Un aroma, el de Morante; un toro, ‘Durmiente’; un torero, Iván Fandiño; y
una afición, la de Pontevedra. Así, con esas cuatro pinceladas se puede resumir
esta edición de la feria de A Peregrina. Ese milagro, como lo calificó, todavía
boquiabierto, Vicente Zabala de la
Serna tras su paso por Pontevedra y la contemplación mística
de aquellos minutos convertidos en horas que el reloj de arena de Morante
exhibió ante la afición. Cuatro días de toros, con carteles excelentes, y en
plena crisis del sector, solo se puede entender como un milagro en el cual la
afición de Pontevedra, tanto la de sol como la de sombra han aportado el
necesario empujón para que nada cambie.... y seguro que nada cambiará.
El aroma de Morante de la
Puebla se reactivó este fin de semana en el que el sevillano
se encontró con el hule, el dolor y la sangre que un toro le infringió
retirándole, a buen seguro, para lo que resta de temporada. Era la de
Pontevedra su faena de la temporada, y así, desgraciadamente se va a quedar.
Pero los que lo vimos, un día compondremos un cantar, una exaltación morantista
que dejó en Pontevedra el aroma imperturbable e inmarchitable de la torería. Al
día siguiente fue un toro el que honró a esta plaza, fue el primero de la
tarde, primero del lote de El Juli, de nombre ‘Durmiente’, un hermoso colorado
que tenía un bendito vicio, el de embestir, ¡y cómo embestía! y ¡cómo se movía!
Todo era alegría y El Juli supo realizar la faena precisa y preciosa que
mereció honores y trofeos compartidos con su oponente.
Pero faltaba todavía una faena más. Antes, la corrida de rejoneo mostró
la diferencia sideral que existe entre Diego Ventura y el resto de
rejoneadores, a excepción de Pablo Hermoso de Mendoza, reditando el éxito logrado
el pasado año. Y esa faena que faltaba llegó al final de todo, pero ya se dice
que hasta el rabo todo es toro y este año los toros que se le ponen delante a
Iván Fandiño son sinónimo de triunfo. Porque el torero vasco está en plan
torero, es decir, mandando sobre lo que ocurre dentro del albero, como sucedió
en la tarde ayer en la que al primero no le pudo cortar las orejas por el fallo
con la espada pero al segundo salió dispuesto a cortarle las dos. Y eso se ve y
se nota, e Iván Fandiño mostró gallardía y torería para no dejar salir en
solitario a El Fandi por la puerta grande. Lo dicho, un torero.
Y la afición, que decir de esta afición que durante cuatro tardes estuvo
en los tendidos mostrando que la fiesta en Pontevedra es y será grande, que con
esa respuesta, englobada en estos tiempos complicados, el que una feria
mantenga ese nivel de respuesta deja a Pontevedra con el regusto de felicidad
con el que nos vamos todos.
Publicado en Diario de Pontevedra 12/08/2013
Ningún comentario:
Publicar un comentario