La primera exposición de la Sala X de la Facultade de Belas Artes de este curso estrena directora, la profesora Mar Caldas sustituye en el cargo a Xosé Manuel Buxán, y lo hace con la expectativa de seguir realizando un trabajo que permita continuar a este espacio siendo un lugar de reflexión entre nombres, con mayor o menor experiencia. Y para ello esta primera muestra destaca el valor del centro como un lugar de intercambio de ideas y proyectos, en este caso, con centros universitarios de todo el mundo desde la apuesta por las ‘miniaturas’.
A nadie se le escapa la importancia que la miniatura medieval tuvo en el desarrollo del arte. La ilustración de los escasos libros que circulaban por una Europa en construcción, además de funcionar como una clara ilustración para una población con escasas capacidades para la lectura, lo hacía también como la representación visual de los textos que se manejaban en las bibliotecas del momento, casi todas ellas pertenecientes a monasterios, permitió ir fundamentando un arte que en nada desmerece al arte mayor, o al que se pueda desarrollar en una superficie de gran tamaño.
La imprenta contribuyó a la difusión de los libros, lo que junto al empuje de la burguesía abrió nuevas perspectivas de creación para los ilustradores del momento. Cuando todavía estamos comenzando el siglo XXI no está de más reflexionar sobre la creación desde esa visión que en un tiempo era casi la única que permitía asomarse al mundo artístico. Estos días lo hace la Facultade de Belas Artes de Pontevedra dentro de un interesante y ambicioso proyecto de edición gráfica internacional que vuelve a redimensionar a la miniatura y merced a la cual ésta vuelve a desempeñar ese papel que la hizo ser un vínculo de unión y de intercambio de ideas y formas de expresión entre diferentes estados.
De igual modo esta exposición se repite en los once centros académicos inscritos en esta edición que partió de un país con larga tradición en esta disciplina, la Escuela Superior de Artes de Lieja en Bélgica, y así se crea un vínculo a partir de la miniatura, de ese guiño a la realidad que no por su tamaño debe perder consideración frente a otras posibilidades de representación. Basta darse un paseo, con calma y sosiego, por la Sala X , para entender de la destreza de los artistas aquí participantes.
Cerca de 200 alumnos coordinados por sus tutores abren un auténtico bestiario de imágenes, a través de delicados ejercicios plásticos que hablan por sí solos de las posibilidades de esta técnica, y que en el caso de la facultad pontevedresa presenta un potente foco de creación al ser el grabado una de sus disciplinas de mayor relevancia y atención por parte de sus profesores y cuyos resultados son más que visibles.
Al frente de este proyecto en la facultad pontevedresa la profesora y experta artista en grabado, Anne Heyvaert, ella respondió a la comunicación que desde la Escuela belga se envió a diferentes centros de estudios donde el grabado tiene la suficiente consideración, y de hecho en España solo la Facultad de Belas Artes de Pontevedra ha sido merecedora de participar en esta aventura. Desde Bélgica Chantal Hardy fue la que lanzó al aire el proyecto, la que pensó en que el grabado podía recuperar el valor que había tenido en los libros miniados que llenaban las bibliotecas de la Europa y que servían de engranaje cultural a los ciudadanos de aquel tiempo. No tardaron en responder, y así desde la Universidade de Vigo, con su magnífica enseñanza desde esta disciplina, se decidió vincular al centro con esa idea global que debía restringirse a los 50 centímetros cuadrados de cada una de las piezas. Además, de cada una de ellas se debían realizar once ejemplares para ser enviados a cada uno de los centros y así que cada escuela tuviese su propia exposición. Una exposición que entra en una sencilla caja pero que cuando se abre es capaz de llenar paredes y paredes que asombran al visitante por la minuciosidad e inventiva de todos los participantes. Si en aquella ocasión la miniatura respondía en sentido estricto al universo religioso, o con el tiempo, a las inquietudes de la burguesía. Ahora, de igual modo, el artista responde ante su mundo, inmortalizando aquello que le preocupa, aquello que considera necesario para propiciar la reflexión de todos nosotros. No se sentirán defraudados si se dejan llevar por la magia de un arte de otro tiempo, adoptado ahora al nuevo universo tecnológico que permite avanzar en el mundo formal de la representación, una representación ciertamente sorprendente por ver la diversidad de motivos y esquemas que pueden llegar a configurarse en un espacio tan minúsculo. La Sala X de la Facultade de Belas Artes nos ofrece esta oportunidad hasta el 4 de noviembre.
Publicado en Diario de Pontevedra 16/10/2011
Fotografía: Xan Xiadas
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