Camina Luis García Montero por
las calles de Madrid. La tarde
se despereza de su siesta y el poeta se dirige hacia una reunión con
funcionarios de Justicia para hablar de la privatización de los Registros Civiles.
«Es la última guinda que le faltaba a este país para hacer el ridículo. Que un
presidente, Registrador de la Propiedad, privatice los registros y encarezca la
justicia a todos los españoles para beneficiar a cuatro compañeros suyos es una
barbaridad como la copa de un pino». Así se las gasta el poeta durante estos
días tras su designación por Izquierda
Unida como candidato a la Comunidad de Madrid en un proceso que ha
llevado a varios partidos a colgarse el salvavidas del prestigio de diferentes
nombres de la cultura, pero Luis García Montero quiere precisar antes de seguir
charlando: «Ahora que se ha puesto de moda el que los intelectuales van a
regenerar la política, yo creo que pueden ser tan honestos o tan deshonestos
como los políticos, que al fin y al cabo son ciudadanos también. La política es
un asunto de ciudadanos y se puede hacer bien o mal siendo carpintero, médico o
intelectual. He dado el paso porque llevo desde mis tiempos universitarios en
la lucha contra el franquismo como parte del Partido Comunista y después participé en la fundación de IU en
1986. Respondo con mi personalidad de poeta y de escritor, pero también como un
militante que lleva comprometido más de treinta años con estas siglas»
Hoy Luis García Montero estará en Pontevedra en
la saludable PontePoética. Hace
poco más de cinco años desde su última visita a esta ciudad. Aquella tarde dejó
prendida con alfileres una frase que desde entonces es un adagio al que
regresar cuando vienen mal dadas y necesitamos un cobijo. «La poesía es un
ajuste de cuentas con la realidad». Ahora la frase se ha corporeizado,
transustanciándose en candidato a la Comunidad de un Madrid chusquero y
deshilachado durante los últimos años.
Ese ajuste de cuentas ha pasado de la pluma a la acción. «De alguna
manera tiene que ver con eso. La poesía me ha educado en la imaginación moral»,
afirma Luis García Montero, para continuar, «Decía Rousseau que sólo la
imaginación moral sirve para comprender el dolor ajeno y te permite entender
los problemas de la realidad y desde un punto de vista más optimista, sirve
para encontrar alternativas para pensar en los caminos que nos lleven hacia la
transformación de las cosas, y en ese sentido, en un momento de incertidumbre y
dificultad, dedicarse a la política es una manera de ajustar cuentas con la
realidad, de inventarse respuestas para acontecimientos que no me gustan».
Y ello desde una IU tambaleante y necesitada, por lo tanto, de un
discurso que sea capaz de aglutinar a unos votantes que se deslizan hacia otras
opciones. ¿Cuál debe ser ese discurso? «La izquierda tiene dos tareas
fundamentales. La primera abrirse a la sociedad. IU, que llama a la gente con
más conciencia crítica, debe estar en constante transformación; y la segunda es
no confundir la transformación con la disolución. Es muy importante en este
momento mantener la identidad de un espacio de izquierda nítido, que se
identifique con sus valores, más allá de la indignación popular de la crisis o
la corrupción y con dos tareas fundamentales: Una, la defensa del trabajo digno
y del salario justo, es decir, el conflicto laboral; y dos, la defensa de los
servicios públicos». Y al fondo Madrid, el Madrid deseado, pero también el
Madrid soñado. «Hablar hoy de Madrid es hacerlo de una ciudad cortesana,
burocrática, llena de tramas de corrupción, y esa imagen oculta al Madrid
enérgico y cívico. Madrid por culpa del PP se ha constituido en un laboratorio
para experimentar todas las políticas del neoliberalismo y para privatizarlo
todo. Al mismo tiempo ha surgido una movilización popular en torno a las mareas
blancas, las mareas verdes, movimientos sociales y sindicales que presentan una
batalla feroz. A mí me gustaría darle protagonismo a esa gente y convertir la
ciudad en una ciudad de creatividad, de emoción, de energía cívica», comenta
esperanzado el poeta.
¿Qué le puede aportar la poesía a un político? «El lema de mi campaña es
‘El corazón de la izquierda’ porque me parece que la poesía lo que busca es el
fondo de la condición humana y yo lo que quiero es reivindicar valores. Se
puede hacer política más allá del mercadeo electoral. Me gustaría transmitirle
a la gente, como se transmite la emoción en un poema, que para que una sociedad
recupere el orgullo democrático hay que hablar de valores en primer lugar más
que de números fríos», afirma Luis García Montero, al que también le pregunto
por aquellos poetas a los que se sujeta cuando se siente zarandeado por la
sociedad. «A mi me gusta la poesía que se convierte en un ejercicio de
conocimiento a través del cual emocionar. Yo he aprendido mucho de Luis Cernuda, de Rosalía de Castro, de Federico García Lorca. Poetas capaces
de encerrarse en sí mismos y de unir la reivindicación de su propio orgullo
solitario con la dignidad colectiva. Que el orgullo individual sea un modo de
reivindicar ilusiones colectivas». PontePoética mira a la realidad poética de
hoy. ¿Qué poetas actuales le interesan a Luis García Montero? «Muchos. Me doy
cuenta de una cosa que me enseñó Rafael Alberti sin que yo fuera muy
consciente, el respetar a los jóvenes y a tener los ojos abiertos hacia ellos.
Gente que te mantenga viva la capacidad de admiración. Admiro a poetas como Raquel Lanseros, Elvira Sastre, Carlos Pardo o Fernando
Valverde, pero te podría dar otros muchos que leo y de los que aprendo a
seguir manteniendo mi confianza en la poesía». Una confianza que nunca se debe
perder, ¿verdad? «Nunca. Creo que cuando la poesía se convierte en una vocación
es también una forma de destino y hay que luchar por no perder las confianzas
en aquellas cuestiones que marcan el sentido de tu vida». Palabra de
político... palabra de poeta.
Publicado en Diario de Pontevedra 18/04/2015
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