venres, 30 de novembro de 2018

Culturgal

Foguetes Verdes (7)
A gran cita da cultura en Galicia enche na fin de semana o Recinto Feiral de Pontevedra cunha morea de manifestacións creativas que amosan todo aquilo que fai mellor a este país


POUCOS TERRITORIOS da nosa sociedade hai dos que estar máis orgullosos que aqueles que sinala a nosa cultura. Espazos nos que sentírmonos parte dunha comunidade, dun conxunto que ten nos seus creadores un dos seus alicerces máis significados. Percorrer cada ano o Culturgal é retomar aquela frase da película ‘O falcón maltés’ cando lle preguntaban a Humprey Bogart de que material estaba feita aquela estatua negra con forma de paxaro e el respondía «do material co que están feitos os soños». Os soños de Galicia teñen moito que ver co labor dos seus escritores, dos seus editores, músicos, artistas plásticos, actores e atrices, dos máis diferentes axentes culturais, isto é, con todos os protagonistas dunha creatividade que se reactivou nos últimos anos na nosa terra dun xeito incríbel. Cada edición, e xa van once, o Culturgal convértese no compás preciso para facer visíbel dun xeito colectivo aquilo que ao longo do ano nos chega en forma de pílulas por cada un dos creadores. Así, como un ente colectivo, a forza que se amosa nesta fin de semana ten que enchernos de ilusións e de esperanzas para que eses soños sigan a medrar.
Dende hoxe e ata o domingo temos tamén neste espazo un lugar de lecer a carón de todas estas propostas que procuran actuar co público, co consumidor de cultura, que estes días se sente coma nun parque de atraccións. Ata el este ano tamén se pode chegar en autobús dende diferentes puntos de Galicia grazas á aposta da organización por traer ao público que se atopa máis lonxe de Pontevedra.
A partir de aí, consultar a axenda de actividades para estes tres días é un inmenso crebacabezas no que non hai nin un minuto de descanso. É moi difícil escoller e cada un farao en función das súas preferencias. Presentacións de libros, contacontos, obradoiros, accións poéticas, arte, concertos, ciencia, ilustración, conversas, libreiros, palabras... todo un océano de creatividade a paixóns fiadas pola lingua como canle dende a que todo cobra o seu sentido. A lingua é o que nos suxeita ao territorio, e dende ela medra a creación máis próxima a nós. Todos estes proxectos persoais e colectivos, de empresas ou institucións, teñen esa obriga de responder ao que acontece na nosa contorna. Con máis ou menos posibilidades, son os proxectos os que defenden a cultura dun país e o Culturgal está inzado de proxectos e de ilusións. Percorrer os diferentes estands que artellan o espazo físico é conversar e sentir como a cultura segue a medrar en Galicia, como a creatividade é o que mellor nos identifica fronte a outras realidades e posíbelmente sexa o que mellor lle fai a este país.
A cultura, polo tanto, ten que ser o noso mellor sinal de identidade, un sector estratéxico que debería ser sempre alentado por todos para chegar a máis sitios e cunha maior fortaleza. Calquera investimento neste terreo ten sempre repercusión na nosa sociedade. Un retorno do que un se decata ao longo destes tres días abeirados no Lérez sentindo as ilusións dos seus protagonistas pero tamén as facianas dos visitantes, de pais e nais que xunto aos seus cativos rin en galego, de escritores orgullosos do feito e de lectores agradecidos con todos eles.
Falamos de máis de cen expositores que redimensionan a nosa cultura e dos que podemos gozar para entender mellor como somos. Pódolles asegurar que sairán moito mellor do que entraron, orgullosos dos seus, do que se fai aquí, e tamén sentirán como o seu espírito medra porque a cultura, se algo acada, é que o ser humano sexa máis ser e máis humano, sexa, en definitiva, mellor persoa. Só por iso paga a pena mergullarse na cultura, pero é que ademais o van pasar moi ben grazas ao esforzo dunha organización cada vez mellor e, sobre todo, grazas ao talento que medra na nosa terra.



Publicado no Diario de Pontevedra/El Progreso de Lugo 30/11/2018
Vista xeral do Culturgal na edición do ano 2017. Foto: Rafa Fariña


mércores, 28 de novembro de 2018

Novecento

Hay películas que justifican una filmografía y cuanto homenaje pueda llegar. ‘Novecento’, de Bernardo Bertolucci, es una de ellas


SE muere Bernardo Bertolucci pero su cine sigue en pie. Es la gran virtud de los creadores, que sus obras, sus ideas y sus apuestas seguirán entre nosotros con esa vocación de eternidad que solo el arte puede alcanzar. El director italiano nos deja varias obras con esa condición, películas que marcaron tiempos y momentos muy concretos de la historia, una historia que volcaba inteligentemente en la práctica totalidad de sus proyectos. Junto a sus tres grandes títulos: ‘El último tango en París’, ‘Novecento’ y ‘El último emperador’, películas como ‘La estrategia de la araña’, ‘El conformista’ o ‘El cielo protector’, conforman una de las filmografías más importantes del cine europeo de las últimas décadas y quizás el último exponente de ese cine italiano que se nutrió con la posguerra, en el Neorrealismo y que agitaron poco después Pasolini y Fellini.
Con el primero se inició en el cine, y el trabajo fue su escuela. Sin aprendizajes teóricos los planos y las historias se fueron sucediendo hasta que con ‘El último tango en París’, Bertolucci reclamó la atención del mundo bajo el escándalo originado por las escenas entre Marlon Brando y Maria Schneider. Una polémica que se ha venido reactivando cada cierto tiempo hasta estos últimos años. Su siguiente película fue ‘Novecento’, uno de los grandes testimonios cinematográficos de la historia del ser humano y que hoy mismo, esta nueva y oxigenada Televisión Española, emitirá como homenaje al director dentro de ‘Días de cine clásico’, regalándonos de nuevo la oportunidad de recorrer las cinco primeras décadas del siglo XX en Italia a través de la relación entre el hijo de un terrateniente y el de uno de los trabajadores de esas tierras. Ambos, interpretados por Robert de Niro y Gerard Depardieu, respectivamente, nacen el mismo día, pero es ese nacer en lados diferentes de la vida lo que va a marcar su camino en los años sucesivos. La película registrará los conflictos de clase, y cómo la amistad se va a ir magullando entre ese tenso ambiente en el que afloran las ideologías de principios de siglo. Las guerras mundiales y el ascenso del fascismo serán el paño de fondo para esa historia de personas maravillosamente interpretadas por un gran plantel de actores, uno de los puntos fuertes de la película, a lo que se le suman elementos como la fotografía de Vittorio Storaro o la música de Ennio Morricone, todos ellos nombres que, junto al del propio Bertolucci, son esenciales en la historia del cine. Compruebo que ambos viven, y de pronto pienso en como acaban de contemplar la muerte de parte de su propia historia personal y profesional.
Lo importante, insisto, tanto para los vivos como para los muertos, es que la humanidad pueda contemplar su trabajo. Si esta noche decidimos volver a ver o incluso descubrir (para aquellos que no lo hayan hecho será una noche enorme) en La 2 esta película, será la mejor manera de honrarlos a todos ellos, además de que podamos comprobar como el cine es uno de los mejores medios para explicar al ser humano, e intentar, a través de él, comprender nuestras actitudes y comportamientos a lo largo de la historia. Para ese fin ‘Novecento’ es uno de los monumentos que quedarán para la historia, por encima de tumbas, epitafios, crónicas y recuerdos, siendo sus imágenes el mejor testamento de un director eterno.


