martes, 31 de outubro de 2017

Paseando pola pintura

Rue Saint-Antoine nº 170
Pintura ▶ Ata o 3 de novembro na sala Nemonon podemos permitirnos o luxo de camiñar pola pintura, de facer do cadro un espazo de experimentación sensorial que nos leva a sentir a natureza na pel. A proposta de Francisco Sutil recupera a pintura de paisaxe como gran xénero histórico pero tamén como unha terapia para as nosas almas.


CAda cadro é unha camiñada. Cada pincelada un paso por unha corredoira. A pintura de Francisco Sutil é unha invocación a facer da pintura unha sensación que nos acompañe durante un instante. Ou mellor dito, instantes. Xa que cada cadro dos que se amosan nesta exposición, de título ‘Murmurios no bosque’, funciona case como unha exposición en si mesma. Grandes lenzos que nos levan a situarnos fronte a natureza, a nosa natureza, esa da que adoitamos gozar cando camiñamos polas nosas corredoiras, cando nos apoiamos nun valado, cando enchoupamos os pés nunha lameira... fragmentos dunha inmensidade coa que non somos todo o agradecidos que deberíamos ser. A recente vaga de lumes amosa como a capacidade do ser humano para a destrución da súa contorna non ten límite algún. Sirva tamén, a partir disto, cada unha desas miradas fronte a cada un dos lenzos, como unha homenaxe a un dos nosos grandes tesouros. Alí, fronte a ela, xorde a capacidade de Francisco Sutil para plantexar esa evocación dun xeito realista que lle permite captar toda a chea de matices que a natureza é quen de acadar. A súa mirada evócanos aquela pintura da Escola de Barbizon na que os pintores botáronse a esa rexión francesa a poñerse nas mans da nai natureza, a desterrar contaminacións idílicas, a desterrar ao propio home que, na súa vocación romanticista, participaba dunha natureza as veces irreal. Aquela Escola pintaba por e para a natureza, para a súa representación e para que a pintura reflectise toda esa morea de sensacións.
As pinceladas de Francisco Sutil trasládanse de Barbizón a nosa contorna. Recunchos que forman parte de nós cos que o pintor establece unha fonda intimidade, o resultado da súa presenza naquela paraxe e do seu estudo, xa non só físico senón espiritual, e todo iso conflúe nun cadro no que un pode casi escoitar o seu interior, oler ou tocar ese contido, tal é a súa mimetización coa realidade. O «diálogo sagrado» do que falaba Friedrich Hölderling sobre a relación de home e natureza é o sostemento desta exposición, ampliándose dende o momento íntimo que vive o pintor fronte a ela para acollernos aos visitantes como nunha gran aperta.
Pero xunto ás paisaxes Francisco Sutil amosa outras calidades, como as das súas acuarelas, nas que se reflicten retratros, xestos ou movementos de protagonistas do noso folclore. Pezas que máis alá do seu tamaño amosan unha gran mestría, así como a capacidade para manter o que é a fugacidade dun instante, concedéndolle unha frescura que deixa patente o seu talento. Volvemos á natureza, a camiñar e pasear por ela, a sabermos parte súa e a recoñecela como parte de nós, pese as feridas que lle provocamos. A ela, a nosa devoción e agradecemento.



Publicado no Diario de Pontevedra 30/10/2017


sábado, 28 de outubro de 2017

Feo, católico y sentimental...

Ramón María del Valle-Inclán falleció el 5 de enero de 1936. Ochenta años después, en 2016 y junto a autores tan importantes como Lorca, Muñoz Seca o Unamuno, los derechos de sus obras pasaron a ser de dominio público lo que ha provocado que diferentes editoriales a lo largo de 2017 hayan puesto en el mercado sus obras reeditadas de diversas maneras. Una de las más atractivas es la que viene de publicar Reino de Cordelia con las famosas ‘Sonatas’ del escritor gallego acompañadas de las ilustraciones del pintor coruñés Víctor López-Rúa y con su edición al cuidado del poeta Luis Alberto de Cuenca que también es el autor del prólogo.



