece para medirlos y, en definitiva, para medirnos a nosotros mismos.
Ana Merino lleva veinticuatro años viviendo en Estados Unidos, impartiendo clases en la Universidad de Iowa. Poeta de tronío, amante del cómic, cuyo impulso académico como materia de estudio cultural de primer nivel ha desarrollado en su trayectoria académica. ‘El mapa de los afectos’, editado por Destino, le hace entrar de manera luminosa por otro mapa, el de la narrativa, al recibir por este primer libro el Premio Nadal. Ese asentamiento en Iowa, en el Medio Oeste americano, conformado por amplias naturalezas y horizontes infinitos en los que cada familia tiene en su hogar un reino íntimo plagado de misterios aparentemente intrascendentes, es el hábitat que tras años de observación se convierte en un territorio literario que construye la historia de varias personas, cruzándose en diferentes momentos para balizar así cada una de estas vidas desde sus imperfecciones, desde los roces humanos que, en ocasiones, se convierten en auténticas voladuras incontroladas. Pero Ana Merino si por algo apuesta a lo largo de esta novela, convirtiéndose en su firme paso literario en la confianza por la temible condición humana, es por la bondad, por esa sima insondable que nuestra sociedad, en su presunta modernidad, ha sepultado como algo que no puede ser aceptado como meritorio. Son malos tiempos para la gente buena, para la que confía en el resto de su especie. Las series de televisión ensalzan siempre a los villanos, mucho más atractivos de cara a sujetar al espectador ante la pantalla. Nuestro tiempo prefiere la sombra a la luz, pero, ¿qué sucede cuándo las personas luminosas se adentran en la oscuridad? Pues que la fuerza se hace tan magnética que nos arrastra a todos como polillas ante la bombilla. Un revoloteo con el que no contábamos pero que nos sitúa ante este tipo de personas que con su cariño generan una especie de pegamento que une como pocas cosas en la vida. Abrazos, miradas, gestos, caricias, ayudas que nos erizan la piel y dan sentido a la existencia, y a nosotros como especie, hasta tal punto que Ana Merino ve en esas personas a las que han evitado nuestra extinción, algo que, incluso tras leer el libro, no descartaría por completo. De todas maneras, y frente al justificado pesimismo, ‘El mapa de los afectos’ es un bálsamo eficaz, tanto de lo literario como de lo vital.


Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 14/03/2020


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