Rue Saint-Antoine nº 170
Memoria ▶ Era
el 7 de abril de 1999 cuando José Saramago entraba en el Concello de
Pontevedra con una apretada agenda que le llevaría por la tarde a
cerrar una nueva edición de la Semana Galega de Filosofía. Europa
sangraba en los Balcanes y el reciente Premio Nobel no dejó durante
todo el día de mostrar su pesimista visión de la condición humana
«Saramago volvió A
mostrar su profundo escepticismo, cuando no pesimismo, sobre el
individuo y los principios que modelan la sociedad en la que nos
movemos. Todas las miserias que afloran en conflictos como el que en
estos momentos sacude los Balcanes, en el debate sobre la
autodeterminación de los pueblos, o en las disquisiciones sobre la
nueva configuración de Europa radican en la naturaleza del
individuo». De esta manera evidenciaba la crónica realizada por
Diario de Pontevedra el paso del reciente Premio Nobel, José
Saramago por Pontevedra, invitado para clausurar la XVI Semana Galega
de Filosofía, cuyo tema central era el de la Autodeterminación.
Pero el paso de una
personalidad tan relevante, que tan sólo unos meses antes recogía
el único Nobel de las Letras Portuguesas, concentró en unas pocas
horas diferentes actividades. Así, el día antes de su participación
ante el foro de la Semana Galega de Filosofía, acompañó a su amiga
Carmen Becerra, profesora de Literatura, en un acto político
celebrado en la Facultade de Belas Artes, ante más de 400 personas,
para respaldar a la alcaldable por Esquerda Unida. Un acto en el que
planteó otro de esos titulares demoledores que acostumbraba a dejar
en sus intervenciones el escritor nacido en Azinhaga: «La política
es el arte de no decir nunca la verdad». Pero su jornada central fue
la de ese 7 de abril de 1999. Por la mañana era recibido en el
Concello de Pontevedra por el alcalde Juan Luis Pedrosa, que le
invitó a firmar en el Libro de Oro de la ciudad. Tras ese acto
protocolario el creador de ‘Memorial del Convento’ se despachó
ante los medios hablando de la condición humana y de la situación
que se estaba viviendo en aquellos momentos, sobre todo teniendo en
cuenta el conflicto de los Balcanes, con el inicio de los bombardeos
de la OTAN para frenar las criminales acciones del ejército de
Milosevic.
Al general serbio lo
tildó de «fascista», pero también la acción de la OTAN tuvo su
calificativo como «disparatada y fruto de una imprevisión política
increíble» para pasar a hablar del ser humano: «El problema está
en el individuo, en la calidad humana que cada uno llevamos dentro.
No tenemos la obligación de amarnos los unos a los otros, como dice
la iglesia, lo que tenemos es que respetarnos los unos a los otros»;
haciéndose la siguiente pregunta, con su respuesta detrás: «¿No
podemos luchar contra las circunstancias, somos víctimas de ellas?
No, las circunstancias somos nosotros y el problema no está en la
fuerza de las circunstancias, sino en nuestra debilidad».
Por la tarde José
Saramago se desplazó hasta el Auditorio del Pazo da Cultura para
abarrotarlo en el transcurso de una conferencia que servía de remate
a las jornadas de la Semana Galega de Filosofía. Pronunciada
íntegramente en portugués, en ella, y tras ser presentado por el
rector de la Universidad de Vigo, Domingo Docampo, denunció
diferentes situaciones de injusticia social y de necesidad, en
consonancia con sus palabras pronunciadas ante la Academia Sueca en
su discurso de aceptación del galardón más importante de la
Literatura. Allí fue la voz conjunta de todos sus personajes
literarios, aquí la voz de los necesitados, como acostumbró a ser
cada vez que subía a un estrado que fue muchas veces, ya que su
actividad pública, impulsada por su mujer, la periodista Pilar del
Río, era frenética. No tienen más que asomarse al libro que la
editorial Alfaguara acaba de publicar, celebrando el vigésimo
aniversario de la concesión del Premio Nobel, ‘El cuaderno del año
del Nobel’ que, hallado fortuitamente en el archivo de su
residencia de Lanzarote, recorre día a día lo que supuso ese año
1998, pero que también sirve para comprender cómo fueron los años
posteriores, cuando su fama se multiplicó y todos se peleaban por
contar con el creador de ‘Ensayo sobre la ceguera’. A ese cambio,
que en todo escritor produce un hecho tan trascendental, también se
refirió en su charla de Pontevedra, recordando su paso por la ciudad
diez años antes, «aunque entonces ya tenía algún libro que no
estaba mal», señaló en un guiño al auditorio con gente de pie y
con mucha sentada por las escaleras.
«De Portugal,
pasando por Lanzarote, llego a Pontevedra...»
«De Portugal,
pasando por Lanzarote donde vivo, ahora llego a Pontevedra con la
consciencia de que todos estos lugares, espacios y culturas son
tierra mía, porque de estos lugares, espacios y culturas son de los
que tan profundamente se alimenta la persona que soy. Agradezco al
Ayuntamiento de Pontevedra la oportunidad que me da de expresar estos
sentimientos».
Media hora de un
tiempo muy medido fue el que pasó José Saramago en el Concello de
Pontevedra ante los medios de comunicación, un Concello en cuyo
Libro de Oro dejó escritas las palabras que aquí reproducimos.
Publicado en Diario de Pontevedra 8/04/2019
Fotografías Miguel Vidal
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