Son 84 imágenes las que resumen el legado fotográfico de Fred Stein y que se exhiben en el Café Moderno de Pontevedra. 84 imágenes que no tienen desperdicio y donde cada una de ellas se muestra como un legado de la mejor fotografía del pasado siglo. Fred Stein, pionero de la cámara portátil, y alemán de nacimiento, coincidió en París con otros dos fotógrafos míticos, Gerda Taro y Robert Capa, de allí pasó a los Estados Unidos y entre ambas latitudes compuso una trayectoria deslumbrante. Una exposición de esas que uno no se debe perder.
París, Nueva York y el retrato son los tres ejes por los que transcurre la revisión que Novacaixagalicia realiza sobre Fred Stein (Dresden, Alemania, 1909- Nueva York, 1967). El día de su presentación se hablaba por parte de su comisario Diego Cascón de que era la muestra más importante del pintor realizada en España, así como que en Galicia era la primera ocasión en que se mostraba su trabajo. No hace falta entender mucho de fotografía, o recorrer gran parte de la exposición para reconocer las calidades de este nombre. Su blanco y negro centellea por las paredes de la sala de exposiciones del Café Moderno, al mismo tiempo que cada una de esas imágenes te retienen ante ellas sabedoras de su poder de fascinación con el espectador. Son una mirada hacia dos geografías, pero también hacia dos territorios sentimentales.
Escapando del fascismo Fred Stein llega a París y aquel magnetismo tan poderoso de la capital francesa de los años treinta será el que deje completamente fascinado al fotógrafo alemán. Su fotografía en estos momentos posee una fuerte carga lírica, algo que también era propio del cine. Recordemos el realismo poético enunciado por el historiador George Sadoul que en este instante se reflejaba en la obra de directores como Renoir, Rene Clair, Marcel Carné o Jean Vigo. Esa mirada melancólica hacia un país sumido en la desesperación del tiempo de entreguerras, con una fuerte crisis económica y social, es la que permitió a Fred Stein retratar a una Francia de personajes y espacios absolutamente poética. En ella comienza a realizar sus primeras fotografías con una cámara Leica, y se convierte en uno de los primeros fotógrafos en trabajar con una cámara portátil, lo que le transmite a su trabajo una gran ligereza e inmediatez.
Tras la declaración de guerra de Alemania a Francia, Fred Stein parte desde Marsella hacia Estados Unidos y más concretamente al otro gran foco cultural del momento en el mundo como era Nueva York. Allí se descubre otro universo, el de las grandes arquitecturas, el desarrollo económico, los neones, la vida urbana, las razas y el sentimiento patriótico. Todo ello se condensará en unas imágenes que, al igual que sucedía en las referidas a París, ofrecen unos estudiados encuadres, fragmentos de una realidad que el espectador debe completar. Así es como surge otra nueva identidad, otra capacidad de percepción de un espacio físico y social enaltecido por esa manera de trabajar basado en la instantaneidad del momento, sin preparar situaciones sino retratando un momento caracterizado por la libertad del individuo, una mirada esperanzadora hacia la sociedad en la que el ser humano se encuentra inmerso, que en la estancia francesa no se producía bajo la angustia emanada del periodo de entreguerras.
Una exposición que nos va a servir para descubrir a un extraordinario fotógrafo, quizás no muy conocido a excepción de sus retratos, pero que en la fotografía de esas dos urbes alcanza una cotas de excelencia máxima.
Rostros del siglo XX
Escritores, políticos, escultores, arquitectos, pintores, científicos... y así un largo etcétera de personajes sin los que la historia del siglo pasado no se entendería han pasado ante la cámara de Fred Stein. Muchos de ellos han precisamente pasado a la historia merced a ese retrato, es el caso de Albert Einstein, pero lo cierto es que es impactante sentarse en esa sala dedicada a los retratos y mirar fijamente a cada uno de estos seres. Chagall, Malraux, De Kooning, Fidel Castro, Updike, Wright, Calder, Brecht, Le Corbusier, Mann, Max Ernst o Miró son solo algunos de esos nombres, absolutamente fascinantes.
En cada uno de esos rostros Fred Stein va más allá y hace del retrato una composición personal, lo que puede parecer una sencilla pose, un instante pasajero, es capaz de condensar toda la personalidad del protagonista al cual sometía antes de realizar la fotografía a un estudio del personaje, preocupándose mucho por conocer que había detrás de aquella figura. Gustaba de conversar largamente con el retratado, de conocer su trabajo, interesándose por su labor profesional. Y todo eso es lo que se contiene en sus retratos fotográficos, para irse destilando a través de esas miradas convertidas en iconos del siglo XX. Para ello no necesitaba crear una atmósfera de luces adecuada, sino que gustaba de la luz natural y de muy poca preparación a la hora de tomar dicha imagen.
Bajo el subtítulo de ‘La pasión de lo cotidiano’, esta exposición permite comprobar como desde aquello que es habitual en nuestras vidas, escenas o miradas de los protagonistas que de ella participan, son susceptibles de formar parte de esa galería de imágenes, donde la pasión por el día a día, por reflejar las diferentes sociedades en las que desarrolló su vida este fotógrafo, son el centro de su trabajo.
Fotografías de calle que, como las de muy pocos creadores, sirven para contextualizar un siglo vertiginoso y en el que esas dos ciudades, París y Nueva York, se han convertido en los grandes escenarios de la vida contemporánea y los progresos del hombre. Desde esta revisión de las fotografías de Fred Stein su singularidad es más evidente, y al mismo tiempo, el reconocimiento de un fotógrafo lleno de aptitudes y cuyo trabajo es una delicia para el espectador y un orgullo para sus organizadores.
Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 24/06/2012
Fotografías Javier Cervera-Mercadillo
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