[Ramonismo 168]
Maggie O’Farrell vuelve a deslumbrar con otra novela de ambientación histórica y centrada en lo más desconocido
ES reconfortante ver como los libros de la norirlandesa Maggie O’Farrell lideran cada vez que se publican las listas de ventas en un contexto en el que las librerías están llenas de textos de dudosa calidad, basados en un pueril entretenimiento, y que son muchas veces los que ocupan en buena medida esos puestos de privilegio a la hora de llegar a los lectores.
Con su anterior novela, unánimemente aclamada por la crítica y el público, ‘Hamnet’, como ahora con ‘El retrato de casada’, ambas editadas por Libros del Asteroide, afianza ese éxito que tan bien le sienta a la literatura por ser ésta de calidad, llena de virtudes, también por enfrentar una manera de entender al ser humano, en especial el universo femenino, que desde la mirada atrás en el tiempo, permite sensibilizarnos con cómo esos diferentes contextos han ido siempre en contra de las libertades y las posibilidades de las mujeres para desarrollarse en su sociedad y siempre bajo los condicionantes masculinos que eran, y desgraciadamente en muchas realidades todavía lo siguen siendo, los que definen sus propias vidas con la complacencia del resto de la comunidad.
‘El retrato de casada’ cuenta, desde una inmensidad de matices y de páginas llenas de sensibilidad y complicidad, como una de esas mujeres, todavía niñas, eran entregadas en matrimonio a un desconocido para ellas y que sólo pretendía alimentar alianzas entre las diferentes cortes europeas del siglo XVI. En este caso aquellas ciudades estado italianas, repletas de la belleza renacentista, con el arte explotando por todos su rincones, pero que en no pocas cuestiones contrastaba con ciertas actitudes oscuras de las personas. Así es como Lucrezia, con sólo quince años, y tras la muerte de su hermana, que había sido la elegida, es entregada en matrimonio al duque de Ferrara, trasladándose a esa corte donde irá descubriendo el futuro que le aguarda, siempre limitando sus deseos, siempre bajo el dictado de su marido y de unos sirvientes y súbditos que observan y escrutan todos sus movimientos, y de la que únicamente se espera que sea capaz de darle un heredero a esa corte.
La absorbente manera de escribir de Maggie O’Farrell, enseguida lleva al lector a ese tiempo, a situarlo en una realidad físicamente muy alejada de la nuestra, pero en la que hay muchas cuestiones que todavía hoy forman parte de lo que somos. Con un riquísimo lenguaje la autora genera una atmósfera que permite entender cómo se vivía en aquel tiempo, cómo eran los usos y costumbres y cómo las personas actuaban y se comportaban en esos diferentes ámbitos que aquí se definen. Al igual que sucedía en su anterior novela, en aquel caso en la Inglaterra de William Shakespeare en la que un suceso familiar servirá de yesca para su famoso drama ‘Hamlet’, la autora hace del pasado el lugar que activa nuestra reflexión, no tanto sobre los grandes nombres de la historia, como por aquellos personajes que se han quedado orillados por las luces de la fama, pero sin cuya participación las cosas pudieron haber sido muy diferentes.
Lucrezia nos lleva a pensar sobre cómo tantas mujeres vieron su futuro condenado a ser una posesión más de un hombre poderoso que aniquilaba su manera de ver el mundo y de enfrentarse a él. Niñas que llegan a nosotros muchas veces a través de hermosos retratos de la historia de la pintura donde nos parece ver a elegantes mujeres, cuando lo que nos encontramos son todavía a adolescentes que bajo esa pose de dignidad encierran un sinfín de miedos y terrores que van de su propio lecho conyugal hasta cómo deben moverse en público por temor a las represalias. Lo que siempre pensamos podían ser unas vidas palaciegas, llenas de favores se convierten en auténticas prisiones que normalmente acababan de manera dramática para quienes todavía estaban iniciándose en la vida, separadas de sus familias, dejando atrás el amor real y siendo obligadas a compartir su existencia con unos hombres que acostumbraban a mostrar una doble cara, la de la bondad y la sensibilidad mientras encontraban en esas mujeres una cierta complicidad, pero que acaban siendo unos déspotas en cuanto se les hacía frente.
En ambos libros la lectura se agita de manera febril en su parte final, cuando todo explota en un momento determinado que lo cambia todo y que hace estas novelas magníficas obras literarias.
Publicado en Revista. Diario de Pontevedra, 16/09/2023
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