La paga, los barcos y el alcalde, podía ser el título de una de las películas de Eric Rohmer, pero no es más que el titular de una semana aromatizada con la próxima cita electoral. Como sucedía con el olor a Napalm en Apocalypse Now, nuestra clase política comienza a excitarse y a poner las orejas en punta cuando olfatea la sangre convertida en votos. El alcalde de Pontevedra confirma el ingreso en las nóminas de los funcionarios municipales de un dinero que desde Madrid se ha obligado a no poner en circulación. Lores desobedece a Rajoy, pero obedece a su ciudad, tan necesitada de ‘cash’ a las puertas de la campaña de Navidad; frente a él, el PP local, uno antes del mediodía y otro después, tacha la acción de electoralismo, pese a que el cuerpo le pedía apoyar al alcalde, pero las siglas son las siglas. Feijóo se saca dos barcos del sombrero charro para tener ocupado al naval gallego mientras se ensobran los votos, miles de puestos de trabajo que los sindicatos ya han puesto en cuarentena, y finalmente, el alcalde de Ourense da con sus restos en el calabozo de Joaquín Costa. La policía, apostada en el Paraño, como en el Far West, capturó al forajido justo un mes antes de que Galicia se eche a votar. Me encanta el olor del napalm antes de las elecciones. ¿Lo hueles muchacho?
Publicado en Diario de Pontevedra 22/09/2012
Fotografía Rafa Fariña
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