Imposible olvidarse
tantos años después de los consejos de aquel programa imborrable
para tantos como fue ‘La bola de cristal’. Mañanas de un sábado
muy distinto a los que vemos hoy en día en una televisión que
desprecia a los niños eludiendo responsabilidades y sus grandes
capacidades para inocular en ellos hábitos saludables como pueda ser
el de la lectura. Uno de aquellos mensajes buscaba fomentar que niños
y niñas abrazasen los libros, que se revolcasen en sus páginas para
alentar su imaginación. Así era como sobre unas imágenes que se
iban sucediendo de King Kong, Robin Hood, un tiburón, Charles
Chaplin, un monstruo fantástico o una Superwoman se alternaban con
los comentarios realizados por una voz infantil sobre si cada uno de
ellos era o no lector: «Este sí lee. Este no lee», para rematar
con la secuencia de un rebaño de ovejas cruzando un río mientras se
escuchaba: «¡Si no quieres ser como estos, lee!». Pues en esa
galería de imágenes los guionistas del programa dirigido por la
gran Lolo Rico sin ningún rubor podrían colocar una del actual
presidente de los Estados Unidos Donald Trump y un sonoro: «¡Este
tampoco lee!»
Si hace unos meses en
la gira de presentación de su novela ‘4321’ Paul Auster hablaba
de Trump como de «un psicópata incapaz de leer un libro» o de cómo
el propio presidente había comentado que los libros «no le gustaba
ni olerlos», ahora, tras la publicación por parte del periodista
Michael Wolff de un mediático volumen sobre la llegada hace casi un
año de Donald Trump a la Casa Blanca, entre otras innumerables
lindezas, se vuelve a incidir en su desprecio por la lectura y en que
ni tan siquiera lee los informes sobre los que tomar sus decisiones,
siendo sus colaboradores los que deben darle lectura mientras Trump
dirige su mirada hacia un infinito saturado de comida basura, horas
de televisión de sus propios canales y líderes coreanos con los que
medir quien lo tiene más grande. El botón.
Este año de
presidencia se ha convertido en un auténtico desastre para la imagen
de los Estados Unidos y todavía, pasados tantos días de esas
funestas elecciones, uno sigue sin entender qué ha llevado a esa
nación a elegir para ocupar su máxima representación a un
personaje así. «Tal vez cuando este libro se publique ya haya
llegado, sí, es muy posible que al final gane Trump, porque la gente
ha elegido el caos, la aniquilación, la enfermedad, el rencor, la
melancolía pesada, porque los basements le están ganando la partida
a Abraham Lincoln». Esta frase, extraída de otro libro titulado
‘América’, y que vio la luz también hace un año de la mano de
Manuel Vilas (aprovechen y apunten el título de su nueva obra que
está ya en las librerías, ‘Ordesa’), residente en Iowa durante
diferentes periodos, servía para intuir de manera clara el
apocalipsis, para calibrar cómo una parte de la sociedad
norteamericana se decantaba en su día a día, ajena a los sesudos
debates de los comentaristas políticos, por sumarse a ese lado
oscuro en el que el respeto por el ser humano, de dentro o de fuera
de sus fronteras, deja de ser una bandera estrellada para convertirse
en una cachiporra que este presidente no ha dejado de blandir desde
su subida al poder.
Cada semana, cada
discurso, cada acción, cada tweet, inciden en reforzar a este penoso
histrión que arrastra por el fango tantas componentes maravillosas y
dignas de ensalzar de los Estados Unidos. Su último vómito, en el
que se refiere a países como El Salvador o Haití como «países de
mierda», no es más que una línea más en la escritura analfabeta
de un hombre que cada vez deja más claro que no huele un solo libro.
Artículo sobre 'América' de Manuel Vilas en http://ramonrozas.blogspot.com.es/2017/01/america.html
Artículo sobre 'América' de Manuel Vilas en http://ramonrozas.blogspot.com.es/2017/01/america.html
Publicado en Diario de Pontevedra/El Progreso de Lugo. 17/01/2018.
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