Rue Saint-Antoine nº 170
Literatura. La
portada de Diario de Pontevedra del 28 de enero de 1999 se ocupaba,
casi al completo, con la muerte de Gonzalo Torrente Ballester. Algo
nada habitual pero que, en el caso de este medio, servía para
reflejar la enorme figura del escritor, así como su vínculo con la
ciudad de Pontevedra, por él llamado «el mejor de sus rincones»
Comida de catedráticos del Instituto Femenino de Pontevedra en 1965 (Ozores) |
El pasado seis de
diciembre, Anxos Rial, profesora de Lengua Gallega y Literatura del
Instituto Sánchez Cantón, subía a las redes una fotografía en la
que Pontevedra se mostraba envuelta en una espesa niebla. La ciudad
aparecía engullida por ese efecto meteorológico, y sólo el
campanario de la Basílica de Santa María parecía resistir firme
ante las brumas. «Y llegué a la conclusión de que, cuando
Castroforte del Baralla se ensimisma hasta cierto punto, un punto
máximo, claro, la cima del ensimismamiento, asciende en los aires,
en una palabra, levita, y no desciende hasta que deja de pensar, de
interesarse por algo suyo y piensa o se interesa por algo ajeno.»,
escribió Torrente Ballester en una de sus obras maestras, ‘La
saga/fuga de J.B.’ sobre esa ciudad literaria inspirada en la
Pontevedra que el escritor y profesor en el Instituto Femenino
(actualmente Instituto Valle-Inclán), conoció bien durante su
estancia en ella, entre 1964 y 1966, y desde la que partió hacia la
Universidad norteamericana de Albany, en la que remató la escritura
de esa novela.
Niebla engullendo a Pontevedra el pasado 6 de diciembre (Anxos Rial) |
Como en esa fotografía,
que cada cierto tiempo se repite en Pontevedra, la figura de Torrente
Ballester remonta el Mendo para hacerse visible. Para emerger como el
fabuloso narrador que es y que, pese a ciertos olvidos y desprecios,
acaba, desde su poderosa imaginación y escritura, reclamando su
lugar en lo más alto de la literatura. Ahora, con motivo del veinte
aniversario de su fallecimiento el mundo editorial recupera varias de
sus obras con nuevas ediciones. Títulos esenciales como la trilogía
de ‘Los gozos y las sombras’ que publica Alfaguara en una
monumental edición que reúne los tres apartados de esta historia
tan cercana a nuestra identidad y que recordemos hizo de Pontevedra
un plató de cine, con la filmación en sus calles de la mítica
serie de televisión, quizás la primera gran serie televisiva en
España. Mientras, la editorial Alianza ya tiene listas para salir al
mercado durante esta misma semana novelas sustanciales dentro de la
obra torrentina como ‘La Saga/fuga de J.B.’, ‘Don Juan’, ‘La
isla de los jacintos cortados’ y ‘Crónica del rey pasmado’.
Pocas maneras mejores de recordar y de honrar a un autor que con la
revisión de sus obras y que quizás permitan, por fin, sortear ese
estigma de literatura compleja que es la que todavía hoy muchos
encuentran en cómo afrontaba Torrente Ballester su escritura. Cierto
es que le preocupaba mucho la construcción de la obra, también su
componente estético, y todo ello le llevaba a un ejercicio tremendo
de análisis de la estructura de ciertas novelas, un trabajo muy
serio, arriesgado e innovador, llevado a cabo por quien conocía
todos los resortes de la escritura desde sus amplios saberes. Un
auténtico investigador de la palabra que, desde el manejo de la
ironía, la realidad, la fantasía y la inteligente revisión y
adaptación de los mitos, hicieron de su obra un enorme embrujo para
el lector, generándose en sus libros un territorio en el que la
literatura se muestra con todo su potencial para establecerse como
un caudal de sensaciones.
El
28 de enero de 1999 Diario de Pontevedra reflejaba la muerte del
escritor ferrolano de una manera poco frecuente ante la muerte de un
escritor. Toda una portada y un especial de ocho páginas daban buena
cuenta de la importancia de su obra pero también de su relevante
relación con una ciudad de la que fue nombrado Hijo Adoptivo en
1997, y en la que fue feliz, como repitió una y otra vez siempre que
la visitaba de manera habitual, bien para encontrarse con sus
antiguas amistades o por su presencia como parte del jurado de los
premios Julio Camba de periodismo. Sobre ella decía: «el mejor de
los rincones conseguidos a lo largo de mi vida lo tuve en
Pontevedra», ese rincón era su vivienda en la calle Arzobispo
Malvar y desde ella un paseo ante la Basílica de Santa María para
dirigirse al Instituto, cafés en el Lar, trajes en Valiño Sastre y
todo un reguero de historias que, entre Filgueira Valverde y Manuel
Domínguez, (compañeros de claustro), instalaron en su cabeza para
convertirse en inspiración para ese gran hito literario que hace
levitar a Pontevedra y que cuando deja de pensar en si misma vuelve a
posarse y a darse cuenta de que esta ciudad, ese rincón que tanto
amó, sigue sin tener hacia él un recuerdo en forma de placa o
monumento, simplemente en forma de gracias.
Publicado en Diario de Pontevedra 28/01/2019
Ningún comentario:
Publicar un comentario