Se
acerca el final de este desasosiego que en forma de artículos ha ido
registrando diferentes motivos para entretenernos, a partir de diversas
propuestas culturales, mientras estábamos confinados en nuestras casas. Mañana
será el final de cincuenta textos consecutivos que ya dejan de tener sentido en
sus propósitos, al irse suavizando las medidas para tenernos en nuestros
hogares, al abrigo del cruel virus. Los próximos días serán de seguir progresando
en nuestra recuperación de la ciudad, en refrescar unos vínculos que
seguramente afianzaremos con una mayor intensidad que antes del inicio de esta
pesadilla, conocedores ya, de lo que significa estar al otro lado.
Mientras
nos movemos por ella tendremos tiempo de pensar, de seguir dándole vueltas a
todo esto que nos está pasando, y así mi recomendación de hoy, es la que mejor
explica esa situación del ser humano, en un debate permanente entre su yo y el
exterior. Un libro que son muchos libros, un libro gigante y cuya filosofía y
planteamiento es el que estuvo detrás de esta sección cada día, incluso dándole
su nombre. ‘El libro del desasosiego’ de Fernando Pessoa es un itinerario
mayúsculo que nos habla de la modernidad, del hombre frente a la urbe y de esa
tensa relación que ambos pueden llegar a mantener. Esta crisis sanitaria
también es una crisis urbana, en la que se discute nuestro planteamiento de una
ciudad contemporánea repleta de contaminación y de espacios invadidos por
vehículos, mientras a la persona se la aparta de lo que debería ser su objetivo
central. Estamos asistiendo estos días a numerosas discusiones sobre nuestra
ciudad del futuro, ciudades con barrios potentes con todos los servicios en su
radio de acción, con comercio de proximidad, zonas accesibles y espacios
verdes, y uno no deja de pensar en qué suerte tenemos en Pontevedra, ya que
todo eso es lo que somos.
Volvamos
a Pessoa. Volvamos siempre a él. “Mi paseo callado es una conversación
continua, y todos nosotros, hombres, casas, piedras, letreros y cielo, somos
una gran multitud amiga, que se codea con palabras en la gran procesión del
Destino”, escribe, para que nosotros mismos procesionemos hacia ese Destino que
nos aguarda, que será con mayúscula si de verdad hemos aprendido algo de esta
situación inédita, o en minúscula, si hacemos como que no ha pasado nada y
seguimos con esa miradita corta que nos caracteriza, sobre todo en los últimos
tiempos. Los de los días del desasosiego.
Publicado en Diario de Pontevedra 6/05/2020
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