[Ramonismo 67]
La primera novela de la colombiana Lorena Salazar es un vibrante relato sobre un viaje en un contexto violento
SIEMPRE es una bendición que caigan en tus manos libros como el que firma la debutante Lorena Salazar Masso. Son textos de autores desconocidos en los que una editorial fundamenta una confianza sencillamente en base a la emoción que propicia una historia.
La editorial Tránsito es la que hace de su reciente historia, se fundó en 2018, un ejercicio de seguridad absoluta en las posibilidades de una serie de creadoras (su catálogo es exclusivamente femenino) que, a través de sus libros, son capaces de conmovernos y transportarnos hacia esos territorios de la emoción o, como consta en la presentación de su web, una «literatura que hunde los dedos en las llagas de lo frágil». Un tránsito que evoca la editorial a través de su propio nombre, respaldado desde la valiente labor de su fundadora, Sol Salama, y que es más que evidente en el relato de la colombiana Lorena Salazar, ‘Esta herida llena de peces’, al configurarse todo él a partir de la noción de viaje. Un desplazamiento por el río Atrato en un salvaje paraje natural propio del paisaje colombiano, de una arrebatadora intensidad que acrecienta esa violencia endémica del entorno con la generada por el propio ser humano.
Las protagonistas de ese itinerario son una mujer y un niño, y ambas claves humanas, la del sentimiento materno, y la inocencia del crío, se erigen en los puntos de tensión ante lo que sucederá a lo largo de la historia y que Lorena Salazar sabe conducir de manera sorprendente, por su precocidad, y por su manejo de un lenguaje que, como todo el que llega de Colombia, parte en principio de su seducción, y que aquí la autora naturaliza a través de los diálogos entre los personajes y las diferentes situaciones que se dan entre los que se mueven y esa naturaleza estática, pero a la vez cambiante.
Desde esa barcaza las orillas se convierten en un escenario para observar la realidad y subirla al interior de esa lancha en la que unos seres buscan alcanzar una meta que al final será, como tantas veces en la literatura, el conocerse a sí mismos, el explorar sus reacciones ante lo que sucede a su alrededor.
Estamos, por lo tanto, ante una novela de atmósferas, y eso en cualquier relato es una maravilla porque así la literatura es capaz de establecer ese puente que nos permite adentrarnos en otro universo y ser parte de esta historia que irá conduciéndose hasta su inesperado final, en el que manera contundente estalla todo ese viaje anterior en el que la memoria, los recuerdos, la sensación de pertenencia o la maternidad han sacado su pasaje para esa introspección íntima.
A medida que las etapas se suceden en esos kilómetros a lo largo de un río a la búsqueda del corazón de las tinieblas la tensión se va subiendo a esa canoa hasta convertirla en un enorme peso, incapaz casi de flotar sobre unas aguas en las que la inquietud va en aumento, aunque en no pocas ocasiones, Lorena Salazar, en beneficio de la narración, genera una especie de parones para detenernos en una prosa más lírica, llena de sensaciones que regeneran en nuestro interior la confianza en el ser humano y su conexión con la exuberancia que, en este caso, la singularidad colombiana le concede. Todo ello se amalgama ante los ojos de la protagonista y de manera conmovedora ante el lector que entiende como la vida es esa mezcla, esa unión de contrarios en mayor o menor grado, y donde lo bello y lo trágico se pelean por ser parte más o menos destacada de esa atmósfera que siempre nos rodea.
Publicista y escritora, Lorena Salazar ha publicado cuentos en la revista La rompedora y realizado un máster de narrativa en la madrileña Escuela de Escritores, pero su verdadero máster ha sido enfrentarse a esta novela, que tiene mucho de enfrentarse a sí misma, a su infancia, a su territorio, a lo que supone rastrear bien cerca de ella una realidad esencial para su persona y muy ajena para tantos otros, cuanto más para los que estamos tan lejos de ese maravilloso país que no deja de enamorarnos por tantas virtudes y cada vez más por su literatura, convertida en el mejor medio para conocer un territorio que es pura escritura.
Las mujeres que conforman el listado de autoras de este sello editorial son, por lo tanto, exploradoras de una intimidad que detona un entorno terriblemente masculinizado y en el que sus palabras y sus historias conforman un desfiladero hacia ese lugar en el que, desde la lectura y el poder de un libro, plantear una nueva mirada hacia nuestra realidad. Una mirada que nos interrogue y haga que nuestra reflexión mueva alguna de esas perversiones actuales que se han instalado, lastimosamente, en nuestro mundo a lo largo de la historia.
Para ello Lorena Salazar hace de su viaje por el Atrato, entre olores, sabores, miradas y escalofríos, el intento de sanar una herida, pero sobre todo la radical posibilidad de la experiencia de una mujer cada vez más envuelta en unas tinieblas en las que es imposible, también, renunciar a la belleza.
Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 8/05/2021
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