martes, 5 de agosto de 2014

La polvareda de Fandiño


LA FICHA Toros de Victoriano del Río. Buen juego. Tercero y sexto aplaudidos en el arrastre. El quinto devuelto a los corrales con un asta rota sustituido por un toro del hierro de Cortés.
Julián López ‘El Juli’. De botella y oro. Estocada trasera (oreja); Más de media estocada al encuentro y seis descabellos (silencio).
Miguel Ángel Perera. De chocolate y oro. Estocada tendida (silencio); Gran estocada (oreja).
Iván Fandiño. De verde agua y oro. Dos pinchazos, pinchazo hondo y dos descabellos (Ovación desde el tercio); Estocada fulminante (dos orejas). Segunda corrida de la Feria de A Peregrina 2014 celebrada en la Plaza de Toros de Pontevedra que registró más de media entrada. El festejo fue presidido por José Manuel López Sánchez; como asesor veterinario Juan Ocampo y Carlos Ares en lo artístico.


PONTEVEDRA. La estela de polvo que deja Iván Fandiño a su paso puede verse desde varios kilómetros de distancia. Es el polvo de la gloria, de la pasión por una profesión y las ganas de hacerse un sitio entre los mejores toreros al precio que sea. Para ello el torero vasco, de raíces gallegas, exhibe un valor racial, un desafío constante a esa palabra, miedo, que todo torero guarda cerca de su corazón, y de la que saben que deben de huir.
Tres tardes en Pontevedra y tres puertas grandes hacen de Iván Fandiño un valor seguro en esta plaza y también en el toreo, tan necesitado de este tipo de matadores que mezclan el dominio técnico con la raza. Se fue con las manos vacías en el primero de su lote, el mejor toro de la tarde, merecidamente aplaudido en el arrastre por su movilidad y empuje. El toro se lo brindó al exmatador Palomo Linares y allá se fue al centro de la plaza a comenzar firme la faena, citando al toro por detrás y pasándoselo cerca, cerca, cerca. La faena fue creciendo en intensidad hasta el delirio con otras ceñidísimas manoletinas finales que ponía todo de cara para desorejar a ese ‘Ruiseñor’ y abrir ya de inicio la puerta grande. Pero la espada ayer jugó malas pasadas, no solo a Fandiño, sino que El Juli también perdió la puerta grande en su segunto toro al eternizarse con el descabello. El de Orduña se lamentaba sabedor de que ese faenón no iba a tener reconocimiento en forma de apéndice, aunque sí lo tuvo con una atronadora ovación desde el tercio.
La mecha estaba encendida y el que más y el que menos sabía que en el último de la tarde la polvareda se iba a divisar desde el fondo de la ría. Dicho y hecho, un espectacular recibimiento con el capote, una buena puya y tres pares de banderillas de ley, que obligaron a saludar a sus subalternos, ponían todo en suerte para el triunfo. Y es que cuando las cosas se van haciendo bien suelen acabar mejor. El toro tenía también dedicatoria, en este caso a Manuel Villanueva, quien en estas mismas páginas escribía ayer sobre el diestro con hondura y admiración. De nuevo gran faena, menor que la primera, pero el coraje del torero se impuso al toro y las manoletinas del final, casi imposibles y a la vez escalofriantes, se coronaron con un espadazo que fulminó al de Victoriano del Río e hizo estallar la plaza. Lo había logrado. Tres tardes y tres puertas grandes. ¡Olé!
 ‘El Juli’ intentó mediar entre los dos grandes toreros de la temporada, pero no tuvo suer­te. Bien con el primero al que ligó buenas tandas de muletazos y alque mató bien. Se empleó a fondo con el segundo con un toro com­plicado que lo fue más a la hora de entrar a matar. Un desaguisado.
Miguel Ángel Perera casi lo­gra el milagro de abrir la puerta grande, más cimentado por su excepcional estado de forma que por las facilidades de sus oponen­tes. El primero reservón dio un susto a uno de sus subalternos que se retiró a la enfermería tras un revolcón. Su toreo despacio­so y mandando se impuso en su segunda faena con tandas muy cerca de los pitones y exhibiendo esa confianza que desde Madrid arrastra por cada Plaza. Una oreja y una sentida ovación.

Publicado en Diario de Pontevedra 4/08/2014
Fotografía de Rafa Fariña

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