Un grupo de jóvenes decide construir una “habitación oscura”: un lugar
cerrado donde nunca entra la luz. Al principio la utilizan para experimentar
nuevas formas de relacionarse, para practicar sexo anónimo sin consecuencias
...
De antemano el que esto suscribe siempre acoge con recelo eso que se
llaman novelas generacionales. Muestrarios que buscan analizar a todo un
espectro de personas planteando un retrato grupal de todas ellas cuando todos
sabemos de los peligros de las generalizaciones. Muchas veces esta no es la
pretensión del autor, sino que desde las editoriales se intenta vincular un
relato a un conjunto de potenciales clientes en la procura de una mayor
afinidad entre el libro-producto y el lector-comprador.
Algo como lo comentado puede suceder con ‘La habitación oscura’ de Isaac
Rosa, escritor nacido en 1974, con eso que se llama un ‘prometedor futuro’ que
ya es presente, en base a las obras realizadas hasta el momento, trabajos que
además de reconocidos desde el ámbito de los galardones también lo han sido
desde la crítica, situándolo en una posición de privilegio en el mundo
editorial.
Parte el relato de la creación de la que es la gran protagonista de esta
obra, no hablamos ni de un personaje, ni de un conjunto de ellos, sino de una
habitación, un lugar oscuro en el que nunca entra la luz y al cual acceden,
primero como un juego juvenil un grupo de amigos, pero que irá extendiéndose en
el tiempo a más personas, y en la que lo más importante es cómo esa oscuridad
se va ampliando a la propia vida de los diferentes personajes que aparecen en
la novela.
Acierta más que sobradamente el autor con el tono y las descripciones
logrando pasajes que atan al lector ante cómo se describe lo que sucede dentro
de esa oscuridad y los diferentes tipos de encuentros que en ella se producen,
pero sobre todo acierta en traspasar esa oscuridad física y liberadora que
sucede en esa habitación al interior de los protagonistas. Personas a las que
la vida ha ido deparando diferentes experiencias que condicionarán sus
comportamientos y modificarán sus expectativas, esas que apenas eran un ideal
cuando plantearon la creación de ese recinto en el que se sentían tan libres
como protegidos de un exterior cada vez más incómodo.
Impermeable hasta cierto punto, el tiempo que todo lo corroe, va a ir
también fracturando ese espacio y todo lo que supone, al tiempo que sus
‘inquilinos’ conocerán también las diferentes fracturas que la vida aplica a
sus existencias. Luz y oscuridad que metaforizan de manera brillante los
diferentes estadíos de una vida, las etapas por las que a todos nos toca pasar
en este aprendizaje diario. Isaac Rosa parece repasar ese aprendizaje, saldar
cuentas con el tiempo que le ha tocado vivir y también, por que no decirlo, con
los que nos han traído estos tiempos grises en el que tantas ilusiones fueron
robadas. Excelente literatura que se amolda a nuestro tiempo, que repasa
existencias con un lenguaje ameno que nos involucra en el relato, en ocasiones
hasta extremos límite, en los que se tiene la sensación de aislarse de este
mundo al que parece que nos adentramos en esa habitación oscura como un
personaje más, al igual que logra modificar conductas sobre las que no habíamos
reflexionado, temiendo hasta a ese ojo que tantas veces nos acompaña en
nuestros ordenadores, una cámara en la que hasta el momento en que no se lee
este libro se confiaba en ella para ahora estar cegada por lo que pueda pasar.
Y lo que pasa es que Isaac Rosa posee el talento necesario para generar
un relato fascinante que refuerza esos reconocimientos sobre su figura con un
libro que se está reivindicando a sí mismo como una referencia, no solo por su
autor, como por lo que dice, por ese ajuste de cuentas íntimo, pero también de
muchos sobre lo peor que le puede pasar a cualquier ser humano: la pérdida de
la esperanza.
Publicado en Revista Diario de Pontevedra 22/09/2013
y El Progreso de Lugo.
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