Rue
Saint-Antoine nº170
Fotografía.
La exposición ‘El rostro de las letras’ que se exhibe en el
Museo de Pontevedra hasta el 27 de noviembre es un abrumador
ejercicio por poner cara a varios de los más importantes escritores
de nuestras letras. Un homenaje que se extiende a toda una serie
fotógrafos sin los que no podríamos gozar de este fastuoso
repertorio visual
Ramón Gómez de la Serna durante una lectura en el Circo Price en 1923 |
Regresan
de esta manera al Museo de Pontevedra exposiciones realizadas por
grandes factorías culturales y de las que nos habíamos visto
huérfanos durante años. Si bien la muestra de Telefónica sobre
Virxilio Viéitez ya había sido vista en el MARCO antes de su
exhibición en el Museo de Pontevedra, ésta puede considerarse, por
su entidad y proyección, la primera en la que el público de
Pontevedra puede descubrir un ingente material exhibido en diferentes
espacios expositivos del Estado, ausente de Galicia, y que de esta
manera hace regresar a Pontevedra a un circuito del que todos salimos
beneficiados. El Museo de Pontevedra por mostrar una obra de entidad
y por seguir manteniendo su prestigio entre las grandes instituciones
culturales del país y, sobre todo, el público, que no siempre tiene
la oportunidad de desplazarse a otras ciudades para disfrutar de
ciertas propuestas expositivas.
De
la mano de Acción Cultural Española llega esta abrumadora e
interesante reflexión sobre la imagen de los escritores españoles,
centrada entre el Romanticismo y la generación de 1914. Y lo hace no
solo desde un contenido en el que pararse durante horas, horas,
créanme, deteniéndonos en los rostros que se contienen en el
centenar largo de imágenes que configuran la muestra, sino también
desde su continente, ya que las imágenes se presentan de una manera
ejemplar para cualquier exposición, con una cuidada producción y un
diseño expositivo sumamente atractivo. Pero vamos al contenido, a
esas fotografías en las que nos encontramos con todo un itinerario
de rostros y ambientes que nos colocan cara a cara con unas
fotografías hechas palabra. Con los autores que con su iconografía
han poblado nuestros libros de texto con muchas de estas fotografías
que los rescataron del anonimato visual de sus obras, en unos tiempos
en los que no existían medios de masas y la única manera de
componer un rostro ante el público era mediante un dibujo o la
incipiente fotografía en prensa o revistas literarias, y así es
como nos encontramos rodeados de los Becquer, Pereda, Galdós,
Baroja, Unamuno, Machado, Ramón Gómez de la Serna... hilándose un
listado que se prolonga por épocas y por movimientos literarios que
se fueron sucediendo entre los siglos XIX y XX.
La
ingente labor de producción de esta exposición pone ante nosotros
la importancia de aquellos fotógrafos pioneros que, tanto en sus
estudios o dirigiéndose a los ambientes en los que se movían los
escritores, compusieron todo un relato visual que iba más allá de
la propia literatura y se descorría por una España que buscaba
salir del atraso secular y adentrarse en la modernidad que suponía
el nuevo siglo.
Esa
modernidad venía en gran medida dada, dentro del ambiente literario,
por la importancia de los cafés como cenáculo de intelectuales y la
conexión entre escritores que se iban engarzando cronológicamente.
Así es como surgen esas imágenes absolutamente fascinantes de un
grupo de autores arremolinados en torno a una mesa de mármol y con
la que tanto se disfruta reconociendo rostros, e imaginando de qué
podrían estar hablando, de cual de sus obras conversarían o a que
autor estarían despellejando.
De
la misma consideración que las imágenes son los textos que se nos
van ofreciendo entre las fotografías, auténticas instantáneas
escritas en las que llegan a nosotros los rasgos, las descripciones
físicas y hasta las modas en el vestir de los diferentes autores.
Textos e imágenes que presentan un giro final con la proyección de
un vídeo en el que podemos escuchar la palabra de varios de ellos, y
a los que nunca, o en muy rara ocasión hemos podido oír.
Todo
este recorrido por imágenes y textos, así como por la propuesta que
desde el comisariado de Publio López Mondejar, toda una autoridad en
la historia de la fotografía en España, se evidencia a lo largo de
la exposición en la reinvindicación de un material imprescindible
para acercarse a la realidad artística y social de un país, y que
se condensa en un catálogo que, manejándolo, está a la altura de
la exposición en cuanto a su calidad y presentación.
Tertulia de la Cacharrería del Ateneo con Azaña y Valle-Inclán |
No
son pocos los autores gallegos presentes en la exposición que llega
al Museo de Pontevedra precisamente en el año de conmemoración del
150 aniversario del nacimiento de Ramón del Valle-Inclán. Su
rostro, por otra parte maravillosamente icónico, es el que sirve de
soporte a la exposición, el que anuncia la muestra y el que nos
recibe de frente, convenientemente ampliado, al entrar en uno de los
tres grandes espacios en los que se divide el espacio expositivo. La
figura de Valle-Inclán nos ofrece alguna de las mejores estampas de
la muestra, varias de ellas procedentes del propio Museo de
Pontevedra para presentar al Valle-Inclán más vinculado a la tierra
en que nació para la escritura, y otras en su estancia en la
capital, en su hogar íntimo y también en su faceta pública, en los
ambientes madrileños en los que habituaba a moverse. Junto a él
también tenemos a Pondal, a Murguía y a Rosalía de Castro; y como
no, a Emilia Pardo Bazán con unas fotografías llenas de la fuerza y
contundencia que le eran propias, o a Castelao. Una presencia gallega
que aproxima la exposición a nuestra realidad más inmediata pero,
sobre todo, vincula a nuestros autores con la realidad literaria del
momento de la que nunca han estado ausentes y que pocos años después
se renovaría con los Camba, Fernández-Flórez, Torrente Ballester o
Camilo José Cela.
Una
muestra, por lo tanto, que no hace protagonistas solo a los
escritores, sino también a aquellos fotógrafos que con cada
imagen robaban un trocito de su alma para ponerle vida a las
descripciones que de ellos tenemos. Una exposición que no se
deberían perder y que alaba el trabajo bien hecho, el de una entidad
como Acción Cultural Española sabedora del legado que maneja y de
un Museo, el de Pontevedra, que vuelve a abrir las puertas a
exposiciones que nunca se deben dejar pasar de largo. Todos se lo
agradeceremos.
Publicado en Diario de Pontevedra 10/10/2016
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