Publicado en Diario de Pontevedra 28/11/2018


martes, 27 de novembro de 2018

Concepción Arenal, mujer al descubierto

Rue Saint-Antoine nº 170
Literatura ▶ La defensa de la mujer, la reforma penal y la causa obrera están detrás del pionero trabajo en nuestra sociedad de Concepción Arenal (1820-1893). La pensadora más importante de su tiempo posee ahora una extraordinaria biografía con la que comprender mejor su tarea y su vida con un trascendente vínculo con Pontevedra

Plaza de Concepción Arenal en Pontevedra (Joel Martínez)

«Abride escolas e han pechar os cárceres», es la inscripción que ante el Colegio Froebel recuerda su labor a favor de la educación y la reinserción en la sociedad, pero también nos quiere recordar el paso por Pontevedra de una mujer que dinamitó muchas de las concepciones sobre lo femenino que en el siglo XIX se mantenían vigentes. Ahora, una biografía a cargo de Anna Caballé reivindica su personalidad alejada del cliché acuñado sobre su personalidad y explicando como su voz «fue la más poderosa de su siglo».
«La naturaleza ha querido que los dones de las mujeres se destinaran a la felicidad de los otros y que muy poco lo emplearan en sí mismas». Estas palabras, de la propia Concepción Arenal, son tomadas de una de sus autoras preferidas, Madame Stäel y Anna Caballé las recupera, de manera sorpresiva, tras consultar documentación, para realizar esta biografía, en las cuatro cajas de materiales que se encuentran en el Museo de Pontevedra. En esas cajas se encuentra la mejor manera de voltear los prejuicios que se tienen sobre la autora, al conservarse escritos que se salvaron de la destrucción de documentos que se produjo en sus días finales y tras su muerte. Anna Caballé además de ocho obras de teatro, dos novelas y un poemario, todos ellos inéditos, se dio de bruces con varios cuadernos de apuntes en los que se encuentra la mujer Concepción Arenal: «Un hallazgo iluminador y la mayor satisfacción que me ha deparado esta difícil biografía en la que que por primera vez se reconstruye toda la vida de la autora. En Pontevedra comprendí que junto a la severa pensadora y reformista latía otra mujer, rebelde, enamorada, desafiante y orgullosa, sobre la cual la primera se había impuesto con los años», escribe Anna Caballé en la introducción a este volumen titulado ‘Concepción Arenal. La caminante y su sombra’ que la editorial Taurus incluye en una espléndida colección de biografías.
Placa en vivienda de la calle Oliva en la que vivió la escritora
Reafirma así Pontevedra su vinculación con la autora nacida en Ferrol en 1920, y mantenida en vida cuando llega a la ciudad en 1889, al destinar Fomento a su hijo Fernando a la ciudad en su calidad de ingeniero de obras públicas, instalándose en la céntrica calle de la Oliva, lugar en el que hoy se conserva una placa en recuerdo de la estancia de la escritora y donde rápidamente organizó encuentros con diferentes personalidades de la ciudad con las que poder conversar de sus inquietudes. Por allí pasaron el Marqués de Riestra, la familia del marino Méndez Núñez, el catedrático Ernesto Caballero, Casto Sampedro, Augusto González Besada o los poetas Renato Ulloa y Heliodoro Fernández Gastañaduy. Hombres que sin embargo admiraban a Concepción Arenal. Son esos los años finales de la autora, con numerosos problemas de salud. Catarros y fiebres se van sucediendo siendo consciente de que el final llegará más pronto que tarde. En 1890 el traslado de su hijo a Vigo la lleva a dejar la capital y allí fallece tres años después.
Más allá de estos apuntes locales para nuestro interés, lo brillante de la biografía radica en esa descubierta y aproximación a la mujer, a la madre, a la hermana, a sus deseos y flaquezas que humanizan un relato que, por otra parte, tiene en la brillante narración de su autora el elemento necesario para no caer en la pesadez y rigidez con que muchas veces se envuelven este tipo de textos.
Concepción Arenal fue la primera mujer en asistir a la Universidad Española, lo hizo como oyente en un principio y disfrazada de hombre, para lo que incluso se cortó el pelo. Su deseo es licenciarse en Derecho lo que logra pese a ser descubierta en su engaño por el rector y, tras superar unas pruebas para su admisión, consigue llevar hasta el final dichos estudios. Su interés por las causas humanitarias apoyando a la Sociedad de San Vicente de Paúl la lleva a obtener una enorme consideración desde la administración. La beneficencia, la ayuda a los más necesitados y las situaciones de los penales españoles la irán preocupando cada vez más. Escribe numerosos textos dando a conocer esas situaciones que se daban en la sociedad española. El ministro de Justicia y el director general de Establecimientos Penales la nombran Visitadora de Cárceles de Mujeres, siendo la primera mujer en ocupar ese cargo. «Odia al delito y compadece al delincuente» es una de sus famosas frases sobre la redención de los presos y la necesidad de mejora de las situaciones de los penales.
Concepción Arenal fue también una pionera en cuanto al feminismo, criticando las teorías que defendían la inferioridad biológica de la mujer y luchando por conseguir su acceso a todos los niveles de la enseñanza. Toda esta serie de luchas y anhelos literarios de la escritora, Anna Caballé, los sincroniza con su periplo vital, con un caminar que tuvo numerosas sombras convertidas en penas- como la muerte de su esposo nueve años después de casarse- y que tenían el alivio necesario en esas preocupaciones por lograr una sociedad mejor, más justa e igualitaria entre los seres humanos.



