domingo, 6 de marzo de 2011

Noche




Pocas cosas tan insospechadas imaginaría un político que podía llegar a inaugurar como la noche. Aquí lo hemos hecho. Remozada y melancólica. Encantadora y sensible. ‘La noche en el instante lunar y femenina’ que canta Serrat asociado con Miguel Hernández. Pocas ciudades hay más femeninas, y por lo tanto hermosas y delicadas que esta Pontevedra, ‘noche esposa’, de piedras y fulgores, de caminantes entre sombras y de historias acurrucadas bajo los soportales de A Ferrería mientras las camelias estallan caprichosas. La luz nos ha traído la oscuridad, recuperando unas estrellas que ya habíamos olvidado, bajo ellas, el color de los vidrios franciscanos, luz de las tinieblas medievales, donde nos podemos leer a nosotros mismos, y como colofón, el recuerdo de ser los pioneros en el uso de la energía eléctrica. En 1963 Otero Pedrayo escribía en estas mismas páginas un artículo alabando la noche en Pontevedra de piedras hundidas y paredes caleadas: «Hemos vagado en la noche pontevedresa, con queridos amigos. Con Castelao, con Cabanillas, con Losada Diéguez...» y los imagino a todos sentados ante la fuente por la que tanto pelearon escuchando la música de Haendel, orgullosos al ver que nos acordamos de ellos desde este hilo inquebrantable de la memoria local que son las piedras de una ciudad que ha descubierto la noche más hermosa del mundo.


Publicado en Diario de Pontevedra 5/03/2011
Fotografía David Freire

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