UNA EXUBERANTE catarata de títulos lleva salpicando los estantes de las librerías con numerosos títulos en cuyas portadas asoman las luengas barbas del escritor de Vilanova de Arousa, así como otros diseños que se adaptan más a estos tiempos en los que se ha renovado prácticamente por completo el monumental legado del autor de ‘Luces de Bohemia’, tras la liberación de sus derechos. Y empiezo premeditadamente este texto con el adjetivo exuberante porque si algo caracteriza las ‘Sonatas’, en las que nos centraremos en las próximas líneas, de Ramón María del Valle-Inclán, es la inmensa exuberancia del lenguaje empleado en lo que pueden considerarse sus primeras obras de éxito y que han sido publicadas hasta por tres editoriales en diferentes formatos. La Editorial Gadir ha incluido las cuatro Sonatas en una edición bajo el cuidado de Antonio Ferres, quien se refiere a ellas como «una obra excepcional y única en la literatura española, y cuya lectura nos parece indispensable». Del mismo modo Alianza Editorial ha editado los cuatro textos repartidos en dos libros, entre una serie de publicaciones que incluye ‘Luces de Bohemia’, ‘Tirano Banderas’, ‘La media noche’ o ‘Jardín umbrío’. Y, finalmente, Reino de Cordelia, que nos presenta las ‘Sonatas’ en una edición con ilustraciones del artista plástico Víctor López-Rúa (A Coruña, 1971), presentando así un maridaje lleno de sugerencias y de interpretaciones a partir del texto de Valle-Inclán.
«La condición característica de todo el arte moderno y muy particularmente la literatura, es una tendencia a refinar las sensaciones y acrecentarlas en el número y la intensidad. Hay poetas que sueñan con dar a sus estrofas el ritmo de la danza, la melodía de la música y la majestad de la estatua», esta frase del autor de ‘Luces de Bohemia’ nos sitúa ante sus pretensiones cuando afronta la escritura de sus cuatro ‘Sonatas’, cuatro historias con un mismo protagonista, ese Marqués de Bradomín, definido de manera tan concisa al inicio del libro como «Un don Juan admirable. ¡El más admirable tal vez!. Era feo, católico y sentimental», y que fueron escritas en 1902, la Sonata de Otoño; 1903, la Sonata de Estío; 1904, la Sonata de Primavera y 1905, la Sonata de invierno. Cuatro estaciones vinculadas con la edad del protagonista y sus diferentes amoríos en cuatro escenarios diferentes: Italia, México, Galicia y Navarra y en donde emerge como gran protagonista un léxico repujado como en una pieza de orfebrería, en la que las palabras refulgen entre sí como espejuelos que proyectan la realidad desde una elegancia y carga estética que nunca deja de soprender a un lector que se siente abrumado por comprender de manera práctica las posibilidades del lenguaje, también de fascinarlo, por la destreza de un Valle-Inclán minusvalorado en ocasiones en esta su primera etapa literaria, marcada por este radical Modernismo, frente a su posterior evolución hacia lenguajes y experiencias literarias que rompieron muchos de los cánones establecidos y que convirtieron a Valle-Inclán en la figura en que sus obras lo han convertido.
Valle-Inclán tenía 36 años cuando publicó la primera de sus Sonatas, la ‘Sonata de Otoño’, la que se ubica en Galicia, y que en la edición de Reino de Cordelia se sitúa en tercer lugar, siguiendo el orden natural de las estaciones. Valle-Inclán solía publicar antes los textos en prensa y con el tiempo iban creciendo, configurándose casi ese proceso como una historia paralela que hoy nos sirve para entender la génesis de muchas de sus obras. El texto que aquí se fija es el que Luis Alberto de Cuenca, toma de la última edición corregida y publicada por el propio Valle-Inclán en 1933 y a la que el poeta modifica la puntuación, aprovechando que una reciente edición a cargo de Margarita Santos Zas no cambia esa puntuación original. Sin notas al pie de página y sustituyendo el pronombre pospuesto (parecíame) por el antepuesto (me parecía) consigue en palabras del propio Luis Alberto de Cuenca, «un texto limpio, nítido, claro, listo para acoger tanto al entusiasta de las Sonatas como a quien todavía no las conozca». Y les puedo asegurar que eso se logra plenamente. Encontrarse con estos textos, muchos de ellos no leídos casi desde la época estudiantil, se convierte en un feliz acontecimiento, el descubrimiento o redescubrimiento de una prosa admirable que te lleva a ese Valle-Inclán muy cercano a su época de formación cuando en la pontevedresa biblioteca de los Hermanos Muruais, en la Casa del Arco, descubrió la literatura del fin de siglo, historias también cargadas de un erotismo que desde su primer libro, publicado en la ciudad del Lérez, ‘Femeninas’ (1895), empieza a estar presente y que aquí se refina y llena de elegancia, también de humor y de giros que provocan la sonrisa en el lector. A todas esas lecturas Valle-Inclán le añadió el brío de un lenguaje que buscaba enfrentarse al Realismo y que tomó impulso a partir de su admiración por Rubén Darío, un pasadizo hacia la imaginación o a ese “ritmo” que tanto le interesaba en estos momentos a la hora de escribir. «Los lectores de las ‘Sonatas’ han de embriagarse con la musicalidad de las palabras», escribe Antonio Ferres en el prólogo de la edición de la Editorial Gadir, y es cierto que el lector va rebrincando entre esas descripciones, entre la soltura de las febriles adjetivaciones, para lograr sumar en esa mezcla de belleza, crítica y hasta ternura, que se va sucediendo en los amorosos capítulos del Marqués de Bradomín.
Desde una Italia de jardines entre luces y sombras hasta su Galicia de Pazos y brumas, pasando por el caliente México que había conocido en primera persona y finalizando en la Navarra carlista, Valle-Inclán despliega la inmensidad de su escritura que posteriormente se desbordaría hacia la poesía, el teatro y la narrativa. De hecho, un año después de finalizar su última Sonata llevará a las tablas ‘El Marqués de Bradomín’, donde se fusionan elementos de las propias ‘Sonatas’ con las Comedias bárbaras que ya se adivinan en el inmediato futuro. Inconformista y rebelde su lenguaje irá cambiando, implicándose más en una sociedad a la que irá radiografiando de una manera más directa y acusatoria, algo para lo que los ecos modernistas ya no le servían.
Nos quedan por lo tanto las Sonatas como un elevadísimo ejercicio literario al que uno nunca se cansa de regresar. Un generoso juego de palabras que aquí sirve también de inspiración al talento de un pintor gallego, Víctor López Rúa, capaz de dar forma visual a todos esos personajes, también a varios de los momentos destacados de estos cuatro textos unidos por la vida amorosa del infatigable Marqués de Bradomín, pero ahora también por unas pinceladas que completan la atemporal propuesta de Valle-Inclán.
Esta sucesión de publicaciones valleinclanianas nos permiten nuevas lecturas de la práctica totalidad de sus obras. A las ya citadas cabe añadir la publicación en dos tomos por la Editorial Biblioteca Castro de sus ‘Obras Completas’; también la Editorial Hiperión ha publicado en este año su poemario ‘La pipa del Kif’ y la Editorial Cátedra ha hecho lo propio con ‘Luces de Bohemia’, también incluida en un libro de Punto de Lectura junto a ‘Divinas Palabras’ y en otro volumen de la Editorial Renacimiento en la que el texto se completa con un interesante ensayo sobre la obra a cargo de Manuel Aznar Soler, y todo ello a la espera de futuros inéditos (sobre todo poemarios y epistolarios) incluidos dentro del legado que la Cátedra Valle-Inclán de la Universidad de Santiago de Compostela ha recibido de los descendientes de un autor sin parangón en el firmamento de la historia de la Literatura. Un ser único, a ratos inclasificable, y que acunó su trayectoria bajo la alargada sombra de ese Marqués feo, católico y sentimental, el Marqués de Bradomín.




Publicado no suplemento cultural Táboa Redonda. Diario de Pontevedra/El Progreso de Lugo. 22/10/2017

xoves, 26 de outubro de 2017

Calacús urbanos

Lola na súa horta xunto
ás súas cabazas (Rafa Fariña)

