luns, 20 de abril de 2015

El tiempo hecho poesía


TRADUCIR LO VIVIDO a la poesía. Convertir en palabra y caricia el tiempo que ha transcurrido y lo experimentado a lo largo de una existencia es el fin del último libro de Joan Margarit. Una voz fascinante de la poesía actual que ha visto como su obra completa se ha reunido en un volumen editado por Austral (‘Todos los poemas, 1975-2012’) al tiempo que la Editorial Visor publica sus últimas composiciones en ‘Amar es dónde’. Un hatillo de poemas que revisan la propia vida del poeta, ese espacio desde el que solo se puede entender la composición poética, según explica el propio Joan Margarit en un apasionante y lúcido epílogo que pone el cierre a este poemario.
Ese epílogo nos deja varias tomas de corriente sobre el hálito de vida que convierte una experiencia en poema. Lo que logra cimentar esa transustanciación de lo vivido en un itinerario de palabras que se descuelgan por un territorio íntimo que se vuelve pellizco cuando el lector lo tiene en sus manos. Aplicar esa experiencia del poeta a la intimidad del lector es una de las claves de la poesía, algo sobre lo que reflexiona el autor en el mencionado epílogo al igual que sobre la indiferencia alcanzada con el tiempo en relación al pasado, a la conquista de una nueva percepción que permita lograr una libertad ante el acto creativo que la haga más real y limpia de contaminaciones sentimentales que podrían llegar a distraer nuestra atención de lo verdaderamente importante.
Ese paso del tiempo hecho poesía visto desde la edad actual de Joan Margarit, nacido en 1938, es el alma de estos poemas llenos de encuentros, de experiencias, de emociones que se concentran de manera magistral y que vuelven a definirnos al gran poeta que es Joan Margarit. «Soy como una vieja pala, oxidada y aún sacando tierra», dice en uno de sus poemas. Esa capacidad de decir tanto con tan poco, de exprimir la vida en unos cuantos renglones, es pura emoción por lo que tiene de definición de un tiempo y por hacerlo tirando fuerte de las bridas de la nostalgia así aplacada, escribiendo desde lo que él mismo llama «la playa invernal de cada uno». Un calor vital atemperado por la edad, por la invernía que se posa en una pluma que sabe que ya debe medir sus palabras para no desperdiciarlas en la codiciosa pretensión de apretar el pasado en aquello que se escribe y que, una vez hecho libro, será acta notarial.
Este desfiladero de poemas se encuentra repleto de humanidad, una de las grandes armas de la poesía de Joan Margarit, siempre pegada a la piel del hombre y huyendo de una de las grandes taras de ese ser humano, la vulgaridad en la que hunde su vida en tantas ocasiones casi faltándose al respeto a sí mismo. ‘Amar es dónde’, tres palabras que se repiten en varios poemas, es un canto de cisne sobre la belleza de la vida que, al fin y al cabo, es el goce consciente de esa vida.



Publicado en Diario de Pontevedra/El Progreso de Lugo 19/04/2015





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