luns, 6 de xullo de 2020

Cerveza, bares, poesía


[Ramonismo 31]
La editorial Visor celebra su número 1.100 con un canto a la poesía desde la relación de los autores con los bares



SON SUS tapas negras un azabache refulgente que llena las más prestigiosas estanterías dedicadas a la poesía. La colección Visor es una referencia en la edición poética y cada volumen que se publica un alborozo de la palabra que acoge diferentes voces, de ayer y de hoy, siempre marcadas por una excelencia que es la que ha ido prestigiando a este sello y a los autores que en él se integran.
Llega la Colección Visor de Poesía a un número especial. Un brindis emocionante por la capacidad de resistencia y por plantar cara a un tiempo que quizás solo la poesía sea quien de explicar en sus derivas y afrentas al ser humano, desde las intenciones de los protagonistas que convierten cada libro en esa necesaria expiación de la realidad para forjar la poesía como «un ajuste de cuentas» con el entorno, como la tiene definido en más de una ocasión uno de los protagonistas del libro, Luis García Montero. El brindis es por el número 1.100, y para él se ha pensado en una edición especial que agrupa a numerosos autores, de una espléndida calidad y que bajo el feliz título de ‘La cerveza, los bares, la poesía’, presenta poemas o textos relacionados con esos ecosistemas en los que muchos de ellos encuentran inspiraciones varias, detonantes para el equilibrio del verso o, simplemente, una barra en la que apoyarse ante las embestidas de la vida.
Estamos, por lo tanto, ante una selección de autores que ha capitaneado el propio Chus Visor, Jesús García Sánchez, demiurgo de esta colección envuelta de noche y cuyas estrellas son los nombres de los propios poetas. Hombres y mujeres que, desde ambas orillas del Atlántico, conforman con su obra un faro de palabras en el luto del día. Un haz de luz por el que ahora recorremos su pasiones, querencias, gustos y distanciamientos con el universo alcohólico. Ante el rosario de cuentas Chus Visor nos regala un texto, a modo de introducción, sobre la importancia de estos ambientes perfumados en la vida de los distintos autores, y a partir de ahí entendemos cómo a lo largo de la historia, desde el Antiguo Egipto hasta el decálogo de un bebedor de Álvaro Mutis, la obra de cada uno de ellos se ha enhebrado desde esos espacios, entre lo íntimo y lo público, con el debate de lo que sucede puertas afuera, allí donde todo es más áspero e imposible de contener en una copa reparadora.
El heterodoxo listado en estilos y geografías permite, al tiempo que comprobar las posibilidades inspiradoras de bares y alcoholes, radiografiar buena parte de la poesía de las últimas décadas en castellano. La presencia de Visor en Latinoamérica también se referencia a lo largo de estas páginas en las que numerosos creadores de allí nos encierran acá sus textos, lo que en muchos casos permite descubrir poéticas de las que tirar de su hilo para una aproximación más detenida.
«Yo tengo nostalgia; tú tienes morriña!», es el fin del poema del mexicano Luis G. Urbina, puritita emoción para esta tierra en un poema que sigue a los antiguos y anónimos, adentrándonos en ese listado en el que no faltan los Machado, Pessoa, Camba y su país de la cerveza, Lorca, Neruda, Pavese, Lezama Lima, Gil de Biedma, Marilyn Monroe, Daisy Zamora, Juan Gelman, Ángel González, Sabina y sus 500 noches, Benjamín Prado, Manuel Vilas, Raquel Lanseros o Antonio Lucas. Poetas de barra, poetas de tronío.


Publicado en Diario de Pontevedra 4/07/2020

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