Empurra o outono por facerse un oco no calendario. Tras a vaga de lumes fóra da súa habitual estación, agora un sol que acariña a pel entre o noso gozo, mentres o frío non renuncia a estar presente xunto a nós, fai que non nos esquezamos do paso dos días. Mentres nos supermercados e nalgúns escaparates xa se botan ao Nadal como toliños, aínda temos algúns dos días máis fermosos do ano. Eses días de outono de mans quentiñas polas castañas, de fermosas cabazas decoradas para o Samaín, de árbores que esquivan a cinza e se botan a unha orxía de cores ou de camiñadas a carón dun regueiro mentres as follas sementan ao chou o solo.
Esa natureza presenta no noso singular territorio unha certa especificidade que se amosa nas vilas como unha especie de natureza de supervivencia. Vímolo cando o lume se achegou á contorna de Vigo, con vivendas acosadas nese espazo limiar entre o rural e o urbano que adoita amosar unha perigosa desorde. O progreso, ou o que entendemos por progreso, difumina cada vez máis esas fronteiras entre o asfalto e as corredoiras, unha loita espacial que ás veces aparece acougada dentro de illotes urbanos. Espazos que quedaron rodeados por edificios de decenas de vivendas, rotondas ou cruces nos que se amorean os coches, mentres neses refuxios a natureza loita por ser quen é fronte ao que ten ao seu carón.
Nese refuxio non só descansa a natureza, senón tamén a vista dos que acotío andamos pola cidade como parte dun ecosistema case robótico. Cada vez que paso preto dun destes illotes a vista sofre un desacougo e un non deixa de contemplar a rebeldía da natureza fronte ás nosas accións. Cada vez que me asomo á horta de Lola, no pontevedrés barrio da Parda, atopo un espectáculo que se vai movendo ao longo do ano. Tomates, pementos, patacas, xudías, laranxas e ata a exótica ‘pataca do Brasil’ (coido que chamada ‘chayote’) vanse sucedendo ao longo do ano, pero o que sempre conleva unha maior expectación no barrio é a chegada do outono medido polo crecemento das cabazas que os agarimosos coidados de Lola son quen de acadar. Cabazas de distintas formas, algunhas dun tamaño abraiante, que pouco a pouco van decorando este curruncho de resistencia, e que converten ao peón nun afortunado por poder poñer os ollos nun espazo de liberdade dentro do urbano.
O miradoiro en que se converte a rúa fai que os nenos entendan que as froitas, legumes e hortalizas non medran nos andeis das superficies comerciais, que os ovos saen das galiñas e que os galos cantan ao amencer, e aos maiores permítelles preguntarse polo paso do tempo e por como as cidades se adaptan de mellor ou peor maneira aos cambios. Lola xa ten moitas encargas de calacús para o vindeiro Samaín, e non son poucos os veciños que lle dan saída ao exceso de produción da horta a través de pratos para os que Lola non aforra en consellos: «Isto é moi bo para tal, isto tes que cociñalo así...». E deste xeito Lola, coa súa casiña e a súa horta chantada a carón dunha rotonda, convértese nun desabafo dentro do barrio. A mirada que xoga entre un pasado que esvaece e un presente que non estamos moi seguros de que sexa mellor que o que tiñamos ata agora.
Chegan os días do Samaín e as cabazas de Lola están xa preparadas para alumear na noite, para facernos sentir que a cidade aínda ten anaquiños nos que sentir o latexar da terra e manternos así apegados a unha natureza cada vez máis acosada por nós mesmos, polos nosos actos e polas nosas escasas respostas.



Publicado no Diario de Pontevedra/El Progreso de Lugo 25/10/2017

luns, 23 de outubro de 2017

Na descuberta de María Vinyals

A descoñecida figura da 'Marquesa Vermella' reivindícase nunha mostra como primixenia impulsora do feminismo. As súas numerosas aristas sitúan a esta muller como toda unha descuberta na nosa historia.



FOTOS, LIBROS, documentos ou cartas serven ao Museo de Pontevedra para achegar ao público a figura de María Vinyals (Soutomaior, 1875- París, 1940). Un deses nomes que a historia foi esquecendo e que grazas a traballos de investigación como os da catedrática da USC Aurora Marco e a arquivista do Museo de Pontevedra Ángela Comesaña, nacen dende esa labor de descuberta e estudo para desembocar nesta exposición, que ambas comisarían, e que ten a capacidade de visibilizar unha desas traxectorias que todos deberíamos coñecer.
Falar de María Vinyals é facelo dunha aristócrata que rematou no activismo feminino, dunha muller que naceu no propio castelo de Soutomaior, desenvolvendo dende moi nova un gran interese por temas culturais. Casada co Marqués de Ayerbe, tras enviuvar volveu casar co médico de orixe cubana Enrique Lluria, con quen dirixiu un sanatorio no propio castelo que foi boicoteado por unha sociedade que non gustaba das ideas socialistas do matrimonio. As cousas non foron ben e tras vender as súas posesións marcharán a Cuba na procura de novas oportunidades. Alí continuará o seu labor, que vai en aumento ao longo da súa vida dun activismo a prol da muller e o seus dereitos. Conferencias, publicacións en revistas e prensa, foron facendo desta muller unha personaxe singular cuxo rastro perdeuse ao final da súa vida, créndose que faleceu en París pero sen coñecer realmente as súas circunstancias finais.
Percorrer a exposición, sempre baixo os parámetros de calidade na produción e disposición dos materiais nos que se move o Museo de Pontevedra enténdese como esa outra parte do proceso de coñecemento dun nome esquecido. A través de todos eses materiais sentimos unha forte presenza, o paso do tempo detido nunha carta, nunha fotografía ou nun documento que nos leva a un tempo complicado en canto as relacións sociais, moi definidas polas sumisións nas diferentes clases sociais, e por como, dende esa rebeldía que procuraba desfacerse dos clichés que esmagaban as mulleres a principios do século XX, emerxía un fondo interese por unha muller en permanente estado de menosprezo fronte ao home.
Á que se coñeceu como a Marquesa Vermella, e froito dunha longa investigación, amosa aquí tamén o seu lado máis humano. As imaxes dos seus momentos de lecer, así como o interese pola práctica da fotografía, completan a un personaxe en permanente revisión e aínda con moitos segredos ao seu arredor. E como ela tantas mulleres que sementaron casi sobre a rocha, para hoxe ter unha maior dignidade, pero tamén un firme alicerce sobre o que soster as reclamacións das mulleres. A súa vida social, a relación de amizade do seu matrimonio co pintor Sorolla —quen a pintou nun cadro hoxe desaparecido—, en cuxo museo atopáronse unha serie de materiais descoñecidos e que se inclúen na exposición, é parte dunha vida de compromiso coa sociedade do seu momento e iso dende un castelo, o de Soutomaior, do que foi desposeída polas grandes perdas económicas sufridas co sanatorio, no que se centra a súa vida. Entre aquelas pedras cheas de historia adicouse á escrita, publicando a monografía máis completa do propio edificio, tamén unha novela de esclarecedor título, ‘Rebelión’, e adicándose á defensa dos postulados da Institución Libre de Enseñanza. Inscribiuse no Ateneo de Madrid e na Agrupación Socialista de Madrid publicando numerosos artigos en medios como El Imparcial, El Fígaro o Blanco y Negro, a maioría das veces dende esa mirada posta na muller e na necesidade de suxeitarse á educación para o seu progreso social.

Percorrer todos estes documentos é adentrarse nunha historia para moitos descoñecida. Unha desas historias que son necesarias rescatar para valorizar o feito antes ca nós, pero tamén como homenaxe ás que tanto arriscaron para que o mundo cambie e sexa máis cómodo para todos.




Publicado no suplemento cultural Táboa Redonda. Diario de Pontevedra/El Progreso de Lugo
 15/10/2017. Fotografía: Vista de la exposición en el Museo de Pontevedra (Olga Fernández)

mércores, 18 de outubro de 2017

Preguntas

Tras o paso do lume a cinza deixa unha chea de preguntas que quedarán sen respostas, como xa aconteceu noutras vagas de incendios.

