martes, 12 de xuño de 2018

Reconstrucción artística y personal

Rue Saint-Antoine nº 170
Pintura. Fernando Lafuente confirma con esta exposición su firme devenir en el arte. Una arriesgada propuesta, que se mueve entre la pintura y la escultura, para conformar unas piezas surgidas de una profunda reflexión sobre forma y materiales como argumentos de un trabajo sorprendente para el espectador y todavía lleno de posibilidades.


Cada pieza de Fernando Lafuente debe entenderse como un desafío del autor dentro del universo artístico, pero también un desafío frente a si mismo. El arquitecto pontevedrés ha reinventado su vida de manera valiente tras su etapa política en la ciudad y, tras culminar los estudios de Bellas Artes, dar comienzo a una vida vinculada con el mundo de la creación artística que le ha llevado a los Estados Unidos, donde pasa gran parte del año y desde donde continúa a madurar ese arriesgado camino emprendido hace algunos años.
Y digo arriesgado porque la propuesta artística de Fernando Lafuente genera tras ella un riesgo permanente, alejado de un lenguaje cómodo con el que agradar de manera satisfactoria al público y a potenciales clientes. Pero él no estaría satisfecho, ya que si algo le provoca el arte es un deseo de duda, de quiebro constante a lo que podría ser algo acomodaticio. Fernando Lafuente a través de cada pieza comienza un proceso, no solo de introspección artística, sino personal. Esas ‘Reconstrucciones’ (título de la muestra) de sus trabajos que propician la obra anteriormente conclusa, son también una reconstrucción de la propia persona a través de esa exploración máxima y de ese ir al límite del lenguaje artístico.
Y es en ese punto límite en el que la obra triunfa. Sus composiciones de formas y colores, en las que las esencias compositivas, y hasta las relacionadas con su propio marco físico, se encuentran en cuestión, son el catalizador de la nueva obra. La resultante de un proceso de pintura o escultura en el que su remate vuelve a discutirse con su fractura en bloques o en planchas para volver a integrarse en una nueva pieza en la que, de nuevo, la composición y la forma se verán activadas y a la vez condicionadas por ese momento anterior. Fernando Lafuente se sitúa así en la complejidad de la obra como paradigma desde el que actuar y desde el que buscar nuevas soluciones, nuevas posibilidades que permitan a su obra evolucionar, tal y como sucede en esta ocasión con el devastado que se hace de la pintura, una incidencia sobre la superficie de la pieza que revela el valor plástico del material.
Ese potencial también está presente en otras superficies de trabajo, como el aluminio o las piezas lacadas. Superficies que forman parte de un proceso manual en la valoración del trabajo artesanal, de quien moldea las piezas con su propia energía, allá donde la mente no alcanza. Ese respeto por el oficio y el material hace que los propios remaches que sustentan la obra queden a la vista ampliando su funcionalidad y estética.
Ese mismo proceso se lleva a la escultura con análisis de formas y luces, efectos que integran a la propia sombra generada en unas figuras sorprendentes que todavía podemos gozar hasta el próximo viernes en la sala de exposiciones del Palacete de las Mendoza.




Publicado en Diario de Pontevedra 11/06/2018
Fotografías: Rafa Fariña


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