Publicado en Diario de Pontevedra 26/11/2018


luns, 26 de novembro de 2018

Mártires


Foguetes verdes (6)
Castelao maxistral’ amosa a importancia da educación para o autor de Rianxo como ferramenta para instruír á poboación e así se rastrexa ao longo do seu variado traballo plástico


UNHA GRAN FOTOGRAFÍA á entrada da mostra contextualiza todo o que vai vir despois. Dela prende o sustento no que vai derivar a mostra: o compromiso cos ensinantes, con aqueles mestres que rexeneraron durante uns anos de esperanza  a España e a Galiza dende unhas aulas cheas de modestia, nos seus materiais, pero afoutas de ilusións e compromisos daqueles mestres que tiñan na educación dos cativos á mellor maneira de fornecer a todo un país de xente que tirase del. O levantamento militar, a Guerra Civil, esmagou todo iso, e moitos mestres foron asasinados. Cen deles en Galiza, cuxos nomes forman parte tamén da exposición. Nesa homenaxe é na que se enxerta o labor de Castelao, mestre durante un pouco tempo de debuxo no actual Instituto Valle-Inclán de Pontevedra, pero que tivo a educación como argumento de moitos dos seus traballos artísticos e que elexiu a un dos mestres do nacionalismo, Alexandre Bóveda, para evidenciar co seu martirio a perda da sociedade dos valores daqueles que aportan as súas luces sen máis intereses cos de facer medrar a un país.
A fotografía que nos recibe foi tomada o 17 de agosto de 1945, no centro Ourensán de Bos Aires no que se presentaron un busto en bronce de Alexandre Bóveda e o cadro de Castelao ‘A derradeira lección do mestre’. Pouco máis que aportar a esa mensaxe, o home fusilado nun 17 de agosto na Caeira, e o seu exemplo tomado como o motivo dun cadro que recuperaba a sexta ilustración que Castelao fixera en Valencia dentro do álbum Galicia Mártir e cuxo orixinal se atopa no Museo de Pontevedra. pero que durante o tempo da exposición acompaña ao cadro. Esa estampa foi a elexida por Castelao para aquela homenaxe no exilio arxentino, sabedor de que Bóveda fora o mestre de moitos e o mártir que simbolizaba o martirio de tantos outros, mestres e non mestres, nunha sociedade que tiña como testemuñas do horror aos nenos, eses mesmos que ante o cadáver choran e se laian da perda. Ás árbores núas, sen polas, sen follas que falen dun futuro esnaquizado con accións coma esta.
Este cadro que por primeira vez deixa o seu fogar arxentino e chega a Galiza é o gran atractivo da mostra. O altofalante mediático para atraer ao espectador e levalo á Cidade da Cultura de Compostela para percorrer esta mostra na que ademáis se amosan moitos outros materiais que teñen a súa significación dentro do contexto que se orixina da man do seu comisario Miguel Anxo Seixas Seoane. Ata chegar a ese cadro atopámonos caricaturas, debuxos, acuarelas, viñetas de prensa ou publicidades nas que Castelao reflicte o mundo dos nenos e a necesidade da educación. Dotar de fondos as escolas, a relación dos mestres cos alumnos ou a importancia dunha lingua propia están dentro delas xunto con tres das teimas de Castelao: a perda de peso do centralismo, as clases sociais evidenciadas na figura do cacique, e a lingua, son tamén as que imos a rastrexar no quefacer de Castelao que, co paso do tempo, foi mudando as achegas máis vencelladas ao puramente artístico cara o valor concienciador da arte como reflexión para a identificación dun país.
Emocionantes son tamén outros elementos da mostra como os debuxos realizados por unha das súas alumnas en Pontevedra, María Ameijeiras Rodríguez, pero tamén os obxectos que formaban parte daquelas aulas que nos levan ao tempo do propio Castelao en Galiza. e permiten ao visitante poñer formas ao que vimos en películas como ‘A lingua das bolboretas’, debedora desa misión do mestre republicano, e que tamén ten o seu protagonismo no final desta exposición que, se a algo ten que obrigarnos, é a pensar no feito por tantos e por como o horror e a represión poden esnaquizar as ilusións dun pensamento libre.



Publicado no Diario de Pontevedra 23/11/2018. Fotografía: Manuel G. Vicente. Cedida por Cidade da Cultura


domingo, 25 de novembro de 2018

«Da ruína da razón nace a palabra»

A perda do fogar familiar. Un derrubo, propiciado polos novos tempos, é o pulo creativo para o novo poemario de Pilar Pallarés, nome imprescindíbel da nosa lírica que emerxe neste ‘Tempo fósil’ coa palabra como alicerce dunha achega poética sobre o paso do tempo.


Estas verbas son o arrinque do poemario de Pilar Pallarés (Culleredo, 1957) que edita a sempre afouta editorial Chan da Pólvora e no que recuperamos a capacidade desta poeta para acoller, dende a palabra, toda unha declaración de intencións, neste caso, sobre o paso do tempo e como con el vanse tantas cousas. Pegadas individuais que esmorecen fronte ó peso do colectivo, e como nese esquecemento a palabra é o único que nos permite manter vivo o recordo.
A ampliación do aeroporto de Alvedro trouxo consigo danos colaterais como os derrubos de espazos que estaban chantados na alma de moitas persoas. Vivendas nas que se desenvolveu toda unha vida, o hábitat dunha familia arrasado polas obrigas da modernidade. Como coa casa familiar de Pilar Pallarés os novos tempos, de novas estradas, de novas construccións, etc, traen consigo moitas destas perdas convertidas en cicatrices nas vidas de moita xente. Cantos máis anos se viviron nelas, máis fondas, e aí, os nosos maiores son as grandes vítimas destes desaoloxos convertidos en desacougos.
Tempo fósil’ actívase dende esa situación como un territorio para suturar dende a palabra esa ferida convertida en distancia cun tempo anterior. Unha loita contra un mesmo e os recordos que se foron apegando co tempo na pel dos seus habitantes. A perda do físico deixa a imposibilidade do rastro, e todo se conduce cara a intimidade da persoa, cara o eu coma construción: «Soñan con fundar os pais,/obraren cando a casa/outra forma de vida/-nos imos xa cavando/até depositarmos/na ruína do pasado/o desfuturo», escribe Pilar Pallarés.
Cara ese 'desfuturo' asexa a poeta, alí onde «se parte o esternón da casa» para comezar a plantexar o novo fogar, a nova vida que se abre, obrigada, sobre unhas ruínas dende as que falar da infancia, da xuventude, da ocupación dun espazo físico convertido nun hábitat para o crecemento da persoa, sombras proxectadas entre as contras das fiestras, un interior plantexado fronte ao exterior como un espazo de recoñecemento. E de novo a palabra que en Pilar Pallarés cobra unha forzas as veces perdida, una forza teimuda para recoñecer e recoñecerse como o compás preciso para situarnos ante as novas situacións da vida. Unha palabra concisa, que pesa e se afunde na páxina coma un fito que acolle, de xeito incríbel, unha chea de sensacións. Palabra como rede ou, expresado en palabras da autora, «memoria táctil». Estamos ante palabras que case pódense tocar ao encerrar na súa grafía esa marca silenciosa, esa pulsación que vén do pasado e aínda no presente convértese en latexo irrenunciábel polo que ten de elo co pasado. Na palabra estamos nós, na palabra sentimos o que fomos e tentamos atoparnos hoxe.
«Cortesía da morte,/a vida,/cunha semente de tempo xermolando dentro», anúncianos a poeta como nunha epifanía o relevo do tempo, a epiderme do calendario que non deixa de pasar as súas follas para xogar con nós ao seu antollo. Unha síntese da palabra capaz de enxerir no texto o antes e o despois, a permanente sensación de que somos seres febles entre os cascallos dun pasado que esmorece cando nós mesmos somos os culpábeis desa fractura, desa fenda na alma daquilo que nos fixo e agora nos desfai.
Un poemario que nos amosa o potencial desta muller por construírmos dende a palabra, como leva facendo nos seus textos, sempre escritos de vagar, co pouso e a reflexión precisa para que esa palabra levede en forma e fondo. Así aconteceu cos seus anteriores poemarios: ‘Leopardo son’ (2011), o mítico ‘Livro das devoracións’ (1996) ou os iniciáticos ‘Sétima soidade’ (1984) e ‘Entre lusco e fusco’ (1980). Libros ancorados nunha serie de anos pero os realmente importantes son os anos que van dun ao outro. Ese espazo no que se move a vida coas súas leas que son quen de provocar esa escrita necesaria e agora tamén fósil da nosa memoria feita palabra.