Dous operarios en medio do lume
en A Armenteira (Rafa Fariña)

Deixan os lumes preguntas agochadas baixo a dor e a rabia. Sentimentos que cada certo tempo enguedéllanse entre as copas das nosas árbores, soben polos valados das corredoiras e contemplan dende os vales como esmorecen ducias de vivendas. Ese ronsel de preguntas tinxidas do negro da desolación é ao que estamos obrigados dende xa, aínda que sexa para que cando todo isto se repita lembremos as respostas. É unha especie de destino maldito dos galegos o de enfrontarse de xeito reiterado a situacións catastróficas no medio natural, no que semellamos estar inseridos como na roda dun hámster, xirando unha e outra vez.
Estamos ante unhas circunstancias extraordinarias? Sempre que ten lugar unha vaga de lumes escoitamos de xeito insistente que nos atopamos ante «unhas circunstancias extraordinarias» que, sen embargo, se repiten de xeito habitual cada verán nalgunha xornada na que, en maior ou menor medida, coinciden estes factores ambientais. Vento e seca xuntos non son efectos tan estraños como para vestilos como extraordinarios.
Quen son os culpábeis? Estamos fartos xa de escoitar que o lume ten culpábeis, que hai xente que queima o monte, algo que todos sabemos máis que de sobra. Todos entendemos que esa chea de lumes non medran por xeración espontánea, o que queremos saber é quen está detrás desas accións. Se existe unha organización máis ou menos artellada e, sobre todo, que beneficio se lle pode sacar a esas accións miserábeis que non parecen ser só froito dun tolo que goza prendendo lume. De ser así estaríamos con máis de cen pirómanos ao noso arredor envoltos en lapas todo o ano.
Terroristas, si. E que máis? Está moi ben iso de refuxiarse no terrorismo incendiario, unha maneira de definir a un inimigo alleo á comunidade. Pero tras os actos deses, sen dúbida, criminais, a segunda parte do mal vén da ausencia dun plan real que coide un rural desprezado ao longo das últimas décadas. Fixar poboación, manter os montes coidados ao longo de todo o ano ou frear dunha vez a presenza dunha especie fondamente ligada á especulación económica do bosque como é o eucalipto, e que vai contra a biodiversidade propia da nosa terra, terían que ser teimas prioritarias de calquera goberno.
Seguen as investigacións máis aló do foco da primeira semana? Os cidadáns tamén nos preguntamos se as investigacións sobre os autores materiais dos lumes continúan ao longo de todo o ano máis aló da presión mediática que se rexistra nos días seguintes ao incendio.
Onde quedaron os medios públicos de comunicación? A súa renuncia foi un dos aspectos máis lamentábeis desta crise. O domingo, os lumes ían medrando ao mesmo tempo ca preocupación dun país que precisaba información, non só para saber o que pasaba, senón para moverse polo seu propio territorio. Tanto a Televisión de Galicia como a radio pública estiveron ausentes desa obriga, o que debería facer dimitir dende o mesmo luns aos seus responsábeis.
Porque asusta a xente na rúa? Nunca sei por que se lle ten tanto medo á xente nas rúas e prazas berrando contra os sucesos que asolan a nosa terra. Moita desa xente, máis indignada que politizada, é a mesma que tivo que apagar con cubos e mangueiras de xardín o lume que, de non ser por ela, sería aínda máis terríbel.
Esperemos que cando cheguen as respostas, se é que isto acontece, non pase como con aquel graffiti que o poeta ecuatoriano Jorge Enrique Adoum leu un día: «Cando tiñamos as respostas cambiáronnos as preguntas».



Publicado no Diario de Pontevedra/El Progreso de Lugo 18/10/2017

luns, 16 de outubro de 2017

O lume cíclico


Outra vez o cheiro a fume e a destrución. De novo unha sociedade sometida pola man do terror e a incapacidade para impedilo.

Unha muller ante o paso do lume en Tortoreos,
 As Neves (Javier Cervera-Mercadillo)

Bágoas, mans na cabeza, laios, lapas, terra queimada, cheiro a fume, desolación, traxedia... Unha vez máis a catarse cíclica que asola a esta terra volveu a facer do domingo un día dramático en Galicia. E non só polas desoladoras consecuencias que tinxiron de negro a terra e a alma de todos nós, senón tamén por evidenciar como seguimos en permanente estado de desprotección ante unha banda de criminais, de xente que non merece vivir entre nós.
Eles son os principais causantes desta podremia, a noxenta man que é quen de poñer lume onde hai vida e vidas. Pero se isto xa o temos claro dende hai moito tempo, xunto con que existe unha mafia que algún tipo de proveito tira destas accións que van máis alá de ser obra dun demente ou do tonto do pobo, o que cumpre dunha vez é coñecer se está todo posto enrriba da mesa para tentar saber o que de verdade hai tras esas organizacións, ou porque non se desmantela ningunha delas, máis alá das detencións de catro vellos cun chisqueiro.
Onte escoitabase falar dende a Administración Pública de terrorismo, de seca, de vento, ata de Portugal... como axentes que coincidiron nesta ocasión. Ata Portugal, meu Deus!, pero non se dixo nada das condicións en que se atopa o noso monte, do seu abandono, da falla dunha política que tente a súa mantenza ordeada, da masiva eucaliptización dun territorio sementado de teas e do negocio que o rodea. Pedimos axuda ao exterior, reclamamos a chegada de medios, pero eses medios terían que estar presentes na nosa comunidade de xeito permanente, máis aínda sabendo da situación que vivimos sen chuvia dende hai semanas, nunha situación de alerta que debería ter un sistema de previsión ante a catástrofe. Non é a primeira vez que acontece... volverá a pasar.
Horas críticas en Galicia con vías de comunicación pechadas, sen alternativas, xente en túneles que non saben por onde ir. Unha tarde como esta nun xornal é un pesadelo, por un lado polo que estás vendo e ata olendo, cando chegan os teu compañeiros das zonas queimadas con ese cheiro pegado a eles que un recorda daquel 2006 que se empeñan en non deixarnos esquecer. Cinzas no chan da redacción como as que estiveron caendo ao longo de todo o día sobre o centro de Pontevedra; pero tamén un pesadelo pola necesidade de coñecer o que acontece e para darlle á poboación información na crecente confusión. Un pensa que estes momentos son nos que se precisa dunha canle pública, pero alí tamén todo está arrasado. Luar, Land Rober e fútbol na G2, así toda a tarde, como se estivese posto o piloto automático. A Galicia paralela, a Galicia para lelos. A Radio Galega non renuncia ao Galicia en goles, informacións puntuais ata as oito da tarde que é cando comeza unha programación especial pero que hora e media despois regresa ao confortábel fútbol, e alí segue cando sae a nova máis tráxica, a dos primeiros mortos. Lamentábel, ata distópico. Supoño que ao longo da semana esixiranse dimisións no Parlamento de Galicia. Un país non pode ter uns medios públicos que ignoren o que acontece no seu territorio e máis ante unha situación de extrema gravidade.
O sur da provincia de Pontevedra desolado e a impotencia de ver como se repiten estes feitos unha vez máis, tamén como, abofé, durante unhas semanas entraremos nas noxentas liortas entre os partidos políticos e como dende a Administración dirase unha e outra vez que se fixo todo o que estaba nas súas mans fronte á puntual confluencia das circunstancias e que hai cousas que non se poden controlar. Pero do que nunca falan é das que si se poden controlar, así como da necesidade dun pacto conxunto de tódalas forzas sobre unha cuestión que debería ter un pulo común. Si, xa sei que son un iluso. Que penso cun país ten que estar por riba das siglas e dos seus gobernantes, pero cando un contempla o que pasou onte volve a sentir que o que hai que priorizar non son os lamentos, nin tan sequera a extinción, e si a prevención, isto é, priorizar un país.



