El destino o mejor dicho el azar juegan muchas veces también con el
momento de poner en nuestras manos un determinado libro. Una lectura que en su
tiempo se dejó pasar y a la que un buen día regresas para saldar una deuda que
entiendes pendiente. ‘Los enamoramientos’, publicado en 2011, volvió a la vida
a finales del pasado año cuando fue designada como la mejor novela de ese año
2011, siéndole otorgado a su autor el Premio Nacional de Narrativa. La noticia
se convirtió en clamor desde el momento en que Javier Marías no aceptaba ese
galardón en base a que siempre había rechazado “cualquier remuneración o premio
que procediese del erario público”. Un acto relevante por lo inusual del mismo
que a muchos nos llevó a hacernos con el libro, además de continuar alabando
las bondades de su autor.
Bastan solo unas pocas páginas para darse cuenta de lo merecido de
aquella distinción, así como para dejarse arrastrar, ya de manera inevitable,
por una historia construida de manera magistral a través de un andamiaje
siempre efectivo en este escritor y en muchos casos asombroso por la lucidez
con la que se plantea. La historia de la muerte de un hombre y lo que supone
esa ausencia en otras tres personas es el cuadrilátero por el que nos moveremos
alrededor de una lucha entre el amor y el enamoramiento. “Puede suplantar el
amor, por ejemplo; pero no el enamoramiento, conviene distinguir entre los dos,
aunque se confundan no son lo mismo...”, así se refiere el autor a la necesidad
de distinguir ambos afectos en un fragmento que, como otros muchos a lo largo
del relato, nos deja con la boca abierta por su realización y por cómo en su
interior asoman toda una serie de hilos de los que ir tirando para poder deshacer
ese ovillo que envuelve a la historia central de la novela.
Y es que a partir de esa historia nuclear Javier Marías vertebra toda una
serie de aspectos destacados de la vida del ser humano, aunque muchas veces no
nos detengamos a pensar en ellos: el azar, las dudas, las relaciones entre
hombres y mujeres, pero sobre todo, la ausencia. Siempre tan preocupados por lo
que tenemos ante nosotros en pocas ocasiones hemos tenido la ocasión de
reflexionar sobre el peso que significa la ausencia de un ser a nuestro
alrededor y aquí es cuando el autor nos presenta una vertiente de genialidad,
al plantear qué sucedería si esa persona tras su desaparición, ya asimilada por
familiares y amigos, retornase para retomar su vida. No duda el escritor en
mostrar lo inconveniente de ese hecho, planteado aquí como una suposición ante
la acción que desencadena la novela, así como por su ejemplificación en una
‘nouvelle’ de Balzac ‘El coronel Chabert’, en la que se establece el
paralelismo entre ambos relatos que irán entrelazándose a lo largo de ‘Los
enamoramientos’. Consigue Javier Marías, tras acabar su novela, que nos echemos
en brazos del gran escritor francés del siglo XIX para comprobar como hay
situaciones, historias, relaciones y ámbitos inherentes al ser humano, ajenos a
tiempos y modas, que responden esencialmente a nuestro comportamiento sobre
este mundo.
Javier Marías nos llevará por diferentes estaciones entendidas como
miradores desde los que asomarnos a todas esas variables relaciones entre
personas que la vida atraviesa ante nosotros. Como todo buen escritor lo hace
jugando con su lector, al que una vez completamente atrapado en su libro,
sorprenderá con un giro final en el que todo lo leído anteriormente cambia su
consideración, para abrumarnos con dudas y preguntas que, todavía varias
jornadas después del fin de su lectura, siguen planteándose en nuestro
interior, buscando respuestas, no tanto para ese relato como para nuestras
propias vidas.
Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 3/02/2013
El Progreso 2/02/2013
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