[Ramonismo 63]
José Ovejero nos propone, en su última novela, ‘Humo’, un áspero relato en el intento de comprender una realidad vinculada a la naturaleza y a las relaciones humanas
HAY textos que te ponen en guardia. Historias y palabras que te erizan la piel y te sitúan, a lo largo de su lectura, ante posiciones incómodas pero tan útiles como necesarias, enfrentado a inesperadas conexiones en las que lo que sucede ante tus ojos te lleva a hacer de ese relato un motivo de reflexión y en el que las preguntas brotan allí donde, paradójicamente, todo semeja ser un secarral.
‘Humo’, de José Ovejero (Madrid, 1958), editado por Galaxia Gutenberg, es uno de esos libros que tras su lectura se podría entender escrito bajo un bendito estado de gracia. Una historia breve que no llega al centenar y medio de páginas pero en la que todo está medido, encajando las diferentes peripecias que en él acontecen de una manera en la que todo transcurre de forma espontánea, haciendo de lo vital, ese elemento que precisamente tanto se pone en duda en este texto, un devenir natural. Las palabras son precisas, alejadas de esos efectismos literarios de las que tantos autores presumen pero que lo único que consiguen es restarle valor a la narración. Aquí todo es magro, cada personaje, cada acción, en definitiva, cada palabra, tiene un valor por sí mismo y como parte de esta historia de convivencia al límite, en el que una mujer, un niño y una gata habitan en una cabaña en el bosque. Poco más sabemos y vamos a saber a lo largo de esta especie de distopía rural con la que José Ovejero pone en el disparadero eso que se ha dado en llamar civilización.
Esos tres seres vivos se enfrentarán a un entorno salvaje, pero también a ellos mismos. A sus contactos, a sus miradas, a sus tactilidades, a sus sonidos y olores, porque si algo expele este texto es esa vocación salvaje que hemos ido desterrando de nosotros mismos bajo nuestra piel urbana, detrás de un supuesto progreso que ha ido coartando aquello más racial de cada uno de nosotros. Una manera de vivir en comunidad que nos ha dado pero también nos ha quitado. Todo eso va fluyendo entre los actos de estos protagonistas y sus contactos entre ellos, pero también con otras personas que a lo largo del relato se suman a ese proceso de subsistencia que lo tiñe todo de un estado apocalíptico, de una emergencia en la que violencia e inteligencia deberán equilibrarse para superar dramáticas situaciones.
Las columnas de humo que llegan desde el ámbito urbano incrementan ese sentido de amenaza que es permanente en el ámbito rural, en ese medio cada vez más deshabitado, donde las ruinas son la síntesis de una destrucción basada en la despoblación, en la pérdida de personas en unos entornos (escaparemos de esa acepción de vaciados y nos decantaremos por deshumanizados) en los que la naturaleza también se muestra agotada, exhausta en base a una alteración climática que quien sabe a donde nos acabará llevando, aunque como estamos comprobando en estos meses agónicos sus consecuencias nos afectarán de manera directa.
Con ‘Humo’ José Ovejero levanta ante nuestra mirada un escenario angustioso que incluso consigue, en la descripción de una naturaleza salvaje repleta de belleza y de matices, convertirla en un ecosistema perverso y todo ello de nuevo apoyado en un lenguaje preciso que es capaz de generar en el lector una torrentera de sensaciones ante esa naturaleza en la que el ser humano quiere resistir, en definitiva, subsistir entre silencios, presencias inhóspitas y un sinfín de preguntas que no sabremos responder porque quizás, no existan las respuestas.
Merodea siempre José Ovejero alrededor del ser humano como centro de su narrativa. Una escritura que no ha sido en absoluto acomodaticia, haciendo de cada texto una suerte de desafío personal por conducirse por territorios nuevos en cada una de sus novelas. Así, sus últimos títulos, todos ellos en este mismo sello editorial: ‘Insurrección’ (2019), ‘Añoranza del héroe’ (2018), ‘La seducción’ (2017) o ‘Los ángeles feroces’ (2015), plantean diferentes aproximaciones a personas que contienen un universo, seres acosados por un ecosistema, por un contexto, que en no pocas ocasiones los pone contra la pared, de ahí que quizás en ‘Humo’, sea ese ecosistema el que busque liberarse de la presencia humana obteniendo un protagonismo particular.
«Todos necesitamos comunicar, pero hay tan poco que comunicar», afirma la protagonista en uno de los capítulos más intensos de este libro que ya de por sí es pura intensidad. José Ovejero parece sujetarse a esa frase para hacer de su ejercicio de escritor comunicación, pero también para hacer ahora de esa comunicación un abrupto desfiladero donde solo lo sustancial importa, esto es, preservar la vida.
Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 10/04/2021
Ningún comentario:
Publicar un comentario