Publicado no Diario de Pontevedra 16/10/2017

Escumas da palabra

Ediciones del viento publica ‘Golpes de mar’ unha escolma de relatos de Antón Castro nos que o mar é o gran protagonista de todos eles. Un mar mítico e ancestral cheo de lendas e seres máxicos que forman parte da nosa identidade común e reflicte parte do noso acervo.


A Antón Castro (Santa Mariña de Lañas-Arteixo, 1959) guindouno unha onda atlántica a carón do Ebro. Dende Zaragoza escribe de cultura no Heraldo de Aragón e no ano 2013 recibiu o Premio Nacional de Xornalismo Cultura, xunto a iso xa ten publicados trinta libros de narrativa, poesía, xornalismo ou ensaio. Pero as escumas do seu océano, daquel ao que se asomaba de cativo e que continúa dentro das súas meniñas, seguén batendo na súa faciana de cando en cando, el segue a escoitar sereas e o ruido das ondas que rompen nas rochas, tamén contos que dende neno albiscaron a súa imaxinación de escritor e o amor a unha patria sen máis bandeiras ca un sentimento e un amor por un espazo irrenunciábel ao longo da súa vida.
Agora a coruñesa editorial Ediciones del Viento recupera unha especie de proxecto de autor. Un bater das ondas na praia que de cando en cando medra na súa marea para crecer en canto aos relatos que compoñen un libro que se editou en galego en 1997 na editorial Espiral Maior baixo o título de ‘Vida e morte das baleas’, e que en 2006 tomou algúns deses textos xunto con outros novos xa baixo a denominación de ‘Golpes de mar’ de Destino. Levedaron as historias e agora catro novos relatos mergúllannos no mar dunha imaxinación na que se mantén sempre unha conexión co noso acervo cultural, cunha chea de lendas que xorden da mantenza do mar nos territorios da Costa da Morte nos que este libro afonda como un itinerario narrativo polo que camiñar, convértese en todo un goce e ata un descubrimento íntimo polo que ten de recuperar moitas historias que quedaran un tanto esquecidas no desván da nosa memoria.
Seres fantásticos, cidades somerxidas, namorados, baleas... cada relato é un mollar os pés, sentir como o aire salgado bate na nosa faciana, acubillarse a carón dunha serie de vidas que miran ao mar pero que son mar. Dunha ou doutra maneira ese espazo no que Galicia é a súa compoñente perfecta, o miradoiro privilexiado dende o que sentir, e tamén escribir del. Antón Castro consegue esa distancia xusta, que se afasta do sentimentalismo emerxendo o océano como un territorio dun tempo detido, un ambiente xerador de toda unha escolma de narracións das que tamén nos nutrimos en terra firme. Un imaxinario que entre as néboas e o zoar do vento consegue meternos nel, xa non só navegar sobre as súas ondas, senón afundirnos nun espazo que dende estes relatos comprendemos que naceu case para ser material literario. Polo que hai, pero tamén polo que se pode construir arredor súa. Un mar do que xorden toda unha serie de forzas que chegan a terra no bruar da noite, para asexarlle ás mozas, para enfeitizar a todos aqueles que fixeron un pacto con quen sabe quen, para asulagar unhas corredoiras nunha sorte de conxuro de meigas e trasnos.
Poucas veces Galicia conténse de xeito tan completo no interior dun relato escrito en castelán, pero é que a súa xénese galega e o sabor salgado que atopamos en cada unha das súas páxinas. Aquelas polas que tamén se moven moitos dos nosos personaxes sagrados: Manoel Antonio, Amado Carballo, Álvaro Cunqueiro, Rosalía, Celso Emilio... unha conxunción de nomes aos que Antón Castro tamén rende homenaxe, como se fosen esas boias da morriña ás que suxeitarse mentres mira cara ás augas dun Ebro tan afastado, tan diferente das súas augas sacras.
Ler, neste caso é navegar, e facelo da man dunha pegada necesaria para quen dende tan lonxe nunca se alonxou o suficiente dun océano que forma parte dun dende unha mirada, dende un camiñar sobre a area, dende a vista dende un cantil e finalmente é o tinteiro no que artellar unha serie de relatos nos que sentirnos a nós mesmos.


Publicado no suplemento cultural Táboa Redonda. Diario de Pontevedra/El Progreso de Lugo 8/10/2017


domingo, 15 de outubro de 2017

‘O conto da criada’ manda nos Emmy

Os oito premios Emmy que vén de acadar O conto da criada’, a serie baseada no libro da escritora canadiense Margaret Atwood, asenta a proposta dunha plataforma online por unha ficción que nos enche de medos ante o que pode ser un futuro non tan lonxano do noso tempo.


