mércores, 6 de abril de 2016

"Pintar bien"


Conocí a Deside a mediados de los años noventa. Él ya con una carrera consolidada y yo simplemente un vigilante de la sala Teucro de la Xunta de Galicia en la que cumplía aquella Prestación Social Sustitutoria, eso sí, en un destino fantástico, tras rematar mi Licenciatura en Historia del Arte. Aquella experiencia me sirvió para conocer a un personal administrativo excelente y a muchos pintores con los que compartí horas y horas ante sus obras, conversando de arte y de sus diferentes visiones sobre el tema.
Entre esos recuerdos uno se ha mantenido siempre muy vigente en mi memoria, el de Ramón Lorda, Deside. Se llamaba como yo y pintaba como a mí me gustaría poder pintar alguna vez. Para mí era un desconocido, su pintura era sorprendente, primero por la calidad de la misma, y segundo por ser un pintor informalista asentado en Galicia. Aquella pintura de rebeldía durante el franquismo surgida en Barcelona bajo el magnetismo de Tàpies para mí no tenía referente en Galicia, pero sí que lo había. ¡Bendita ignorancia! Con Deside, durante el montaje de la exposición, descubrí, con cada cuadro que entraba en la sala, que ese universo matérico tenía a un genial practicante en nuestra tierra, a un pintor que confiaba en una forma de expresión, la suya, a la que dedicó toda su obra. Fiel, sin modas pasajeras y evanescentes. Pintura sincera. 
Volví a encontrarme con Deside en el año 2013, tras muchos años intentando entender cómo el mundo del arte o el mercado en Galicia era incapaz de rescatar su obra, de posicionarla en su verdadero lugar más allá de alguna que otra participación en exposiciones colectivas. En marzo de ese año el Café Moderno inauguraba la exposición 'A pintura sen tempo' producida por la Fundación Novacaixagalicia. Sin duda la mejor realizada sobre él, tanto por la importancia de las obras, como por el espectro temporal que ocupaba y por la sensibilidad con que se realizó su montaje y exhibición. Me acerqué al pintor y le pedí que me concediera una entrevista, al momento nos emplazamos unos días después para, otra vez ante su obra, estar de nuevo charlando de pintura y de la vida. Como si el tiempo no hubiera pasado allí estaba ante el pintor que descubrí un día y que ahora me explicaba que lo único que le preocupaba era “pintar bien”. Ajeno al mundo mediático, a los servilismos a la hora de mostrar su obra, Deside, bajo la penumbra de aquella sala en la que se condensaba toda su obra, toda su vida, hablaba desde una experiencia, la artística, en la que sabía que el único respeto que había que tener era ante la propia pintura.




Publicado en Diario de Pontevedra 6/04/2016
Fotografía: Rafa Fariña


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