«Y llegué a la conclusión de que, cuando Castroforte del Baralla se ensimisma hasta cierto punto, un punto máximo, claro, la cima del ensimismamiento, asciende en los aires, en una palabra levita, y no desciende hasta que deja de pensar, de interesarse por algo suyo y piensa o se interesa por algo ajeno. Si mientras está en el aire, llega la Comisión Geodésica, o el tren militar que ha de llevarse a los quintos, no la encuentran.»
(‘La Saga/Fuga de J.B’. Gonzalo Torrente Ballester)
En la beatífica espiral del arte pocos elementos se evidencian más evocadores que la inspiración que una obra puede llegar a provocar en otro artista para seguir trabajando desde ella, permitiendo nuevas posibilidades a partir de ese punto de partida, y abriendo nuevos caminos que a ambos no hacen más que obligarles a seguir creciendo. El último ejemplo, muy cercano a nuestra Pontevedra, es la interpretación que el artista Manuel Quintana Martelo ha hecho de la inagotable novela de Gonzalo Torrente Ballester ‘La Saga/Fuga de J.B.’, que durante estos días pueden contemplar y disfrutar en una exposición ubicada en la compostelana Fundación Gonzalo Torrente Ballester, que dirige otro pontevedrés de pro, criado en la calle de la Oliva y de esos que siguen al Pontevedra c.f. en Tercera División domingo tras domingo desde donde quiera que esté: Miguel Fernández-Cid.
Torrente Ballester, Manuel Quintana Martelo y Miguel Fernández-Cid conforman una conjunción de esas que solo el tiempo y el arte con capaces de lograr para que todo siga funcionando de la mejor manera posible en este mundo. Las palabras del primero, la pintura del segundo, y los proyectos alentados por el tercero, son siempre necesarios, más cuando se unen para formar un triángulo en el que perderse en su interior y lograr, se lo aseguro, una gratificante experiencia.
Seis grabados, acompañados del interesante proceso de creación de cada uno de ellos, son el eje de esta exposición que finalmente nos conduce hacia una carpeta en la que aparecen reunidos para resumir el espíritu de la novela del escritor ferrolano. Esta conjunción de caracteres nos hace a todos levitar, como a esa Castroforte del Baralla que tiene mucho de Pontevedra, aun hoy también muy dada a la levitación. Y es que ambas villas son la misma, y las calles, rincones, mitos y personajes de esta capital, que Torrente Ballester conoció durante su estancia en una vivienda de la calle Arzobispo Malvar y sus clases en el Instituto Valle-Inclán, inspiraron a la ciudad que conforma la novela más importante de la Literatura Española del Siglo XX (sí, sí... como lo oyen, háganme caso, aunque no se lo hayan dicho muchas veces para escarnio, lamento y vergüenza de esta ciudad que nunca ha sido quien de honrar a esta obra y recordarla en unas calles que fueron inolvidables en los años de vida del escritor).
‘Doña Benita dos Carallos’, ‘Castroforte levita’, ‘Las metamorfosis de JB’, ‘Las tórtolas tristes’, ‘El tren ensimismado’ y ‘El carrito de don Benito Valenzuela’ son esos seis grabados en los que se condensa tanto la novela como el arte de Quintana Martelo, que si en su pintura siempre se revela como fascinante, también desde el grabado es capaz de alcanzar logros sumamente atractivos. Si les gustan y pueden invertir en arte, pues que sepan que se pueden llevar a sus casas esa carpeta con los seis grabados ya que desde la Fundación se ponen al alcance de aquellos interesados. Una delicia.
Ciertas obras literarias, como otras obras de cualquier disciplina artística son inagotables en su abordaje y en cada nueva aproximación a sus contenidos lo único que provocan es más arte, más reflexión y más goce. Esto es lo que sucede si se adentran en ese triángulo de nombres que nos reclaman al grito de: «¡Veciños, veciños, roubaron o Corpo Santo!»
Publicado en Diario de Pontevedra 5/04/2014
Imagen: 'Castroforte levita'. Uno de los seis grabados de Manuel Quintana Martelo (FGTB)
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