HULU é unha plataforma de streaming que ofrece aos seus abonados diferentes contidos audiovisuais. Unha plataforma alternativa aos grandes que hoxe en día manexan o fervedoiro territorio das series televisivas como poden ser HBO ou Netflix nunha loita que está deixando atrás incluso ao propio cinema de Hollywood. Esta é a primeira victoria da serie ‘O conto da criada’ nos recentes premios Emmy ao acadar oito galardóns, tres deles técnicos, pero os outros cinco referidos ao traballo das súas actrices así como o de mellor serie dramática, plantándolle cara ás grandes empresas e potenciando o papel do público como quen en realidade pon en valor un produto. O segundo triunfo é o de facer triunfar a unha serie de televisión dende un marabilloso material literario, ao ser unha adaptación dunha novela de Margaret Atwood, eterna candidata ao Nobel de literatura, e na que se relata unha distopía, isto é unha sociedade ficticia, na que o papel da muller vese anulado por completo, sendo únicamente un elemento de reprodución para manter a especie. Esta clave feminina tamén se atopa noutras series premiadas nesta gala, traballos como ‘Big little lies’ ou ‘Veep’ contan historias de mulleres nuns contextos moi determinados. Reivindicacións xustas e necesarias, pero que non deben poñerse por riba da boa produción así como do extraordinario material audiovisual que nos atopamos en ‘O conto da criada’.
Dende o primeiro capítulo desta serie, que en España pódese ver na plataforma HBO, un queda enganchado non só á súa temática, senón a unha fascinante composición de imaxes, a súa montaxe, ao seu vestiario. Toda unha contudencia visual que acompaña á potencia dunha narrativa que nos pon ante unha chea de interrogantes sobre o noso mundo e, sobre todo, cara onde nos diriximos. Esa sociedade, na que se confunde o poder político coa extrema relixiosidade, puramente sectaria, que impregna a toda unha comunidade, e na que todo xira arredor da capacidade reproductiva da muller, dunhas poucas mulleres que son as que esclavizadas e violadas sistemáticamente polos señores perpetúan á especie. Tal e como se nos presenta ese argumento e á vista dos acontecementos que nos derradeiros meses teñen lugar nos Estados Unidos, un non pode desligar a narrativa desta produción da situación social e política dese país. O machismo, o emprego arbitrario das forzas armadas, a ausencia das liberdades, os castigos, as humillacións... todo iso fainos pensar, e moito, nas posibles consecuencias de seguir por ese vieiro comandado polo presidente Trump que agora mesmo fala na ONU de destruir completamente un país.
 Cada minuto ante a pantalla é estarrecedor, un calafrío permanente ante o que se nos está contando. Ante unhas imaxes que aínda asi, dese horror, son quen de xerar unha xélida beleza ante á que agroma todo ese feixe de preguntas, esas dúbidas continuas por como levamos o noso mundo cara o abismo, cara un muro do que pendurar as nosas eivas, culpas dunhas conductas que semella non somos quen de evitar.
O sistema social proposto na serie, no que unhas élites participan desa anulación feminina a través dunha severa educación nun correccional é estremecedor, así como a posterior dominación desa criada entendida como un mero obxecto para a reproducción é a consecuencia dunha imposición que se nos vai contando a modo de flashback arredor da vida da protagonista, a gañadora do premio á mellor actriz, a magnífica, Elisabeth Moss, para combinar así o actual estado desa sociedade e o momento desa fractura, desa persecución ás liberdades, da actuación dun exército que se move como unha banda mafiosa, da violencia indiscriminada, do terror nas familias que aínda que sexan o cume desa nova sociedade antes foron aniquiladas.
Dez capítulos os vistos ata o de agora en España que quedan abertos á súa continuidade, unha porta aberta á esperanza que agardamos para coñecer como evoluciona esa historia, xusta merecedora do éxito acadado nuns premios Emmy que puxeron o ollo na muller, na muller que toma posicións ante o destino dunha sociedade na que ela nunca é a favorecida, senón unha vítima que esta semana sentiu que ela si se move na dirección axeitada.



Publicado no suplemento cultural Táboa Redonda. Diario de Pontevedra/El Progreso de Lugo 24/09/2017


xoves, 12 de outubro de 2017

Rimas no mar

O Premio Nacional de Literatura Infantil e Xuvenil acadado por ‘Poemar o mar’ é un novo pulo á escrita en galego para rapaces



Hai títulos que por si mesmos xa merecerían un premio. Pola boa feitura, pola súa beleza e polo que son quen de inspirar, máis aínda cando ese título é o inicio de toda unha travesía por un poemario tan fermoso coma engaiolante, tan sensíbel como atraente, tan delicado como afouto, e o mellor de todo é que está artellado dende a dignidade que merece todo o que se adica aos cativos no ámbito da escrita.
‘Poemar o mar’ amósanos que a poesía tamén pode estar dirixida aos nenos e ás nenas e que é unha desas pontes necesarias para aproximarse á realidade, para vela con outros ollos, con eses ollos que tantas veces se precisan para asexar ó outro lado das cousas e que só a literatura é quen de amosar. Este é un deses libros que un nunca se cansa de ler dende a súa aparente sinxeleza, que en varios momentos elévase sobre o mar como unha gran balea branca convertida en literatura, batendo coa súa cola no mar dun pletórico maxín que, da man de Antonio García Teijeiro, fainos sucar unhas ondas que nos beliscan a pel.  
«Letras con algas/do mar:/palabras molladas,/sen máis». Palabras molladas di o autor, palabras que zumegan rimas salgadas, xogos cunhas palabras que son as grandes protagonistas dun poemario que fai da palabra a vela inchada coa que movernos por esta travesía. Unhas veces as palabras repenican entre si, outras fano arredor do mar, coma peixiños de cores que se moven entre milleiros de azuis baixo un ceo de estrelas que, como cóxegas na noite, pechan un escenario máxico.
‘Poemar o mar’ cerra unha triloxía que o autor adica ao mar. ‘En la cuna del mar’ e ‘Palabras do mar’ foron a antesala deste poemario, que acadou hai uns días o Premio Nacional de Literatura Infantil e Xuvenil a nivel de todo o Estado. Outro recoñecemento ás nosas letras, que teñen no terreo da escrita adicada aos nosos mozos e mozas un dos seus mellores miradoiros. A Antonio García Teijeiro precedérono Paco Martín, Xabier P. Docampo, Fina Casalderrey, Agustín Fernández Paz e Ledicia Costas, nomes que entenden a escrita máis aló dunha actividade íntima porque a estenden a ese mar tantas veces ignoto que é o das lecturas para os máis novos, que tantas veces foi mirado por riba do ombreiro.
Asemade, a súa conxunción coas marabillosas ilustracións de Xan López Domínguez xera un itinerario cheo de illotes nos que perderse, dende os que sentir o mar e todo o que o rodea bater na nosa faciana. Animais, ventos, sons, cores, mitoloxías... todo iso convértese nunha invitación para o goce do lector, que pode entender este texto como unha boia na que suxeitarse ante tantas incertezas. A poesía, unha vez máis, poñéndose fronte a nós como un seguro de vida. Dicía Rafael Alberti, do que tanto hai neste libro, que el adicábase a «pintar as palabras». Antonio García Teijeiro, ademais de pintalas con todos os seus significados, tamén as pinta dunha lingua galega que, como poucas, serve para acariñar o mar cunha paleta de sentimentos e relacións entre a palabra e cadansúa imaxe e, por iso, acadar este galardón é un enorme pulo ao emprego da nosa lingua para traducir o mundo a pequenos e maiores, un premio concedido a un libro que xa foi editado hai máis dun ano por Xerais e que agora regresa á praia como unha botella chea de mensaxes no seu interior. Mensaxes que converten o mar en palabras pintadas, en silencios nos que perdernos no mar.


