Rue Saint-Antoine nº 170
Escultura ▶
Miguel Muñiz y Miguel Saco llevan varios días uniendo fuerzas
escultóricas en la sala de exposiciones de la pontevedresa galería
Nemonon en una muestra que se clausura el próximo día 16. Un tiempo
en el que todavía pueden aprovechar para sentir cómo el material es
capaz de generar sensaciones diferentes, pero siempre impactantes
Si algo define a
cualquier escultor es su relación con el material. El germen donde
fundamentar su trabajo, el elemento desde el que vertebrar una
concepción artística y una manera de dialogar con el espectador,
pero sobre todo, con ese material.
Los ourensanos Miguel
Muñiz y Miguel Saco llevan ya muchos años enfrascados en ese
diálogo inagotable con el material como sustento de su obra, pero
también con un espectador al que todo artista busca insertar en
ella. Teclas de piano, maderas, piedras, hierros, objetos que ya han
tenido un paso anterior por la realidad, son las que Miguel Muñiz
gestiona como parte esencial de su trabajo.
Composiciones que surgen
de la combinación de varios de esos materiales, de un mismo
elemento, como puede ser el marfil de las teclas de un piano, o de
varios, como sucede en sus piedras sobre maderas y sujetas por
hierros. En todas ellas hay un intento visual por componer, un
equilibrio de formas y color que dotan a sus piezas de sugerentes
matices que nos llevan a la visibilización del sonido de la música,
en el caso de sus obras realizadas con teclas, o un trabajo más
vinculado a la naturaleza, con esas otras obras que surgen del tiempo
y los efectos que el entorno natural produce en materiales que el
escultor recoge de su lugar de origen. Muchos de ellos en nuestra
geografía, como si Galicia misma cincelase eses materiales para, una
vez recuperados y analizados por Miguel Muñiz, verse dotados de una
inesperada potencialidad escultórica y de la capacidad de
convertirse en algo bello frente al espectador.
Su
compañero de la exposición titulada ‘Entre el caos y la armonía’,
Miguel Saco, realiza una propuesta muy diferente, pero de nuevo con
una fuerte impronta del material.
Sus piezas minimalistas, generan
una percepción casi irreal, como si esas obras pulidas, refulgentes
desde un color vibrante, capaz de suscitar en ese mismo espectador la
sensación de encontrarse ante un objeto que únicamente se define en
base a esos tres elementos: color, forma y superficie. Recupera
Miguel Saco los postulados de esa corriente escultórica que se
rebeló contra muchas de las propuestas artísticas en los años
sesenta y setenta del pasado siglo. Este creador, gran experto en
objetos del siglo XIX y XX, en cuyo peritaje y recuperación se ha
especializado desde su marcha a Nueva York hace ya varias décadas,
no ha dudado en apostar por una escultura de una profunda intimidad,
como retomando esa reacción ante un mundo lleno de distracciones y
confusiones para un ser humano cada vez más incapaz de buscar la
concentración y, porque no, la emoción en un objeto sencillo, en
una especie de gesto de rebeldía que hoy en día sigue siendo tan
válido como el de aquellos outsiders norteamericanos.
Dos propuestas que nos
conducen a la importancia del material como algo que va más allá de
ser un mero soporte, ya que se convierte en el catalizador de las
inquietudes de estos dos hombres que, a su larga labor profesional,
le han unido la capacidad de dialogar con el mundo, desde la
escultura entre el caos y la armonía.
Publicado en Diario de Pontevedra 12/08/2019
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