El Patronato de Turismo Rías Baixas en el Palacete de las Mendoza acoge hasta el 15 de junio una muestra de recientes trabajos del artista Gonzalo Sellés. Una muestra que parte de un planteamiento común, que la llena de coherencia y la hace fuerte ante el espectador, como es el concepto de desviación a partir de un motivo dado, es decir, como a partir de un modelo se puede ir diversificando toda una serie de trabajos que van a responder a una misma idea, a una apuesta común, pero que siempre generará una obra artística diferente y singular.
Si de algo carecen las exposiciones actuales es de poseer la capacidad de sorprender al espectador de presentarle caminos en el arte, raramente transitados, efectos que nos hagan dudar y nos lleven a pensar que es lo que motiva al artista para seguir ese camino determinado y por él elegido.
Entrar en el mundo ideado por Gonzalo Sellés (Vigo, 1965) se aleja de esa práctica común, que suele mirar demasiado al mercado y al comprador, menospreciando algo que debería ser sagrado e inviolable, como es la vocación del artista y la defensa de su manera de entender su creación. Es por ello que ante esta exposición, poco publicitada, alejada del mundo mediático uno no puede dejar de aplaudir el valor del artista por agarrarse a su obra como tabla de salvación. Salvación del alma que del alimento otra habrá.
Colocarse ante uno de esos grandes lienzos, donde el negro se presenta como un abismo, un descenso a los infiernos, es todo un espectáculo. Un contraste con lo que está justo a su alrededor, toda una masa de tonos grisáceos, una vegetación que conforma uno de los planos de estas piezas que consiguen un curiosos efecto de captura del espectador. Una parte construye a otra del cuadro. Una forma genera la otra. Hay algo de engaño en su interior, que nos recuerda a aquel efecto de uno de esos artistas malditos que ha deparado la historia del arte, el italiano Arcimboldo, cuyas formas eran capaces de sugerir y representar otras figuras. Gonzalo Sellés parece buscar algo semejante, generando el desasosiego y la confusión en el espectador, pero también nos propone un tono más lúdico cuando esos mismos motivos vegetales se mimetizan en toda una serie de botellas, cuya diversificación no tendría fin. Todo un hallazgo para quien fía todo a la pintura y para ello sustenta esa perspectiva en lo que él denomina ‘Fuzzi’. Unas hermosas series que derivan una y otra vez desde un mismo motivo hacia una realidad singular. Lo que el mismo define así: “La lógica vaga ‘Fuzzi’ permite desviaciones en varias direcciones, a partir de un valor dado. Así es como nos sorprende la interpretación que hace de la figura de una botella y como esa imagen genérica puede desembocar en infinitas repeticiones, evidenciando como, a partir de otra figura, de esos pétalos, se puede construir otra identidad, en este caso la de la botella.
Pero también esos ‘cielos estrellados’ tienen gran capacidad de seducción. Colores puros, rojos, negros o blancos componiéndose en un espectro visual que solo varía en función de los motivos a representar. Desde una pareja hasta más de una treintena de esa especie de estrellas vegetales. Acercarse al Palacete de las Mendoza y encontrarse con la obra de Gonzalo Sellés supone un descubrimiento, el de las posibilidades que tiene la apuesta por una idea y su posterior desarrollo; pero también, el aplaudir esa conquista personal de un territorio, como es el artístico, basado en la confianza en caminar por un sendero poco transitado, en el que el artista, no les quepa duda, se siente feliz. Una exposición de percepciones, sensaciones que juegan con nuestra visión, al tiempo que refuerzan la del propio creador.
Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 3/06/2012
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