Publicado no Diario de Pontevedra e El Progreso de Lugo 11/10/2017


mércores, 11 de outubro de 2017

Mutacións polifónicas

O Museo de Arte Contemporánea de Gas Natural Fenosa de A Coruña acolle unha mostra fotográfica de Pablo Genovés. Unha suxerente proposta distópica que nos adentra nuns espazos reconvertidos nun desastre natural que provoca un forte impacto no espectador.



Vemos nos últimos tempos a devastación da que é quen a natureza. Furacáns no Caribe, inundacións na Asia, terremotos en México... o mundo ten unha capacidade inimaxinábel para danarse a si mesmo, para facer da destrución unha parte da súa propia realidade. Cando vemos as imaxes destes sucesos na prensa ou na televisión adoitan ser imaxes de rúas ateigadas de auga ou de edificacións derrubadas, pero que imaxe teríamos se esa destrución afectase a un espazo artístico de primeira magnitude?, como se visualizaría ese enfrontamente da beleza co mal?
A mostra que dende o pasado xoves amósase no MAC de A Coruña do fotógrafo Pablo Genovés acolle esa inquedanza e a converte nunha serie de imaxes turbadoras para o espectador. Unha reflexión distópica que semella levarnos a outra realidade, a un mundo convulso e sometido ás leis da natureza. Pablo Genovés é un dos artistas españois más recoñecidos, a súa participación en diferentes mostras no estranxeiro confirman o interese pola súa mirada e a súa capacidade para xerar unhas imaxes nas que se agochan moitas preguntas, o que probabelmente sexa unhas das situacións máis interesantes que se poida dicir dunha obra de arte. Especialmente singular foi a presenza de Pablo Genovés a principios deste ano no interior da Catedral de San Pablo de Londres con catro grandes imaxes que aludían á inundación do propio templo. Unha reflexión sobre ese enfrontamento de realidades co artista propón a través da inxerencia fotográfica a partir de imaxes antigas que atopa en mercadillos ou outras feitas por el mesmo e nas que propón esa ensamblaxe visual. Nesa ocasión empregadas cunha mensaxe de alerta arredor do cambio climático, pero esa clave é case anecdótica ante as capacidades das imaxes, plenas de forza, para a suxerencia doutras posibilidades ou percepcións.
Esas percepcións espállanse dende ese enfrontamento do control humano, dende unha arquitectura medida polo home fronte á liberdade da natureza, tamén do simbolismo que se acolle neses espazos e a súa simbiose coa auga ou como eses templos, feitos para someter ao home e para aplastalo coa capacidade do poder, tremen fronte á potencialidade deses elementos da natureza cando se desbocan. O título de ‘As mutacións polifónicas’ alude a esa variación de motivos dentro dunha mesma temática, de imaxes que, sempre en branco e negro, gozan dunha indubidábel potencia expresiva que axuda ao noso desacougo, así como a unha certa confusión visual que nun primeiro momento lévanos incluso a dubidar da súa realidade ou non. A elección deses templos barrocos coa súa exhuberancia ornamental e o propio sentido co que nace ese estilo artístico chamado á teatralidade e a monumentalidade para someter ao fiel, adoita converterse nun fiel alidado para as pretensións do creador que ao fin e ao cabo é quen de xerar beleza, de facer dun instante que semella previo ao fin un canto á labor do home pero tamén da natureza.
Estas imaxes, entre o onírico e a evocación dunha realidade paralela,configuran como en calquera artista unha introspección sobre o que a Pablo Genovés lle interesa amosar co seu traballo, ese carácter hipnótico da arte que nos cuestiona a nós mesmos e a nosa realidade. Esas mareas, acubilladas baixo cúpulas ou naves dunha igrexa, ou esas marexadas que inundan maxestuosas salas ou palacios, tamén son unha interrogante permanente sobre o paso do tempo, sobre como os séculos vanse amoreando arredor do noso patrimonio, como as areas dun reloxo poden ser tamén as ondas dun océano asolagador que actúa como unha memoria que vai deixando atrás aquilo que se pode esquecer.
Non deixa Pablo Genovés que nos esquezamos do pasado, tampouco dun posíbel futuro. Dende ese equilibrio móvese unha fotografía que xorde da espectacularidade pero que baixo esa faciana alude moito máis do que pensamos sobre o noso mundo cada vez máis mutante, cada vez máis polifónico.



Publicado no suplemento cultural Táboa Redonda. Diario de Pontevedra/El Progreso de Lugo 1/10/2017

mércores, 4 de outubro de 2017

Pena

Banderas en la plaza de Sant Jaume (Alberto Estévez/Efe)

Escribir desde la pena es jodido. Las comas se sienten confusas, los punto y seguido aturdidos y los punto y aparte son un abismo. Los acontecimientos del domingo en Cataluña han sembrado de desesperanza a todos los que anhelamos, como fin último de cualquier sociedad, la concordia entre los hombres por encima de cualquier ley, de cualquier papel, de cualquier frontera o de cualquier bandera.
Hemos visto demasiadas durante estos días y el agitar de banderas siempre es una inquietud por todo lo que suele haber tras ellas. Las mejores banderas son las que están ausentes, las que cuelgan del alma y no de los balcones. Todo lo demás es una exhibición gratuita, un aquí estoy yo frente a ti que suele devenir en ese atávico mi bandera no soporta a la tuya. Pasamos de atizarnos con un fémur a hacerlo con una bandera, un crucifijo y un ejército detrás.
El domingo todo se desbordó, cumpliendo las ilusiones de unos y de otros. De unos, atrapados en su propio laberinto a través de normas creadas a su propia conveniencia para alentar un referéndum inverosímil, sin datos fiables, y que sólo sujeta un paso más hacia una independencia que busca una parte de Cataluña despreciando a otra parte tan importante en número como ellos; y de otros, que asisten perplejos a cómo su propia dureza represiva, del todo punto innecesaria ante un referéndum incapaz de ser asumido y reconocido por nadie, se convierte en su penúltimo error. Ahora esas imágenes han dado alas a un independentismo que ha estado jugando a un taimado victimismo que sólo necesitaba de la colaboración del Gobierno de España para cuadrar el círculo. Las cargas policiales, las porras y la sangre han dejado en un pasatiempo dominical las urnas y los votos. Ahora ambos tienen lo que querían, el Gobierno de Cataluña sus víctimas y el de España, con un Mariano Rajoy incapaz de ser más inteligente que los políticos catalanes, una imagen de dureza que ha llenado el granero de los votos populares de aquellos que se sitúan más a la derecha en el partido, de cara a futuras elecciones. Éstas son cada vez más necesarias y urgentes, aquí y allá, ante una clase política cada vez más mediocre y vulgar que se envuelve en esas mismas banderas para darle la espalda a los verdaderos problemas de una sociedad cada vez más radicalizada que está convirtiendo la calle en un polvorín a punto de estallar de una manera como nunca nos habríamos imaginado.

