luns, 4 de maio de 2020

Enfermos y alfiles



[Ramonismo 22]
La escritura de Vicente Valero es una de las más interesantes de la narrativa española. Sus últimas obras lo confirman
 
Vicente Valero (Editorial Periférica)

DESDE IBIZA llegan las palabras de Vicente Valero para conformar una de las esferas literarias más atractivas de nuestra escritura. Sus dos libros más recientes, ‘Enfermos antiguos’ y ‘Duelo de alfiles’, vienen a sumarse a otros textos, todos ellos editados por Periférica, como ‘Experiencia y pobreza’, ‘Las transiciones’ o ‘Los extraños’, en los que la relación con el territorio a través de una serie de experiencias personales o de conocimiento de diferentes acontecimientos que allí sucedieron sustenta la narrativa de Vicente Valero que, por otra parte, tiene también una vertiente poética que condensa diferentes poemarios en el libro ‘Canción del distraído’ (Editorial Vaso Roto) y que fluye en sus obras en prosa.
Así es como sus libros, normalmente no de una gran extensión, son como golpes de aire de ese Mediterráneo que lo envuelve todo. Una brisa purificadora desde una literatura que se mueve a través de una agradable sencillez basada en ese hecho tan maravilloso que es el contar cosas, haciéndonos partícipes de toda una serie de realidades repletas de humanidad, de sentimientos que, desde lo familiar o lo comunitario, nos conducen a la comprensión de un ecosistema más amplio, no sólo de la isla mallorquina, sino de todo un contexto social que emplea la memoria como un diapasón con el que entendernos como tribu. Esa condición de poeta les concede a sus relatos una suavidad muy de agradecer a la hora de asomarnos a esas fricciones con la historia. Otro poeta, Antonio Lucas, escribió de él: «La escritura de Valero es limpia, precisa, con esa combustión suave de un lenguaje que nunca se estropea». Así viene siendo desde su primera novela, ‘Los extraños’, en los que su familia se ponía bajo su mirada para escrutar esa dimensión íntima y al tiempo extrapolarla a lo general. Y lo vuelve a ser ahora con su última novela, ‘Enfermos antiguos’, en la que la costumbre de visitar a los enfermos permite contemplar un fresco de personajes que abre la puerta al retrato colectivo, al crecimiento del niño Vicente Valero y a propiciar la representación de ese paisaje que parte del territorio para condensarse en lo humano.
Una extraordinaria lectura donde la infancia está muy presente, ya que son los ojos del niño los que intentan comprender y analizar lo que sucede alrededor de su presencia, pero en la que hay lugar también para desarbolar a la propia vida a través de la humanidad, la compasión, la pena, la sonrisa y la caricia. Esto es algo que está siempre presente en sus novelas, el registro humano como caleidoscopio del grupo. Esta característica también la puede trasladar a otras latitudes, como en su anterior novela, ‘Duelo de alfiles’, en la que nos sitúa ante diferentes personajes esenciales, desde el ámbito del pensamiento o la creación, del siglo XX, mediante una serie de viajes realizados a puntos geográficos concretos en los que, a medida que se camina, o se experimenta la relación con esa nueva geografía, se rescatan una serie de sucesos en la vida de esas personas, en los que, quizás, sus ampulosas historias no se han detenido demasiado, pero que Vicente Valero sabe rescatar como aquellos acontecimientos ibicencos para redimensionar a la persona frente a su entorno, y capaces de explicar al personaje muchas veces mejor que un sesudo ensayo sobre su trabajo, y todo ello con Europa, la Europa ilustrada, esa misma que ahora tenemos contra las cuerdas, mostrándose como un gran tablero de ajedrez.
Desde nuestra ubicación pontevedresa nos interesa mucho el primero de los relatos contenidos en ‘Duelo de alfiles’, al narrar Vicente Valero su llegada a un recóndito paraje de Suecia, en pleno invierno, en el que se encontraba el pintor pontevedrés Jorge Castillo enfrentado a aquellos paisajes nevados, él, que tantos paisajes de interior, de frutas, pájaros y figuras humanas había recreado a lo largo de su ya larga y reconocida trayectoria. El texto explica muy bien ese momento creativo de nuestro paisano. Un libro magnífico con el que además del goce de la lectura se aprenden muchas cuestiones relacionadas con personajes como Rilke, Brecht, Nietzsche, Kafka o Walter Benjamin. Este filósofo y crítico, una de las mentes más interesantes del siglo XX, estuvo vinculado con Ibiza durante dos años, entre 1932 y 1933, una poco conocida ‘aventura’ a la que dedica otro de esos libros en los que Vicente Valero se aparta ligeramente de sus libros vinculados a su memoria y a su isla, aunque por el contexto, y por los planteamientos narrativos se sondean una serie de elementos que van a configurar parte del paisaje físico y humano de la isla en las décadas posteriores.
Lean a Vicente Valero, sus libros son un espléndido viaje a una isla que, como un altar surgido del Mediterráneo, nos enfrenta a la condición humana desde una poética narrativa llena de memoria y emoción: «De mi boca ha salido entonces la espuma de la felicidad desconocida, un aliento con olor a estrellas húmedas».



Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 2/05/2020

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