Su nombre es tan breve como poderoso. Solo con citarlo a uno se le tensan los músculos, percibe el aroma de la leyenda y se estremece ante el fragor de una historia a la que esta ciudad no deja de agarrarse como tantos otros hicieron en tiempos de sombras y penas. Entonces el fútbol era alegría y orgullo, y aquellos nombres, revestidos con la túnica sagrada granate, se tornaban más y más fuertes a la sombra de su capitán. El capitán del Pontevedra, el capitán de una ciudad que desde entonces tendría que darle honras como en la antigua Roma a los césares, vítores y laureles. Quienes no le vimos jugar sabemos igualmente de su grandeza, nos imaginamos lo que pudo ser aquel hombre en el viejo Pasarón ante los mejores del fútbol nacional. Con escuchar los comentarios o ver los gestos que avezados pontevedreses como Víctor Freixanes o Miguel Fernández-Cid le dedican allá por donde van, queda claro que su figura no es sólo la de un futbolista, sino que es el perfil humano y sentimental de toda una generación. Ahora, en los tiempos del fútbol en color, de las sociedades anónimas, del marketing deportivo, el Pontevedra ha decidido nombrar a Cholo presidente de honor, ¡cómo si no lo hubiera sido ya durante todos estos años! Él permanecerá igual, reconfortado por sus recuerdos de gloria, mientras, le seguiréis viendo caminar, humilde, por la ciudad que defendió como pocos.
Publicado en Diario de Pontevedra 24/09/2011
Fotografía: David Freire
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