El Parlamento europeo trató ayer lo sucedido en Cataluña. El Parlamento español discute aún la fecha para que el presidente del Gobierno dé explicaciones. Así estamos, encelados ante las miserias de unos políticos incapaces de solucionar problemas, incapaces de meter las banderas en los cajones y sentarse en una mesa a dialogar para pactar una salida a esta locura propia del siglo XIX y no de un siglo XXI en el que las fronteras y las patrias se sonrojan ante la era de internet y las redes sociales. La violencia y el maximalismo nacionalista deben ser sustituidos urgentemente por la palabra y por los acuerdos para resolver lo que demanda con todo el derecho, pero también con todos sus deberes, una parte de la población catalana, y si se debe plantear un referéndum que se gestione de una manera inteligente, con una reforma constitucional y un horizonte temporal que permita calmar un ambiente que nunca debería llenarse de insidias, violencias y de una pena desde la que escribir se convierte en un inmerecido dolor.


Publicado en Diario de Pontevedra/El Progreso de Lugo 4/10/2017

Falcón/Pousseu nas orelas da pintura

Rue Saint-Antoine nº 170
Pintura ▶ Jaime Falcón e Agustín Pousseu protagonizan unha nova edición de ‘Na beira do río. Diálogos na pintura’ que, ata o 12 de novembro, permite ver na sala de exposicións do Pazo da Cultura un diálogo artellado dende os pinceis de dous creadores que se vencellan á pintura dun xeito íntimo, para visibilizar a súa relación coa realidade.





No Outono Pontevedra énchese de arte, de exposicións que renovan a forte pegada que a cultura ten de ben atrás no tempo con ela. O Pazo da Cultura amosa, nas súas extraordinarias salas, dúas desas mostras, unha de fotografía, ‘Areas de sal’ de Xan Xiadas, e a outra, unha cita xa asentada no panorama plástico da cidade, ‘Na beira do río. Diálogos na pintura’ que cada ano renova aos seus protagonistas. Dous pintores que establecen un diálogo nas orelas do Lérez, nas orelas da pintura para, dende cada unha delas, deixar constancia da súa relación coa realidade dende ese medio de expresión.
Desta volta os protagonistas son Jaime Falcón e Agustín Pousseu, longamente asentados na cidade e cuxa traxectoria artística é extensa, aínda que non sempre revisitada como tería que ser. Falcón, con máis de vinte anos sen expoñer na cidade, e nunha madurez creativa abraiante que o levou durante estes anos no estudo a seguir avanzando no seu interese de convertir a pintura nun territorio de soños. Unha ponte onírica coa realidade pola que fai desfilar paisaxes, historias, lendas, tradicións, máscaras... nun camiñar que á vista do que aquí se amosa ten unha meta clara en forma duns cadros cheos de compoñentes que a partir da luz e a cor xeran un territorio máxico no que o espectador forma parte de toda esa experiencia. Pousseu, tamén invade ese territorio que explora o maxín, aínda que a implicación e máis que co territorio dos soños co da realidade, coa vivencia do cotiá para emerxer afouto como un diario pictórico que define toda unha existencia que enche de vida a pintura de Pousseu.
Xuntos, a carón das súas linguaxes pictóricas, compoñen un escenario da felicidade, a proba de como a pintura ben feita é quen de provocar no espectador unha complicidade que lle leva a gozar da pintura e a facela tamén parte súa. Os diferentes espazos nos que se artella a mostra, dende un primeiro ámbito común, no que as obras de ambos dialogan de xeito directo pasando por outros máis centrados en cadansúa obra, permiten ver as confluencias e tamén as diverxencias que se atopan entre a pintura dos nosos protagonistas. Os diálogos son voces distintas, pinceladas diferentes, que se reúnen para articular unha conversa, ás veces máis dacordo, outras menos, pero sempre defendendo a realidade dunha disciplina artística tantas veces ameazada por unha presunta modernidade á que se acollen as novas xeracións de creadores, abofé cheos de medo ante o que supón o baleiro do lenzo en branco. Falcón e Pousseu venceron ese medo hai moitos anos, pero aínda hoxe cada cadro convértese nun desafío, nunha loita contra esa superficie, pero tamén contra eles mesmos.
Especialmente singular é o diálogo que se mantén nesa zona común, na que Pousseu é quen de xerar todo un bosque, un espazo no que as árbores convértense en personaxes, en seres animados que conversan entre elas e ata se aman. Unha paisaxe que, sendo natural, tamén é humana, e que envolve todo ese outro universo proposto por Falcón. Un universo de cidades axitadas pola oleaxe, de vilas señoriais en cuxas rúas e prazas móvense as lendas, de corredoiras polas que a Santa Compaña convive cunha romería. Escenarios de vida que responden a unha identidade propia, como é a que emerxe do noso territorio, pero tamén espazos para os soños, para mergullarse nunha chea de visións que se funden no cadro a través de toda unha lección no manexo da cor, da súa sincronización, así como da luz.
As árbores de Pousseu, as historias de Falcón, son o paso obrigado a un mundo no que ambos despregan a súa capacidade para a pintura, para sensibilizarnos a través do seu traballo e como a pintura pode alentar os nosos sentimientos. As músicas, a sensualidade, a amizade, os recunchos, os traballos artesáns... son ingredientes dos cadros de Pousseu, e compiten coa mirada longa das paisaxes de Falcón, as súas aldeas perdidas, as cidades somerxidas no mar, a romería de San Benitiño de Lérez e, como non, co seu entroido, marca da casa, que definiu un tempo da súa pintura e que aínda hoxe asombra pola súa captación do que hai detrás das máscaras, e que xa preocupou a tantos ao longo da historia da pintura.

Achegarse ao Pazo da Cultura é inserirse nun diálogo, nunha conversa de dous amigos que plantexan un faladoiro público invitándonos á oportunidade de ‘escoitar’ como pintan dous grandes creadores da nosa cidade. ‘Na beira do río. Diálogos na pintura’ é pintura nun outono que sempre invita ao refuxio e a contemplar a beleza da imaxinación. 


Publicado no Diario de Pontevedra 2/10/2017
Fotografía. Javier Cervera-Mercadillo