Es una de las siembras más miserables que puede haber en la vida, la que se basa en generar dudas, desconfianzas, la de airear chismes sin aportar prueba alguna que los justifiquen, y así día tras día hasta que a base de empapar la tierra se genere un lodazal lo suficientemente denso como para atrapar a todo aquel que pase a su lado. Lo hemos visto muchas veces en el mundo del deporte, acusaciones que finalmente no llegan a ningún lado pero que por su babeante recorrido dejan un rastro de desesperación e indefensión en el deportista al que se hace referencia. Atletas y ciclistas están siempre a la cabeza de las acusaciones de dopaje, un triste liderato que muchas veces no pasa de ser una tormenta periodística sin más consecuencias que el ensuciar a un deporte y a sus deportistas. Ahora parece que esta siembra se traslada al mundo del fútbol, quizás en busca de la notoriedad a costa del todo vale. Todo surge dentro de ese ambiente creado en una espiral de maledicentes comentarios, por ellos, algunos medios se han visto amparados en la impunidad que ciertos entrenadores, como es el caso de Mourinho, emplean para poner en duda a árbitros y competiciones sin que nadie tome medidas, ni apercibimientos, ni mucho menos sanciones. Ese martillear de manera constante ante los micrófonos sólo pretende crear un estado de opinión que ponga en duda las bondades del rival, y lo que es más grave, de toda una competición. Pero aquí no pasa nada, todo está permitido, no quiero pensar que medidas tomaría el Comité de competición o el organismo correspondiente si el menosprecio a árbitros, organizadores y hasta a sus propios colegas lo hiciese un entrenador de un equipo de zona baja de la tabla. La cadena Cope se ha subido en los útlimos días a ese carro de espumarajos y no se le ha ocurrido otra cosa que atribuir los éxitos del Barcelona a un posible dopaje de sus jugadores, así, como quien no quiere la cosa, y ahí queda eso flotando en el aire. Que alguien protesta, pues se piden disculpas, nos retractamos, echamos la culpa a las fuentes y tan amigos. Toda una lección de periodismo, sí señor, y cuyo fin último no puede ser otro que lograr desestabilizar al equipo que ocupa la primera posición en la Liga y al que parece que sólo así se puede llegar a frenar. El Real Madrid ya ha salido al paso de estas insinuaciones distanciándose de ellas, pero lo cierto es que desde Madrid todas la artillería está en marcha contra el dominio culé, al precio que sea. Cueste lo que cueste. Con buen criterio la directiva del Barcelona ya ha anunciado la toma de las medidas legales necesarias para defender el honor de sus jugadores, ya que desde ningún estamento se pretende atajar este tipo de comportamientos. Una decisión que seguramente hará recular a quienes propagaron el infundio de una noticia sin pruebas, y por lo tanto no noticia, y les hará pedir disculpas, decir que ellos no querían decir eso y que todo fue un lamentable error. Pero es tan grave el asunto que permanecerá levitando sobre los antagonistas del Barcelona que verán así respaldadas sus acciones más o menos enérgicas contra la superioridad barcelonista. Deberían reflexionar estos periodistas, y reconocer que no todo puede estar permitido para sumar unos cuantos miles de oyentes y mucho menos pisoteando el trabajo de un grupo de futbolistas a los que no hay más que ver para entender que no hay nada más sucio en ellos que la conducta que algunos les quieren atribuir.
Publicado en Diario de Pontevedra 17/03/2011
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