martes, 17 de decembro de 2013

La verdad también habla francés

El mundo del toro se ha visto reflejado a lo largo de la literatura de una manera muy diversa. Desde la novela, el ensayo, la biografía o la poesía no han sido pocas las relaciones surgidas entre ambas disciplinas artísticas. Esta semana, en París, José Tomás presentó una de esas últimas aproximaciones a partir de su ‘Diálogo con Navegante’


José tomás se plantó en París en directa competencia con la verticalidad de la Torre que Gustave Eiffel erigiera en 1889 como emblema del progreso de la época. Un emblema que el tiempo hizo que fuera el símbolo de una ciudad, y hablando de símbolos y de toros, José Tomás se erige desde esa quietud del toreo en vertical como el símbolo de una época en la tauromaquia. Su halo se ha ido desprendido como el duende de sus alamares no solo sobre el albero, sino a través de diferentes actitudes que han pretendido ir más allá del mero hecho taurino. Su defensa de la fiesta, su implicación con causas desfavorecidas y la comprensión diferenciada de su arte, lo enmarcan como a un ser único, y si me lo permiten, irrepetible.
Los últimos años no han sido en absoluto fáciles para el diestro de Galapagar. La brutal cogida de Aguascalientes en abril de 2010 ha marcado un largo proceso de recuperación con alguna esporádica aparición casi mesiánica, como la de Nîmes en 2012 con un encierro antológico con seis toros de diferentes ganaderías y el indulto de uno de ellos. Aquel milagro nimeño acrecentó su fuerte relación con el público francés, gran animador de la fiesta de los toros en los últimos años y firme defensor de su asimilación como un elemento cultural de primer orden dentro de su propia sociedad. Las plazas galas se abarrotan evento tras evento de un público defensor de esta fiesta y sus valores. José Tomás no ha querido dejar pasar por alto esta situación y así el acto celebrado esta semana en París viene a devolver a la cultura francesa su defensa de la condición taurina. Para ello voló directamente desde México, desde donde durante las últimas semanas han llegado imágenes de su puesta a punto ante la que parece se convertirá en la temporada de su firme regreso a una fiesta que tanto le necesita.
Al Teatro de la Alianza de París llegó con la traducción al francés bajo el brazo del libro que en España había presentado en el mes de mayo, un diálogo directo con aquel animal, de nombre Navegante, que casi le siega la vida sembrando la arena mexicana de su sangre. No fue la primera vez en que se produjo este hecho, pero sí fue la más grave por la cantidad de sangre derramada y las carencias de la plaza para frenar la hemorragia. Con aquella sangre escribe José Tomas unas páginas llenas de intensidad en búsqueda de la reflexión que siempre acarrea su toreo. Un diálogo que surge días después de haber superado el rencor y en la firme convicción de que en aquella tarde el torero debía pagar su tributo por todo lo que los toros le estaban dando en la vida. Cada una de esas embestidas es la confirmación del pálpito de la existencia para quien ha hecho del mundo del toro algo más que una profesión a la que honrar y en la que siempre se debe ir un paso más allá. Una honradez que sublima con cada pase, con cada estatuario, con cada aguja del reloj que se suspende en el aire, con la admiración del público y el respeto del aficionado. «En la plaza cada uno se comporta tal y como es, en la plaza no se puede fingir, en la plaza todo es verdad», dice José Tomás en su texto. Verdad que se traslada a través de este relato sincero y desnudo en el que José Tomás aporta su granito de arena a esa fecunda relación entre el universo del toro y la literatura. Títulos como ‘Las águilas (de la vida del torero)’ de López Pinillos, la biografía escrita por Chaves Nogales de Belmonte, el lorquiano canto a la muerte de Ignacio Sánchez Mejías, las crónicas taurinas de Joaquín Vidal, editadas en un único volumen, o el más reciente ‘Sentimiento del toreo’, coordinado por Carlos Marzal, son cuatro ejemplos cumbre, de momentos muy concretos y de géneros también muy diversos, de esa vinculación que, como un reguero de inspiración, se extiende desde la noche de los tiempos.
José Tomás hizo de otra noche, la de París, su plaza estrellada, una oscuridad como la de aquel Navegante que se cruzó con él en un cruento peaje de gloria, ante el que al torero solo se le ocurre dialogar. Cosas de genios.

Una cuadrilla de excepción
No está José Tomás solo ante esta lidia. No se defiende mal el diestro tanto con la palabra oral como con la escrita, pero para evitar esa soledad ante el debut se ha hecho rodear de plumas tan significadas como las de Mario Vargas Llosa, quien pone palabra al pensamiento del toro ante su oponente, o las reflexiones del mejor crítico taurino del país, Vicente Zabala de la Serna, quien escribe sobre el ‘Valor y valores del toreo’. Junto a ellos Luis Abril, Paco Aguado, Araceli Guillaume Alonso, Agustín Morales, Natalia Radetich, Françóis Zumbiehl y Rogelio Pérez Cano también se acercan a diferentes vertientes del mundo del toro, con la presencia firme de José Tomás como la aguja del compás clavada ante la expectiva.



Publicado en Diario de Pontevedra 16/12/2013

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