[Ramonismo 23]
Cada
libro de Javier Calvo es un pequeño desafío a la literatura. Un tensar cuerdas
para encontrar un relato propio
SI
ALGO parece tener claro Javier Calvo es que cada uno de sus libros es una
suerte de reto, un apartarse de los caminos más transitados para encontrar una
senda propia desde la que experimentar e incorporar también una especie de
contracultura a la que no son muy afines los que buscan llenar esos caminos de
un terciopelo que haga cómodo el paseo del lector.
El
universo cultural de Javier Calvo está, por lo tanto, muy presente en sus
obras. Su trabajo como traductor, al que dedicó un más que interesante ensayo,
‘El fantasma en el libro’ (Seix Barral), para descubrir o poner en valor una de
esas profesiones desconocidas por parte del público pero imprescindible en el
sistema literario, le ha llevado a gestionar y a conocer bien textos clave de
la literatura anglosajona, con especial atención a obras del género fantástico
del que se demuestra un entusiasta y erudito conocedor. Así es como en su
reciente novela, ‘Piel de plata’, editada por Seix Barral, todo ese peso
cultural outsider, si lo planteamos
desde el canon más oficial, particularmente en nuestro país, se vuelca en el
relato, participando, no sólo como un guiño dentro de la trama, sino como
soporte de una novela que se mueve por varios de esos itinerarios con
referencias directas a la obra del escritor Michael Moorcock (aquí llamado
Cooper Crowe), al poeta Juan Eduardo Cirlot y su universo simbólico y la música
de Death in june, e incluso al mismísimo Dickens, impulsor de un fantástico e
inesperado final.
Dinámicas
que envuelven la historia de Pol, un adolescente que en primera persona nos
recuerda el hecho sustancial de su por ahora corta vida, el encuentro con una
chica que supone un momento de epifanía dentro una existencia complicada por un
brote violento y las sucesivas medicaciones y visitas al psiquiatra. Juventud,
rebeldía, drogas, deslumbramiento y hasta filiaciones nazis son las estaciones
de paso por las que Pol accede a un conocimiento personal, plagado de sombras
en una noche que se va imponiendo, y condicionado por su vinculación casi
enfermiza con ciertos iconos culturales que determinan muchas de sus actitudes.
Barcelona
actúa reclama su importancia como fondo de una trama que se va oscureciendo con
el paso de las páginas y donde la luz al final del túnel se convierte en la
recuperación de esa compañía de mujer, con su piel de plata, casi como un
alumbramiento para el resto de la vida. Un instante de pureza frente al fango
que se estaba apropiando de su existencia, y que de esa manera queda
encapsulado para el resto de una vida que mudará de manera radical tras los
acontecimientos en que el joven Pol se verá envuelto y que tendrá en la familia
un anclaje firme que, durante la lucha con esas sombras, evidencia su capacidad
de resistencia, generando una serie de momentos paródicos que también se
registran en otras partes del relato para propiciar en el lector unas sonrisas
que son muy de agradecer.
En
el año 2012 Javier Calvo logró, con una obra calificada de «transgresora y
provocativa», el Premio Biblioteca Breve con ‘El jardín colgante’. Un libro
ubicado en la España de la Transición que apuntaló su carrera literaria, a la
que ahora enriquece con este relato que pretende comprender un tiempo complejo
en la vida de un adolescente, del que siempre se quedará con aquella rosa.
Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 9/05/2020
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