Rosalía se ha
convertido en el gran terremoto de la música en España con dos
discos en los que su fusión flamenca logra miles de fans
Su
voz es caricia y crujido. Un pellizco en la piel que emana del mundo
del flamenco pero que se fusiona con ritmos urbanos y muy próximos a
los sonidos que conquistan a los más jóvenes. Ese es el gran
milagro de su música, el alcanzar a un público que sería imposible
de llevar a los ritmos flamencos sin desvirtuar su esencia, pese a lo
que digan los puristas. Rosalía, con sus 25 años, ha dinamitado
muchas de las convenciones de la música dentro de una estrategia
global de vestuarios muy estudiados e imágenes impactantes que solo
consiguen sumar en la consecución de sus fines, cantar desde el
flamenco para emocionar y lograr un efecto cautivador hasta hace poco
tiempo impensable entre el público.
Catalana de nacimiento
a los siete años se arrancó a cantar en una comida familiar y
cuando abrió los ojos todos estaban llorando alrededor de la mesa.
Supo desde ese momento que la emoción es un imán difícil de
repeler y desde entonces comenzó a estudiar y a educar su voz
eligiendo ser flamenca, o por lo menos que su música lo fuese. Ahora
llega su segundo disco que rompe marcas en reproducciones en
plataformas digitales y en las redes sociales y todo con una base
irrenunciable, el de ese ‘quejío’ que te rompe el alma cada vez
que lo escuchas. Ese mismo que nos volvió locos a muchos cuando en
su anterior trabajo ‘Los Ángeles’ nos adentró en una espiral de
sonidos y ritmos que no entendíamos muy bien de donde habían
salido, sino era de un sentido primigenio repleto de talento y desde
la audaz experimentación de una música con una capacidad de
transmitir como pocas. Fue hace más de un año cuando Antonio Lucas
con un artículo en El Mundo la puso ante mis ojos y, posteriormente,
frente a mis oídos, por donde esa voz tan pura como asombrosamente
firme para su juventud se adentró con un magnetismo que me llevó a
comprar su disco y a escucharlo una y otra vez. Durante estas semanas
contemplo como aquel terremoto ha provocado un tsunami con su nueva
grabación ‘El mal querer’, que ya no solo cautiva al público
español sino también al internacional. Actuaciones en la BBC, un
gran espacio en la portada del diario francés Liberation y esta
misma semana su continua presencia en programas de radio y televisión
aplauden a este fenómeno musical que no muestra límites. Una
poderosa presencia visual que no debe distraernos de lo realmente
importante, su música. Ni su vestuario, ni sus largas uñas, ni sus
coreografías deben apartarnos de lo realmente importante, de su voz
y de su sentir, de una transmisión que hacía mucho tiempo que no se
producía desde el mundo flamenco que no debe entrar en colisión con
la propuesta de Rosalía, bien al contrario, pocos pueden hacer tanto
en estos momentos por esa música como ella.
Mujer
y libre. Un camino necesario hoy para seguir rompiendo techos, para
que su energía musical siga siendo una rebelión en toda regla
frente a los cánones más tradicionales y tradicionalistas. Yo no
dejo de imaginarme a Camarón y a Enrique Morente aplaudiéndola a
rabiar con un gesto de satisfacción. La música necesita de esa
riqueza de fusiones y de esa vitalidad para moverse, para crecer y
para seguir siendo parte activa de nuestra sociedad. Si no la han
escuchado todavía háganlo, y no sólo las canciones que más se
repiten en los medios de comunicación, sino esas otras en las que su
voz emerge como el agua fresca recién sacada de un pozo, donde la
guitarra mantiene un pulso con una música en libertad.
Publicado en Diario de Pontevedra 7/11/2018
Foto: Rosalía durante el concierto gratuito ofrecido en Madrid en octubre. Gandul (efe)
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