mércores, 6 de maio de 2020

Desasosiego/ 49. El libro del desasosiego



Se acerca el final de este desasosiego que en forma de artículos ha ido registrando diferentes motivos para entretenernos, a partir de diversas propuestas culturales, mientras estábamos confinados en nuestras casas. Mañana será el final de cincuenta textos consecutivos que ya dejan de tener sentido en sus propósitos, al irse suavizando las medidas para tenernos en nuestros hogares, al abrigo del cruel virus. Los próximos días serán de seguir progresando en nuestra recuperación de la ciudad, en refrescar unos vínculos que seguramente afianzaremos con una mayor intensidad que antes del inicio de esta pesadilla, conocedores ya, de lo que significa estar al otro lado.
Mientras nos movemos por ella tendremos tiempo de pensar, de seguir dándole vueltas a todo esto que nos está pasando, y así mi recomendación de hoy, es la que mejor explica esa situación del ser humano, en un debate permanente entre su yo y el exterior. Un libro que son muchos libros, un libro gigante y cuya filosofía y planteamiento es el que estuvo detrás de esta sección cada día, incluso dándole su nombre. ‘El libro del desasosiego’ de Fernando Pessoa es un itinerario mayúsculo que nos habla de la modernidad, del hombre frente a la urbe y de esa tensa relación que ambos pueden llegar a mantener. Esta crisis sanitaria también es una crisis urbana, en la que se discute nuestro planteamiento de una ciudad contemporánea repleta de contaminación y de espacios invadidos por vehículos, mientras a la persona se la aparta de lo que debería ser su objetivo central. Estamos asistiendo estos días a numerosas discusiones sobre nuestra ciudad del futuro, ciudades con barrios potentes con todos los servicios en su radio de acción, con comercio de proximidad, zonas accesibles y espacios verdes, y uno no deja de pensar en qué suerte tenemos en Pontevedra, ya que todo eso es lo que somos.
Volvamos a Pessoa. Volvamos siempre a él. “Mi paseo callado es una conversación continua, y todos nosotros, hombres, casas, piedras, letreros y cielo, somos una gran multitud amiga, que se codea con palabras en la gran procesión del Destino”, escribe, para que nosotros mismos procesionemos hacia ese Destino que nos aguarda, que será con mayúscula si de verdad hemos aprendido algo de esta situación inédita, o en minúscula, si hacemos como que no ha pasado nada y seguimos con esa miradita corta que nos caracteriza, sobre todo en los últimos tiempos. Los de los días del desasosiego.



Publicado en Diario de Pontevedra 6/05/2020

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