Rue Saint-Antoine nº 170
Pintura. Kike
Ortega continúa exhibiendo sus diferentes procesos artísticos de
las más diversas maneras. Exposiciones, ferias, locales... todo
sirve cuando se tiene algo que decir y que enseñar. Y cuando ese
espacio no se presenta se inventa, como ha hecho en su última
propuesta en plena calle Michelena con un espacio para el arte.
No son pocos los
artistas que hacen de su estudio un refugio no sólo en el que
alimentar sus creaciones, sino también un espacio íntimo desde el
que llorar la falta de atención de público, el escaso apoyo de las
instituciones y la falta de llamadas para participar en exposiciones.
Así muchos pueden llegar a pasar un tiempo considerable mientras sus
propias obras les cuestionan: ¿qué haces? ¡Sal y lucha por
demostrar tu talento! Unos escuchan a su obra y otros siguen dándose
cabezazos contra la pared maldiciendo el sistema, a este insensible
mundo y a la falta de oportunidades a la que tantos artistas se ven
condenados.
Kike Ortega pertenece
al primer grupo, al de los que hacen caso a su obra y deciden buscar
al público para acostumbrarlo a relacionarse con el arte, a formar
parte de su propia obra y a romper esa barrera que a muchos aún les
cuesta superar y adentrarse en una muestra artítica como si sólo
por entrar tuviesen que pagar un peaje. A Kike Ortega le gusta vender
sus obras, es más, le encanta, pero todavía le gusta más que sus
obras sean visibles y que la gente entre a sus espacios a dialogar y
a conversar sobre un trabajo que se mueve por diferentes territorios
pictóricos, escultóricos, artesanales... diferentes caminos para
llegar a esa maravillosa conclusión de cualquier artista como es
tengo algo que contar y os lo voy a contar.
Así es como Kike
Ortega antes de poner rumbo a otras geografías para exhibir su
trabajo en lugares tan diversos como el Puerto de Santa María, donde
colgará sus obras en el famoso resturante Aponiente del cocinero
Ángel León o a finales de año en la Feria Internacional de Arte de
Miami, decide mostrar su trabajo y, lejos de depender de galerías
(que desgraciadamente esta ciudad no tiene una sola) o de espacios
públicos con sus largas listas de espera, se lanza a mostrar su
trabajo en un local que él mismo alquila para que sirva de cobijo a
su trabajo. En plena Michelena tenemos, por lo tanto, una pequeña
galería de arte en la que Kike Ortega nos muestra sus últimos
trabajos y nos ofrece un respiradero artístico, siempre tan
bienvenido en una calle esencial de la ciudad, llena de gente que va
y viene, que se mueve a sus trabajos o quehaceres y que ahora pueden
disponer de un pequeño refugio en el que romper la monotonía del
día a día.
En él se encontrarán
esa diversidad formal que caracteriza y que enriquece la obra de Kike
Ortega. Un arte que hace del material una parte esencial de la obra,
estudiando y componiendo la pieza desde los matices y posibilidades
que la madera, las planchas de metal, el óxido o las páginas ajadas
de un libro pueden otorgarle a unas obras que no dejan a nadie
indiferente. Cargadas con la potencia de esos materiales sus
superficies acogen sus ya reconocidas arquitecturas, perfiles de
edificios que nos representan como colectivo pero que también se
abren a otras significaciones más personales. Experiencias,
vivencias, partes de una vida que se va acolmatando sobre maderas,
sacos de arpillera o, como en su última aventura en los techos de
tractores que sobre el desgaste y la aparición del óxido son ya por
sí mismas auténticas pinturas en las que el tiempo nos habla. Kike
Ortega usa todos esos a priori condicionantes del material para
aumentar las posibilidades de su obra, y para, como sucede en la
totémica cabeza de toro, de trazas picassianas, que nos recibe al
entrar en el espacio, incrementar las posibilidades expresivas de una
pieza con una poderosa presencia.
Obligado por su arte
Kike Ortega nos ofrece a lo largo del próximo mes la posibilidad, no
sólo de disfrutar de su arte, sino también de pensar en la
necesidad de disponer de espacios en el centro de la ciudad para
nuestros artistas. Espacios dinámicos que acerquen la creatividad al
público aunque para ello tenga que ser el propio creador el que tome
las riendas de su destino y el que se lance a un reto complementario
a su obra.
Publicado en Diario de Pontevedra 28/05/2018
Fotografía. David Freire
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