En pañales se queda la reciente disputa entre los directores de El Prado y el Reina Sofía sobre el Guernica y el deseo de Picasso de que el lienzo se hubiese instalado en el primero. Es lo que tiene ponerse a revisar el fondo de armario de la mejor pinacoteca del mundo, que uno empieza a mover Rubens y Tizianos y de pronto se saca de la manga una Monna Lisa, eso sí, menos cargada de ‘sfumato’ -que viene a ser lo mismo que un gol de Messi sin tres o cuatro gambeteos previos- y con cejas -lo que le confiere un detalle femenino que se agradece y hace olvidar definitivamente aquel histrionismo del bigote duchampiano- pero similar a efectos turísticos y de merchandising. Años lleva El Prado en silencio trabajando en su restauración, un silencio que impresiona en esta época de confidencias al peso, pero es que la gente que restaura es gente seria y callada, que se pasa días y días eliminando capas de suciedad y cuando levantan la cabeza se les ha pasado un año, o dos, y ante sí tienen una Gioconda. Mientras, en el Louvre, no duden de que a estas horas se está creando una comisión de expertos para deslegitimar el descubrimiento español y es que eso de ponerse a compartir japoneses en tiempos de crisis no se va a quedar así, toca ponerse a buscar un buen Velázquez, y es que al ritmo en que últimamente éstos aparecen sus sótanos deben estar atiborrados de huevos fritos sevillanos.
Publicado en Diario de Pontevedra 4/01/2012
Ningún comentario:
Publicar un comentario