Dos festejos diversos, como una corrida
a pie y otra de rejones, han dejado bien patente en solo 48 horas que
Pontevedra quiere seguir siendo taurina, como lo lleva siendo desde hace siglos
y siglos en un rasgo identitario que la diferencia de cualquier otra ciudad de
Galicia y eso, pese a quien pese, debería seguir siendo un hecho a defender,
alejándonos de las modas convertidas en plagas bíblicas. Modas que tienen todo
el derecho a defender la vida, tanto del toro de lidia, como del lince ibérico
y hasta de los pollos de las avícolas que lo deben estar pasando horrorosamente
día tras día a más de cincuenta grados de temperatura, en una agonía lenta y
silente. Un martirio al que nadie hace caso, del que toda una sociedad
indolente y cruel permanece alejada porque con los pollos no se puede hacer el
mismo ruido que con los toros y queda feo manifestarse por defender a una
granja de pollos con lo que luce hacerlo por un toro, que seguramente no
habríamos conocido de no ser por las corridas de toros. Casi diez mil personas
han hecho de la plaza de toros de Pontevedra su referente durante este fin de
semana. Lugareños y no lugareños, vecinos ocasionales, turistas, rojos,
nacionalistas, de centro y de derechas, rubios, ateos y pecadores confesos,
gente de todo pelaje y condición, unos así y otros asá. Pero todos ellos
merecedores del mismo respeto que aquellos que se manifiestan contra el toro y
el maltrato que sufren, no lo negaré yo, como tampoco niego el de los pollos.
Lo que sí niego es la tabla rasa contra el aficionado taurino, el que no puede
ni hablar de algo que le gusta como si fuera un pecado y del que se recela
hasta en términos políticos. Que ya me dirán a mí que tiene que ver la política
con las aficiones.
Pero para que esto no decaiga esta
Feria tiene que cuidar muchas cosas. Variar las presencias de los toreros y
hacer ternas que impliquen un mayor atractivo, también que desde las ganaderías
haya una renovación, que veamos nuevos tipos de embestida acostumbrados como
estamos a las mismas divisas o por lo menos que los toros que vengan sean toros
con empaque y no encontrarnos alguno como el segundo de Enrique Ponce
absolutamente lastimoso. Y cuidar a las Peñas, el corazón de la plaza, y si bien
se puede apoyar a aquellas que se estén incluidas dentro de la necesaria
Coordinadadora lo que no se puede es penalizar a peñas que llevan mucho tiempo
yendo a la plaza y por no estar en esa coordinadora recortarle el descuento en
la retirada de los abonos.
Publicado en Diario de Pontevedra 10/08/2015
Fotografía: Javier Cervera-Mercadillo
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