Publicado no suplemento cultural Táboa Redonda. Diario de Pontevedra/El Progreso de Lugo 21/10/2018


Baleas e actores

Alumea de novo a poesía de Luisa Castro nun dobre territorio. A recuperación de Galaxia dun poemario xa mítico, ‘Baleas e Baleas’ que cumpre trinta anos. E a publicación por Visor do seu último traballo, ‘Actores vestidos de calles’. Todo un manancial inesgotábel de sensacións.


Luisa Castro (Foz, 1966) lembra de xeito nidio a orixe dese poemario: «meu pai e mais eu nunha tarde do ano 86, varados coma cachalotes na factoría de Morás, mirando para o mar e diante dos vellos raís oxidados». O tempo pode borrar moitas cousas, pero outras son imposíbeis de ser afastadas do noso interior. Do mesmo xeito hai poemarios que nun sistema literario emerxen coma o soprido dunha balea na mar en calma. Isto é o que vén de acontecer con ‘Baleas e baleas’ o poemario que na colección Esquío de poesía abrollou en 1988 e con el o nome desta autora convertida dende ese avistamento nun nome esencial da nosa escrita .
Esas lembranzas da autora, inclúense no prólogo a unha nova edición editada por Galaxia, a un volverse a poñer naquel mesmo lugar para darse conta da importancia daqueles versos, daquela maneira de ver o mundo, o seu mundo fronte aos outros mundos que viñeron despois. Pero aquel mundo sempre estivo no seu interior, aquel espazo de tabernas de mariñeiros e de historias de baleas, que se quedaba físicamente alí, mentres Luisa Castro marchaba cara outras singraduras que o compás da vida lle marcaba. Ten moito de retorno homérico esta recuperación dese texto. Ben pola editorial, e ben pola autora!
Non é sinxelo moitas veces botar a vista atrás, percorrer de novo o camiñado e poñer en circulación outra vez aquelas ideas. Pero o certo é que cando un se bota a ler ese texto tamén semella facer ese mesmo percorrido, vendo nas baleas un pasado de aprendizaxes e experiencias que nos marcan xa para sempre. O tránsito da infancia, da xuventude, dos espazos da memoria, do que acontecía arredor dun dende a familia ou as amizades, e todo un océano ao que máis tarde ou máis cedo voltamos. O máis emocionante é ver e sentir como eses poemas permanecen afoutos dende a súa escrita, faros que alumean aínda coa forza dos sentimentos, co fío de luz da palabra que segue a facer da escuridade un permanente amencer.
E tres décadas despois chega outro libro, tamén poderoso, tamén un libro que fala da experiencia, para converterse noutro faro contra a barbarie e a destrución do ser humano. Lonxe quedou aquela mirada tenra de ilusións fronte as escumas da vida. ‘Actores vestidos de calle’ sae no prestixioso catálogo poético da editorial Visor.
Un poema, escrito despois do atentado terrorista na escola de Beslán en Osetia no 2004, sitúanos ante o escenario. Dez anos despois Nápoles vese envolta nunha crise migratoria e a poeta baliza ese novo océano escribindo na propia cidade, entre o Instituto Cervantes e a residencia de poetas Torserenella, asomada a outro mar, a un Mediterráneo de augas quentes e almas esnaquizadas. Os recordos, a dor, os adeuses,o círculo baleiro, o abandono, o silencio, a tristeza... a equipaxe de tantos e tantos que desorientados asómanse a un novo mundo as máis das veces inxusto e insolidario con todos eles, mentres, o noso teatro, a nosa escena cotiá derrúbase sobre o chan ante os nosos propios comportamentos e a necesidade da palabra para nomear o que acontece, para ser a testemuña daquela imaxe anterior que é a que a provoca: «...las palabras vienen a salvarte de ese vacío,/ellas tienen el don de la clarividencia,/son bellas,/no tienes que temerlas,/no te apresures,/no las busques,/ellas vienen/ en tu auxilio».
A palabra como salvavidas, a maneira de enfrontarse á realidade cara a cara, tamén o salvoconducto cara o pasado, a aquel tempo no que o seu avó contáballe o que se agochaba no ventre das baleas para, finalmente, darse conta de quen realmente reside no ventre das baleas é ela, Luisa Castro, a poeta que segue a navegar en mares e vidas, e a buscar na palabra o faro preciso para alumearnos a todos ante o noso destino común.



