martes, 1 de outubro de 2019

Ella. The best

Los premios que designan a los mejores en el planeta del fútbol coronan a la americana Megan Rapinoe como una gran estrella

SUBIÓ Megan Rapinoe al escenario de la impresionante Scala de Milán para recoger el premio a la mejor futbolista del mundo en la estelar gala The Best. Fue la última en hacerlo, cerrando esa fiesta, como corresponde al gran premio de la noche que hasta el lunes siempre fue un hombre el que la cerraba y que por fin posiciona a la mujer, y al fútbol femenino en una situación de igualdad con el fútbol masculino. Pero no olvidemos que estábamos en un teatro, y mucho de lo que en su interior sucede responde a un espectáculo, es por ello que las palabras de agradecimiento del premio por parte de la deportista norteamericana nos situaron en la realidad de este juego, al hablar de las abismales diferencias salariales entre hombres y mujeres, del menosprecio por parte de muchos aficionados al fútbol, de las numerosas afrentas racistas e incluso de situaciones de una inexplicable intolerancia, como el impedir el acceso a las mujeres en Irán a presenciar partidos masculinos, lo que incluso llegó a provocar la inmolación de una aficionada al negársele ese paso.
Megan Rapinoe habló maravillosamente bien, articulando un discurso poderoso e inteligente, capaz de llegar al público presente-las grandes estrellas de este deporte- pero también a los millones de personas que seguían la gala por televisión. Gente de todo tipo, desde las mujeres del primer mundo que disponen de posibilidades para practicar este deporte, hasta las mujeres de países pobres, con infinitos inconvenientes para disfrutar de su pasión. Unas palabras que dejaban en paños menores los balbuceos de Messi que no pasaban de transmitir la felicidad de compartir ese momento (bastante surrealista, por cierto, ya que el mejor jugador del mundo recibía por primera vez el premio The best) con sus hijos. La jugadora, campeona del mundo con Estados Unidos, asumió ese papel que a la prensa le encanta de mujer contestataria, de rebelde capaz de sacarle los colores, si es que eso es posible, al mismísimo presidente Trump, y se mostró orgullosa de sí misma y de las posibilidades del fútbol femenino como activación de sensibilidades y compromisos en una sociedad que cada vez se abre más a este fútbol.
Muy elegante y, porque no decirlo, bellísima, Megan Rapinoe se erigió en la gran protagonista de la noche. Libre de complejos y mostrándose con una espontaneidad que no acostumbra a asomar en este tipo de territorios tan masculinizados y donde tanto, tanto, se echaba de menos la presencia de la mujer. Al comienzo de su discurso dio la bienvenida a aquellos que se están sumando a la fiesta del fútbol femenino, tras un Mundial, el recientemente celebrado en Francia, espectacular, y que está asistiendo en diferentes latitudes, como lo puede ser España con la Liga Iberdrola, a una potenciación de equipos y de las diferentes competiciones que cada vez lo hacen mucho más atractivo para el espectador.
Figuras como Megan Rapinoe son clave en este desarrollo. Su poder mediático es la cima de un sistema que debe trabajar desde la base para favorecer que más y más mujeres conviertan el deporte en un medio más de igualdad con el hombre y hagan de esta sociedad un entorno mucho más justo.



Publicado en Diario de Pontevedra 25/09/2019.


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