Esperadas siempre
con una gran expectación, las novelas de Enrique Vila-Matas
acostumbran a ser una reflexión en torno a la literatura, pero,
sobre todo, sobre la construcción de la novela como artefacto. En
esta ocasión, aun más, al hacer de la idea de repetición su
argumento.
LLENAS DE TÚNELES que
recorrer entre sus líneas las novelas de Enrique Vila-Matas se
constituyen como auténticas introspecciones a la naturaleza del
autor, a su manera para conformar relatos, para transitar por la
novela como foresta que devastar. Un itinerario que el autor
de Dublinesca lleva recorriendo desde sus primeras obras,
pero que ha ido sofisticando hasta sus últimos trabajos en los que
se encierran infinidad de recovecos alrededor de la creación
literaria y de la escritura como herramienta para la narración.
Si algo preocupa a
cualquier escritor es el sentir la originalidad de su trabajo, el
establecer caminos lo más singulares posibles para definir una
escritura propia o, como se afirma en el libro, "buscar una voz
propia". Enrique Vila-Matas no solo pretende esto con sus
novelas, sino que, en esta ocasión, emplea ese argumento para nutrir
un relato que bajo el título de Mac y su contratiempo (Seix
Barral), es casi un ensayo, o un conjunto de relatos o un diario,
o... en definitiva, una premeditada hibridación de géneros con
visitas de ilustres como Roberto Bolaño y alguna sorpresa más, con
las que seguir perforando esa superficie establecida por la vida, a
través de un personaje con ciertas peculiaridades que, obsesionado
con un escritor vecino y con la novela escrita por este hace treinta
años, decide reescribir aquella novela imperfecta. Tenemos por lo
tanto la propia literatura como inspiración, al hacer de ese beber
de otros relatos un análisis de las relaciones de los escritores con
obras del pasado de las que inevitablemente se alimentan, pero
también el relato permite al escritor hacer de la vida de este
hombre un reflejo de las propias relaciones personales, de su trato
con su familia y con un barrio que emerge con una inusitada fuerza,
haciendo de la calle un espacio lleno de energías en el que los
protagonistas se escrutan bajo el microscopio de un entomólogo.
Especialmente brillante
es ese continuo navegar por lo literario, empleando Enrique
Vila-Matas el análisis de ese libro anterior para vincularlo con
autores y profundizar en sus estilos, convirtiendo muchos fragmentos
de la novela en ensayos sobre otros escritores. También el libro se
adentra en opiniones del autor sobre situaciones de hoy en la
literatura, como la suficiencia de algunos nuevos novelistas
"increíblemente preparados en su inagotable vanidad" o
aludiendo a la "bilis negra" de ciertos críticos que ya
anunciaban "los tiempos que vendrían después, los tiempos de
las redes sociales". Haciendo todo ello con una fluidez que no
cae en lo pretencioso de esos ensayos, normalmente demasiado sesudos,
al tiempo que relaciona esas situaciones con la vida del
protagonista. Un tras la puerta que se abre y vincula con el exterior
en una simbiosis llena de ricas aportaciones al relato. Es así como
a través de esos otros autores el texto se convierte en coral, las
voces se alternan unas a otras en un ejercicio de ventriloquía que
tiene guiño incluido, situando el contrapunto preciso a ese
discurrir por lo literario en el ámbito vital del protagonista, una
vida conyugal llena de miradas irónicas, y su relación con el
entorno y los personajes de su cotidianeidad permiten anclar a Mac al
mundo real, frente a sus divagaciones sobre lo literario.
"No evoluciono:
viajo", escribió Pessoa. Esta sentencia, incluida por Enrique
Vila-Matas en el libro, es también una afirmación personal del
propio autor que no ha dejado de viajar desde su primera novela
publicada en 1973 hasta estos días en que ha puesto en circulación
una novela realmente fascinante a partir de una estructura que no
deja de sorprender hasta un final de voces, de escrituras de a pie
por caminos ignotos, por otros ya pisados y por un sinfín de sabores
que, al fin y al cabo, son los que le dan sentido a la vida, tanto de
escritores como de lectores, aunque esto, al final de un libro, sea
hablar de una misma identidad.
Publicado en el suplemento cultural Táboa Redonda. Diario de Pontevedra/El Progreso de Lugo. 5/03/2017
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