Publicado no suplemento cultural Táboa Redonda. Diario de Pontevedra/El Progreso de Lugo 14/11/2018


mércores, 21 de novembro de 2018

Sen resentimento


As secuelas dun accidente de tráfico e 18 días en coma son a mecha que prende este libro terapéutico nos límites do ser posthumano


Baixaron un tempo de máis as pálpebras de Antón Reixa mentres conducía polos campos de Castela e xa todo mudou. Aquela viaxe a Madrid fracturou unha vida, e de paso unha tibia, un peroné, o calcáneo, unha vértebra, máis dunha ducia de costelas e ocasionou unha contusión pulmonar que obrigou aos médicos a inducirlle ao coma. ‘Michigan/Acaso Michigan’ é o relatorio do que aconteceu baixo a narcoanálise íntima da dor e da melancolía. Un estado de excepción no devir vital dun dos símbolos da cultura de Galicia nas últimas décadas. Filólogo, ensinante, poeta, a música deu a coñecer a Antón Reixa baixo o sol de ‘Os Resentidos’ xunto a unha posterior carreira entre a dirección e a producción de audiovisuais televisivos como ‘Mareas vivas’, ‘Sitio distinto’ ou a adaptación ao cine de ‘O lapis do carpinteiro’ de Manuel Rivas. Todo iso axitouse naquela cocteleira con rodas e co logro dunha recuperación que se tinxiu de punk, como tantas das súas actividades profesionais.
Sen resentimiento coa vida, Antón Reixa comezou a describir nunha especie de caderno de bitácora as experiencias daqueles días, os recordos do accidente, o coma, os medos e as angurias, a cadeira de rodas, o perdelo todo económicamente e todo iso envorcouse nunha serie de anotacións que levedaron en libro. Un abraiante percorrido entre o surreal e o demasiado real, entre o imaxinado e o que belisca a pel. É o abismo da mente e os seus antollos cando está ao límite. Así é como Antón Reixa aparece en Michigan onde os chevrolets alumean baixo o sol e os galegos macho o rodean. O cerebro, un bulebule incontrolábel, un xerador de emocións e de imaxes que a pouco que un se enfronte a elas semellan fascinantes. Nin túneles nin unha luz ao seu fondo cara á que dirixirse. En Antón Reixa todo é distinto, porque distinta é a súa mirada dende aquilo que fai. Este libro tamén é distinto porque nese diario tamén hai unha mirada aos acontecementos do país, os que se lle botaron enriba cando espertou. A unidade de España, un goberno de dereitas, Trump na Casa Blanca... e xunto a iso o sentarse nunha cadeira de rodas, as barreiras físicas, unha casa que xa non serve, unha residencia xeriátrica na que poder subsistir, o acougo e a profesionalidade de quen o asistiu. Frío e dor. As secuelas. A puta dor. Domar a dor é o que máis fere destas palabras. As palabras en Antón Reixa son a condución desa dor, desa dor física á que se tivo que acostumar. Desanular a dor que te anula.
Remata o libro editado en galego por Xerais cunha correspondencia entre Antón Reixa e Daniel Salgado. É o contraste final da análise do sucedido dende o pensamento. Agora a frase espállase, como a consolidación da vida, mentres que no texto de Antón Reixa a frase é lóstrego, un alumear que xorde da anotación, do instante, da sentenza nun momento finito. Mentres, na edición en castelán, a cargo de Círculo de Tiza, esa correspondencia é un limiar de Juan Tallón que remata deste xeito: «nos pelearemos un día por llevar su ataúd en hombros y escribir su necrológica para que nadie olvide jamás que grande fue». A pelexa estivo cerca, pero terá que agardar un pouco máis a que o Antón Reixa escritor, que é o que nos toca agora, siga a medrar para que sexamos máis os que o levemos sobre o ombreiro.



Publicado no Diario de Pontevedra 21/11/2018


luns, 19 de novembro de 2018

Valle-Inclán, corresponsal de guerra

Rue Saint-Antoine nº 170
Literatura ▶ En 1916, en plena Primera Guerra Mundial, Ramón del Valle-Inclán se planta en el frente de guerra franco alemán, invitado por el gobierno francés, conocedor de su defensa de la causa aliada. Permaneció dos meses entre trincheras, caballos reventados, lluvias constantes y ratas para dejarnos una estremecedora crónica del conflicto


Europa anda estas semanas metida en recuerdos, conmemoraciones y homenajes destinados a poner en valor el final de la Primera Guerra Mundial y las posibles lecciones que un conflicto de ese calibre dejan en esta Europa que llega a nuestros días repleta de dudas y ansiedades. Aquel armisticio se firmó el 11 de noviembre de 1918 en un vagón de tren en el bosque de Compiègne, a escasos metros del frente de la contienda, de aquella línea de trincheras que iba de los montes alsacianos hasta la costa del mar del Norte. Una distancia que marcó el inicio de una nueva manera de entender la guerra, batallas con nuevos medios mecánicos de destrucción, con aviación y con una estrategia que derivó en lo que se dio en llamar como guerra de trincheras. Dos ejércitos armados hasta los dientes separados por unos pocos metros de distancia y metidos bajo tierra, una tierra húmeda y llena de ratas en el corazón de una Europa que presenciaba uno de los mayores fracasos del ser humano y que luego se vería redimensionado con la II Guerra Mundial.
Hasta ese abismo moral llegó nuestro paisano a finales de abril de 1916, permaneciendo durante dos meses, invitado por el gobierno francés y de la mano del diplomático francés Jacques Chaumié, que había conocido en los cafés madrileños. Éste, conocedor del apoyo del escritor a la causa gala, y como hicieron con otros creadores, le invitó a esa experiencia que debía derivar en un libro de apoyo a la causa. Valle-Inclán no se lo pensó, saliendo hacia París y participando de tres recorridos en el frente: el primero en los Vosgos y la Alsacia; el segundo en Châlons, visitando un campo de aviación; y el tercero en la ciudad de Reims. Ese material tuvo una primera publicación en prensa, en ‘El Imparcial’, con dos series de entregas sobre lo allí vivido que derivaron en la publicación en junio de 1917 del libro ‘La media noche. Visión estelar de un momento de guerra’.
Un relato concentrado al máximo en el que leerlo hoy todavía estremece por la contundencia de lo escrito. Por una narración áspera, vibrantemente alejada del Valle-Inclán modernista, y es que en este momento la escritura de Valle-Inclán, como el mundo que lo rodeaba, estaba mudando por completo. En ese mismo año de 1916 el de Vilanova de Arousa publica ‘La lámpara maravillosa’, todo un manifiesto estético de su concepción creativa que iría desde estos momentos dirigiéndose hacia el esperpento, pero antes, en este libro, en estos apuntes de la guerra, Valle-Inclán se adentra ya por los senderos de la modernidad en la escritura, como estaban haciendo otros autores en diferentes rincones del mundo (Joyce, Dos Passos, Faulkner), analizando las posibilidades de expresión a partir del punto de vista utilizado. La pretensión del creador de ‘Luces de Bohemia’ con estos pequeños capítulos es ofrecer un fresco simultáneo de lo que sucede en un mismo momento, una especie de perspectiva aérea de conjunto, una agrupación de tiempos y acciones que propician una síntesis global desde la narración de pequeños asuntos del día a día. Se escapa de la gran batalla, de la gran gesta, y todo se reduce a la mirada intensa del reportero y lo que pasa ante sus ojos. Y ahí es cuando Valle-Inclán descerraja su escritura de noches en las que las luces de las ráfagas de las ametralladoras salpican la oscuridad, de caballos y soldados despanzurrados, de un lodo cada vez más denso en el que debido a las lluvias constantes y el aumento de muertos convertía las trincheras en enormes nidos de ratas.
Todo ese infierno Valle-Inclán lo condensó en un pequeño cuaderno anotando lo que veía y lo que le contaban, con tachaduras y correcciones, un texto vivo y vívido. Es el ‘Cuaderno de Francia’, que ahora custodia la Cátedra Valle-Inclán de la Universidad de Santiago de Compostela (que culmina estos días la homérica labor de publicar sus obras completas) y del que se ha editado una maravillosa edición facsimilar de la mano de la especialista Margarita Santos Zas, autora también del prólogo de la impresión, el pasado año, en Alianza Editorial, de ‘La media noche. Visión estelar de un momento de guerra’ con motivo del centenario de su publicación. Ambos son una manera perfecta de seguir los pasos de Valle-Inclán en ese frente de guerra francés que cumple cien años de su final, pero también el mejor camino para entender los pasos hacia la modernidad en la obra del creador del Marqués de Bradomín. Un camino que se conducirá por el esperpento, ‘Tirano Banderas’ o ‘El ruedo ibérico’, como singulares etapas de esa nueva narrativa.
En todos esos momentos posteriores seguramente estarían bien presentes las imágenes contempladas entre las trincheras, como aquel vuelo sobre el escenario de la guerra: «Yo he volado sobre las trincheras alemanas y jamás he sentido una impresión que iguala a esta en fuerza y belleza», escribió Valle-Inclán. Aquel universo de horror y destrucción formaba parte de un nuevo mundo en el que Valle-Inclán estaba para anotarlo y para contarlo.


