Conocido por novelas ya emblemáticas y canónicas dentro del género
fantástico, como ‘La máquina del tiempo’, ‘El hombre invisible’, ‘La isla del
Dr. Moureau’ o ‘La guerra de los mundos’, la obra de H.G. Wells se derrama también
hacia otros relatos que son desconocidos por muchos de nosotros. La Editorial Nórdica
vuelve a mostrar su buen olfato para rebuscar y poner en circulación textos de
grandes autores que muchas veces se han visto orillados por sus grandes
narraciones, colocando en nuestras manos auténticos tesoros literarios. Es el
caso de ‘El país de los ciegos’ un pequeño relato publicado originariamente en
1904 en ‘The Strand Magazine’, que se presenta ante nosotros en una de esas
ediciones que de manera tan brillante trabaja esta editorial respetando,
incluso, el idioma en que ha sido escrito y acompañándolo de una serie de
ilustraciones que también sirven para reivindicar el trabajo de ilustradoras
como Elena Ferrándiz que, a la vista de la interpretación que hace sobre varios
pasajes del libro, poseen una gran potencia visual.
Las palabras de H.G. Wells y las ilustraciones de Elena Ferrándiz
componen, por lo tanto, una gran metáfora a partir del argumento de este relato
en el que un hombre tras caer por una ladera nevada de los Andes se encuentra
en un valle aislado del resto del mundo en el llamado País de los Ciegos. Un
lugar donde una extraña enfermedad privó de la visión a sus habitantes y en el
que el recién llegado pretenderá imponerse a esa comunidad. Su relación con esos
pobladores crea un juego de tensiones entre ambos en el que el protagonista
pretende lograr el fin de esa frase tan conocida y que en el libro se repite
varias veces: “En el país de los ciegos, el tuerto es el rey”, pero tras esa
ceguera se esconde un argumentario mucho más peligroso de lo que se presupone
al principio, tanto por ese protagonista como por el propio lector.
A nadie se le escapa el gran poder metafórico que puede tener la ceguera
dentro de un relato literario, recordemos la maravillosa novela de José
Saramago ‘Ensayo sobre la ceguera’. H.G. Wells también se aprovecha de ese
poder para construir todo un tratado sobre las relaciones sociales, el
conocimiento humano, la soledad, la capacidad de alienación del hombre, la
imposición sobre el que es diferente hasta convertirlo en un semejante. En
definitiva, literatura en la que se encierra una componente reflexiva de gran
profundidad y que permite adscribir a un género, como es el fantástico, una
enorme capacidad para suscitar el debate sobre nuestra propia sociedad. Así lo
fue a principios del siglo XX cuando vio la luz este texto, y así lo sigue
siendo hoy en día, en el que ese mismo texto renace para reivindicar su plena
vigencia y su permanente actualidad.
Publicado en Diario de Pontevedra y El Progreso de Lugo 12/04/2014
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