La muerte de Bin Laden es quizás la única buena noticia de esta semana para el Real Madrid. Un enemigo menos que sumar a los árbitros sibilinos, al Villarato, al Platinato, a las pantomimas de los jugadores catalanes, a la prensa culé o al melifluo pero maquiavélico Guardiola. Sombras que como la del vampiro Nosferatu parecen acechar constantemente al inmaculado blanco, como si este estuviera a lo largo de su historia libre de males. Que Barcelona o Real Madrid se quejen de los árbitros es vergonzoso, cuando siempre han sido los mejor tratados, como suele suceder siempre con los más poderosos. Cada vez que el Real Madrid alza la voz con su letanía de lamentos se parece más y más a aquel Barcelona de Núñez que penaba sus fracasos deportivos y como club con el permanente lagrimeo frente al bien tratado madridismo, inmerso en otro entramado de favores similar al ahora denunciado.
Querer reducir todo lo sucedido durante estos cuatro enfrentamientos a una estratagema arbitral, a un concordato de intereses en favor del Barcelona, sólo sirve para distraer la mirada sobre la diferencia de juego, al fin y al cabo lo único importante cuando se habla de fútbol. El Real Madrid y su enfervorizada militancia -defensora incluso de planteamientos que hace sólo unos meses eran intolerables para ellos mismos y sus cenáculos de comentaristas- se ha dejado embaucar por esa dialéctica Mourinhista de crear un lodazal en torno al fútbol, dejando el juego en el trastero, como quien deja un hermoso recuerdo de tiempos mejores. El todo vale del portugués ha hecho que el aficionado madridista se haya convertido en un abertzale de su ideología, de su forma de entender este circo lleno de aviesas miradas, envidias, odios, gestos e insultos, que hasta han convencido al angelical Iker Casillas, inimaginable en el papel protagonizado tras el encuentro del martes, acusando directamente al árbitro de haberles impedido acceder a la final de la Copa de Europa. Este arrebato de ira, visualiza como pocas situaciones las consecuencias de la siembra mourinhista. Atraído al lado oscuro de la fuerza, Iker Casillas, como el joven Anakin Skywalker, tendrá que sentarse durante estas próximas semanas, que para el Real Madrid deberían ser de profundas reflexiones, a escuchar a su interior para discernir que camino seguir, y quizás ser capaz de oír la voz del venerable Yoda cuando advirtió al caballero Jedi de que «El miedo es el camino hacia el lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento. Percibo mucho miedo en ti». Y así parece que se han escrito estos enfrentamientos entre dos rivales futbolísticos que durante estas semanas han incrementado de manera exponencial su antagonismo, aunque lamentablemente no siempre desde el terreno de juego. Ahora quedan semanas en las que, con la Liga decidida, los medios deberían reflexionar, y mucho, sobre su papel en estas jornadas, así sorprenden las páginas de ayer de Marca, donde una portada explosiva contrasta con el sentido y ejercicio de profesionalidad que Santiago Segurola realiza en su comentario del partido, donde la polémica ocupa un lugar anecdótico. De nuevo los dos caminos ante lo que fue una noche que clausuró un intenso duelo donde se abrieron profundas heridas entre compañeros, entre amigos, que deberán debatirse en los próximos días entre la luz y la oscuridad con ‘La roja’ al fondo.
Publicado en Diario de Pontevedra 5/05/2011
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