Publicado en Diario de Pontevedra 19/11/2018


Kapoor

Foguetes verdes (5)
'Obras, pensamentos e experiencias' é o xeito como Anish Kapoor explica o seu traballo no Museu Serralves de Porto. Unha obra escultórica presentada dende 56 maquetas e 5 pezas.


É A SÚA PRIMEIRA exposición individual en Portugal. E faino nun marco tan privilexiado como os engaiolantes espazos naturais do Museu Serralves de Porto e na súa admirada arquitectura doutro mestre da creación, como Álvaro Siza. Ata alí leva o creador indio británico a súa mostra resumida nese título, ‘Obras, pensamentos e experiencias’ co que se precisa, de xeito lúcido, o seu traballo. A configuración física nunha peza do seu pensamento e da experiencia dende a relación do material coa súa contorna, e como iso inflúe no espectador.
Dous grandes eixos temáticos espállanse polo museo. A impresionante colección de 56 maquetas de moitos dos seus proxectos no interior do edificio xunto coa obra‘Whiteout’ e no parque catro pezas que amosan esa relación da obra co que a rodea. Esa chea de maquetas deixa ben clara a vontade do artista por compoñer un diálogo coa natureza, por sorprendela e por sorprendernos a nós. Son todas elas unha sorte de fosilización dos seus pensamentos, de proxectos executados, doutros que non, de intervencións en diferentes momentos do proceso, pero que sempre posúen esa capacidade de revelación arredor do artista.
Pero é fóra, no parque, onde Anish Kapoor amosa todo o seu potencial. Antes de saír atopamos unha sinxela peza, un monolito branco no hall do Museo. Unha escala intermedia entre o out e o in. Perímetro e luz que configuran unha obra dunha gran solidez. Un baleiro branco que vai a contrastar coa primeira peza que nos atopamos ao saír ao exterior. Unha obra icónica da súa traxectoria que xa foi exposta noutros xardíns, diferentes, xeométricos, ilustrados, se podemos axustar o termo, como son os de Versalles, ‘Corpo seccional preparándose para unha singularidade monádica’ é a peza que nos recibe á entrada do centro cultural. Un gran cubo con tres aberturas. Un xogo de luz e cor, un volume que nos engule dentro dun vermello que loita co negro para tensionar a atmosfera. É unha arquitectura ou é unha escultura? a interrogante móvese na nosa mente e flúe pola organicidade da obra.
Descenso cara o limbo’, instálase na clareira das Azinheiras. De novo a loita, neste caso entre a luz e a escuridade. Un burato negro no centro do espazo, un ámbito indefinido entre nós, o lugar e o non lugar que se agocha baixo el.
Sky Mirror’ pénsase para un espazo íntimo, o xardín do reloxo de sol. Un espello cóncavo pecha no seu interior a vexetación que o rodea e a nós mesmos. Un reflexo que nos atrae, xa que debemos atopar a posición axeitada para formar parte del e desa nova dimensión que enguedella ceo, terra e persoa. Aínda nos queda unha sorpresa máis na exposición, a peza ‘Linguaxe das aves’. Un minarete ata onde debe subir un chamador de aves, unha persoa que mediante os seus sons engaiola aos paxaros da contorna. A eles se lles chama como parte dun culto á natureza, unha impresión dun paraíso no que as aves cos seus cantos alumean as nosas vidas.
Materiales, formas, pigmentos son o fío conductor das propostas de Kapoor. Unha aposta por modificar a percepción dos visitantes e por enfrontalo a unha nova realidade que emerxe do interior de cada unha das súas obras.
Estamos ante toda unha experiencia sensorial que completa o que a natureza do parque de Serralves é quen propoñer. Unha visita obrigada para nós que estamos tran preto desa opción artística, na que ademais podemos gozar de dúas exposicións de calidade, a do director de cine Pedro Costa e a de fotografía de Robert Mapplethorpe. Tres propostas diferentes, pero complementarias, ao poñernos ante tres creadores reflexionando arredor do ser humano e da relación coas nosas diferentes.



Publicado no Diario de Pontevedra/El Progreso de Lugo 16/11/2018


mércores, 14 de novembro de 2018

¡Ánimo animal!

