mércores, 24 de xaneiro de 2018

Luces de bohemia


Hay textos que son un manantial inagotable. Literaturas que se fijan a la identidad del ser humano y de un país, a las que regresar, y que no son más que una manera de seguir conociéndose uno y otro.
Luces de Bohemia’, la obra de teatro que Valle-Inclán escribiera en 1920 como una publicación por entregas y que cuatro años más tarde se convirtió en libro, fijó un nuevo género, el esperpento, e incluso un nuevo concepto social que, como pocos, ha servido para analizar y calibrar a este país al que el protagonista de la obra, Max Estrella, califica como «una deformación grotesca de la civilización europea». En ese ámbito de lo grotesco, que se mueve entre lo ridículo y extravagante, hay mucho de un país que gusta de deformarse a sí mismo, casi sin la necesidad de verse en los espejos cóncavos que originan el esperpento. Lo vemos prácticamente a diario en nuestros políticos, en nuestras televisiones, en nuestras actitudes como comunidad, en un sinfín de situaciones que nos ponen siempre ante esos espejos que tan lúcidamente ideó el escritor de Vilanova de Arousa.
Esa sensación de actualidad de un escrito que tiene casi un siglo de existencia hace que sea obligado para toda sociedad que se precie regresar a su lectura, a su estudio y, como obra de teatro, a su representación. Y eso es lo que ha pasado en los últimos meses con nuevas ediciones (ahora que transcurridos ochenta años de la muerte de Valle-Inclán sus obras están libres de derechos) de ‘Luces de Bohemia’, incluyéndose en algunas de ellas profundos análisis de la obra, como sucede en el espectacular trabajo que el catedrático de Literatura Española, Manuel Aznar Soler suma al propio texto dramático en ‘Iluminaciones sobre Luces de Bohemia de Valle-Inclán’, publicada por la editorial Renacimiento y que todo aquel que tenga interés por esta obra debería tener bien cerca. Un esclarecedor estudio de un inmenso universo acodado en esas calles nocturnas de un Madrid que quiso ser París, de un Max Estrella que quiso ser Víctor Hugo, pero a los que la realidad condenó a ambos a ser lo que son. En el texto crítico se analiza la estructura temporal y espacial, el lenguaje escénico, los personajes, y elementos como la ironía, el humor, la cultura, la historia o la política, que Valle-Inclán situó en su obra como auténticas bombas de relojería que sirviesen para poner el foco sobre esos años tan convulsos de la sociedad española del periodo de entreguerras.
Y junto al texto su representación, y así es como durante estos días, mañana todavía hay una última función en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, la compañía aragonesa Teatro del Temple, pone vida sobre las tablas a todos esos personajes noctívagos para, desde una sobriedad que refuerza el propio texto y su espíritu, y con mínimos recursos escénicos, poner ante el espectador esta deformación de una sociedad que tras su lectura o su visualización no calificamos ya tan alejada de la nuestra, como si formásemos parte de esa noche que recorren Max Estrella y Latino de Hispalis que no es más que un país sin luces, oscuro y lóbrego, agotado de si mismo, que se falta al respeto y al de muchos de sus «cráneos privilegiados». «En España el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo malo».
No, no se crean que es una editorial de un periódico de 2018, es, simplemente, parte de un texto brillante, un texto inagotable. Luz en la oscuridad.



Publicado en Diario de Pontevedra/El Progreso de Lugo 24/01/2018
Fotografía. Representación de 'Luces de Bohemia' por Teatro del Temple en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. (Cedida Círculo de Bellas Artes)


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