El mundo de la música y la creación celebra los 75 años de Luis Eduardo Aute con varios discos y un concierto homenaje


ESA EXPRESIÓN, tan salvaje como decidida, es bajo la que se amparan un buen puñado de músicos y cantantes que el próximo 10 de diciembre se reunirán en Madrid para, junto a la banda del propio Luis Eduardo Aute, hacer un repaso a su discografía. ¡Ánimo animal! es el mensaje que todos ellos le quieren enviar a uno de los talentos musicales más grandes que haya dado este país y del que no pocos han bebido, tanto en sus canciones como en sus propias vidas. Se celebra así que Luis Eduardo Aute cumple en este año, complicado por su salud, 75 desde su nacimiento, y 50 desde su debut musical. Una larga trayectoria que nos ha dejado momentos memorables y canciones inolvidables, auténticos cánticos generacionales que se han ido poco a poco sedimentando en todos nosotros hasta formar parte de lo que hoy somos.
Pero hasta ese día de diciembre a su alrededor se están sucediendo diferentes convocatorias, como la que nos deja en su voz los poemas de nuestro Carlos Oroza. Poeta libérrimo y ácrata, un verso libre que encaja muy bien con el propio Aute que ahora pone música a seis de sus poemas, junto a otros materiales, en una iniciativa de la viguesa editorial Elvira bajo el título de ‘Aute canta a Oroza’. A ello tenemos que sumarle que el viernes se publica un disco grabado en directo durante su última gira en los conciertos de México y Madrid, con el brillante título de ‘La luz y la sombra’. Como la propia vida, un baile de luces y sombras, donde estas se suceden y por donde Luis Eduardo Aute ha configurado su camino desde la música, la poesía o la pintura. Un creador incansable al que en Pontevedra hemos recibido en varias ocasiones como activo en todas esas facetas. La más desconocida, como pintor, fue en un lejano 1988 cuando trajo sus pinturas a la sala de exposiciones del Teatro Principal. «Yo pinto desde que tengo uso de razón. Quería ser pintor desde muy pequeño y me lo planteé muy seriamente, pero luego se me cruzó por delante una guitarra y empecé a escribir poemas y a musicarlos». Así explicaba a este medio en aquel año esa diversidad creativa que, desde entonces, no ha dejado de multiplicarse a partir de esas encrucijadas de soportes que al fin y al cabo vienen a responder a una misma necesidad, la de expresar todo el caudal de sensaciones que se acumulan en su interior.
La belleza’, ‘De alguna manera’, ‘Slowly’, ‘Cine, cine’, ‘Al alba’, ‘Una de dos’, ‘Alevosía’, ‘Anda’, ‘Las cuatro y diez’, ‘Sin tu latido’... ¿quieren que siga?, porque podría continuar hasta completar el espacio que resta de este artículo y más allá con todas esas canciones maravillosas por las que muchos de nosotros hemos transitado en algún que otro momento. La música, como pocas artes, tiene la capacidad para engullirte, para cogerte del cuello de cuando en cuando y moverte a otros tiempos, a otros lugares y a otras compañías. Luis Eduardo Aute, con o sin salud, siempre será la persona que nos ha dejado eso tan impagable en una vida como son los momentos que nunca se olvidan, y con ellos sus bandas sonoras, pellizcos en la piel que te agitan para darte cuenta de lo vivido y de lo sentido. Una deuda eterna la que tiene todo su público con alguien capaz de lograr eso.
Prepárense porque durante estos días y semanas volveremos a recuperar muchos de esos momentos, instantes que nos pondrán ante el espejo para contemplarnos junto a un grande de nuestra cultura, junto a un poderoso animal.



Publicado en Diario de Pontevedra 14/11/2018
Fotografía: Luis Eduardo Aute en su última visita a Pontevedra en 2012 (Rafa Fariña)

luns, 12 de novembro de 2018

Os fillos da dignidade

Memoria ▶ Cada unha das súas historias persoais é unha historia de sufrimento e resistencia. De loita contra a barbarie que significou o seu asasinato. Os dez fusilados en Pontevedra na data do 12 de novembro de 1936 convertéronse nunha das páxinas más tristes da nosa historia, pero da que tamén quedou un resolta semente

AS dez historias que se agochan tras o dez nomes dos fusilados o 12 de novembro de 1936 en Pontevedra son un exemplo de resistencia convertida en lembranza. Principios irrenunciábeis que se agocharon no seo desas familias que son hoxe unha lección para todos nós aos que honrar cada ano nesta data.
Unha desas historias foi a de Ramiro Paz Carbajal (1891-1937), un home cunha gran presenza na cidade de Pontevedra dende a súa situación laboral: impresor que dirixiu os semanarios ‘Acción Obrera’, ‘Nueva Aurora’ e ‘La Hora’ estando tamén ao cargo dun quiosco e un surtidor de gasolina; así como ao fronte de diferentes entidades sindicais e políticas de corte socialista, sendo presidente da Federación Obrera Local (1920), Presidente da Agrupación Socialista (1920,1933), Presidente do Comité Provincial da Fronte Popular (1936) ou da Federación Provincial Socialista (1936). Tamén foi concelleiro e Delegado Técnico do Hospital Provincial. Pero tamén  a súa presenza na cidade tiña outro alicerce no seu ámbito familiar, no que, tras dous matrimonios, o primeiro con Pura Beloso e o segundo, pola morte desta, con Dolores Lois,  trouxo ao mundo a cinco fillos do primeiro e catro do segundo, que deixaron unha semente que nas décadas seguintes converteuse para toda esa familia nunha resistencia activa fronte ao que acontecía arredor do entorno dun represaliado nunha pequena capital de provincia.
«Xustiza, liberdade, igualdade e mellora de vida dos traballadores», foron a súa teima nesa curta vida, como ben reflicte no imprescindíbel libro que lle adicou Aurora Marco, ‘Ramiro Paz Carbajal. Unha vida segada pola barbarie’, (Editorial Toxosoutos) no que se basea todo este relato, e no que podemos pescudar polo miúdo todo ese labor a prol da xente, sempre cos máis desfavorecidos na mirada e na acción decidida. A súa vida estivo sempre chea de boas obras, dun continuo traballo cara os seus, pero tamén de axuda aos demais, dende as súas posibilidades económicas e administrativas, ata esa data na que todo mudou.
O 20 de xullo de 1936 tivo lugar a súa detención, cando se atopaba no Hospital Provincial supervisando a recepción dos enfermos, algo que adoitaba facer e cos que tiña unha relación moi especial. Nunca aceptaba agasallos deles, «iso é cousa de caciques», dicía,  preocupándose de que as súas condicións fosen as mellores. As propias monxas do hospital facilitáronlle un hábito de franciscano para fuxir, pero el rexeitouno, xa que non fixera nada. Alí quedou detido ata o 6 de setembro cando foi trasladado á Escola Normal onde estaba o cárcere. O 22 de outubro foi levado á Illa de San Simón e o día 31 xa estaba de volta para o xuízo xunto a Juan Rico, Telmo Bernárdez, Luis Poza, Amancio Caamaño, José Adrio, Germán Adrio, Paulo Novás, Víctor Casas e Benigno Rey. Un xuízo innecesario, unha pantomima, xa que todo estaba decidido. Nin a declaración de Evaristo Paredes, editor do Diario de Pontevedra, poñendo en valor a súa actuación nuns graves actos de vandalismo no mes de xaneiro coa entrada dun grupo de xente disposta a destruír aquela imprenta e redacción, e a defensa da súa persoa, puideron facer nada. Nin a viaxe a Burgos da que sería a súa viuva, Dolores Lois, xunto a outras mulleres para pedirlle o indulto a Mola mudou nada. O 12 de novembro  ás 7,15 horas foron levados ao quilómetro un da estrada a Campañó dende onde os disparos dos asasinos racharon o silencio da cidade, sendo escoitados por todos aqueles cativos que dende ese momento quedaron orfos de pai. O terror xa tiña actuado e nada voltou a ser igual na casa dos Paz.
Pero a de todos eles foi unha lección de resistencia da que Montse Fajardo, necesaria e afoutada estudosa destas vidas feridas pola represión, destaca o seu carácter de resistentes: «Xunto coa familia Poza foron dos que menos se pregaron ao Réxime. De feito Dolores Lois non bautizou ao seu fillo póstumo, que naceu en febreiro do 1937, e iso é moito dicir». Tamén a investigadora, a través das súas conversas cos fillos de Ramiro Paz, recupera outro capítulo de tensión cando Pura Paz estando no Cine Coliseum co seu mozo negouse ao final do filme, como era habitual, a erguer o brazo para facer o saúdo fascista, sendo recriminada por un garda, pero ela non o fixo.
Tamén é especialmente salientábel a loita doutro dos seus fillos, Isidro Paz, por tentar mudar as miserábeis e vergoñentas palabras que constan na acta de defunción do seu pai, na que aparece como causa da morte unha hemorraxia interna en vez dunha morte por fusilamento. Accións que nos falan da necesidade e da obriga por resistir, por sermos parte dunha sociedade moralmente sa para enfrontarse ao terror e á barbarie. Así o querería Ramiro Paz, e así llo reflectiu aos seus cando, coñecedor do que se aveciñaba, pediu que lle fixesen unha fotografía. Unha imaxe na que vemos a un home sereo e orgulloso do feito. Un home en cuxos ollos hoxe poden reflectirse os seus fillos. Os fillos da dignidade.



Son varias as cartas que se conservan deses días finais entre Ramiro Paz e a súa muller, Dolores Lois, entre elas esta, non se sabe si escrita no Lazareto de San Simón ou dende o cárcere de Pontevedra:
«Querida Lola: Mañana a primera hora, ve junto al señor Pontijas, juez de nuestra causa, y dile que yo deseo una fotografía y necesito la correspondiente autorización. Quisiera hacerlo mañana, a primeras horas. Después hablas con Pintos o con otro fotógrafo que esté dispuesto a venir.
Tu amantísimo esposo».

Publicado no Diario de Pontevedra 12/11/2018
Fotografías na páxina:Arriba, os fillos de Ramiro e Pura; abaixo, Dolores Lois (esquerda) cos nenos. Imaxes do Arquivo familiar e incorporadas ao proxecto 'Memoria das Mulleres' do Concello de Pontevedra.


domingo, 11 de novembro de 2018

Que as flores non murchen


Nenos deixando flores no monumento
aos fusilados o 12 de novembro (Javier Cervera-Mercadillo)

OS DOCE de novembro son na nosa Pontevedra os días da dignidade. Os días da lembranza daqueles dez homes, asasinados nesta mesma data de 1936, nos que se resume a rebeldía, fronte ao desvarío, deles, e de tantos outros que neses días escuros viron as súas vidas e ás das súas familias esmagadas. Achegarse ao monumento no que se lles lembra está sempre cheo de emocións, pero tamén de afoutezas polo que ten de obriga do resto dos cidadáns. Obrigas coa moral cívica dun pobo que viu como algúns dos seus foron vilmente afastados da comunidade. Esquecer sería colaborar cos que cometeron aquela barbaridade, de aí cunha sociedade comprometida estea na obriga de seguir mantendo ese recordo sempre aceso.
Os actos dos últimos anos que cada 12 de novembro reúnen, arredor do monumento que a eles se lles adica na Pasarela, a representantes políticos, familiares e cidadáns anónimos, é unha fermosa mostra dese compromiso que ten, nun insospeitado capítulo que se repite ano tras ano, unha desas esperanzas tan necesarias dentro dunha sociedade non demasiado afeita a estas imaxes. Falo dos cativos que participan nunha ofrenda na que deixan unha flor ao pé dese monolito, xusto baixo os nomes daqueles dez homes valentes. Nenos que non saben realmente o que fan, o que se agocha tras esa acción, aparentemente infantil, pero que tras ese xesto preguntan aos seus pais ou familiares porqué fixeron iso. Eses porqués son a chave cara o futuro. Que os nosos nenos e nenas saiban que non sempre se viviu tan ben como vivimos nós agora, que nun tempo a xente sufriu moito por cuestións ideolóxicas, por pensar dun xeito diferente a como algúns, que ostentaban o poder e as armas, consideraban que se tiña que pensar, segundo o seu ideario. Nesa pequena semente que cada 12 de novembro se planta nese acto está boa parte do noso futuro, o que nos permitirá seguir pensando que todos podemos vivir xuntos con ideas e comportamentos diferentes, pero que nunca e debe chegar a aqueles extremos de ignominia.
José Adrio Barreiro, Germán Adrio Mañá, Amancio Caamaño, Telmo Bernárdez Santomé, Víctor Casas Rey, Paulo Novás Souto, Ramiro Paz Carbajal, Luis Poza Pastrana, Benigno Rey Pavón y Juan Rico González son eses nomes convertidos en semente. Dez nomes que nunca debemos deixar de lembrar, como o de tantos outros, certo, pero o destes dez, gravados en pedra na pel da nosa cidade e na nosa memoria daquel fatídico día, son o resumo exemplar do que non se pode esquecer e do futuro que se reflicte na nosa rapazada á que temos que axudar a medrar cunha serie de valores.
A nosa é unha sociedade que todavía ten moito que aportar a esta cuestión, cunha Lei de Memoria Histórica sen desenvolver por completo, con intencións pero escasas accións, e cunha serie de movementos reaccionarios que impiden que mirar cara atrás sexa o bálsamo necesario para que as feridas sanden. Non se trata de abrilas, senón de pechalas. Capítulos da nosa historia que aínda precisan estudos e revisións, descubertas que beliscan a pel, como a que nestes días converte ao noso xornal en parte dese labor, a través da reportaxe de Sara Vila coa que descubriu a identidade dun home de Xeve que estivo preso nun campo de concentración nazi en Alemaña. Manuel Pérez Taboada é ese último nome. Agora a súa familia recuperará os seus obxectos persoais, pero a sociedade recuperou un nome que nunca debería murchar, como as flores que cada 12 de novembro deixan os nosos nenos no ronsel da memoria.



Publicado no Diario de Pontevedra 9/11/2018