La
concesión del Premio Velázquez 2013 a Jaume Plensa reaviva el recuerdo del
proyecto de ampliación de la Illa das Esculturas de Pontevedra, en el que
estaba previsto que él participara.
Pocos
artistas a nivel internacional ofrecen un imaginario más potente e impactante
que el generado por Jaume Plensa. Medio mundo ha paseado entre la brillante
mezcla de contundencia y sugerencia de sus esculturas, mientras el otro medio
se pelea por disfrutar de ellas.
En
la ciudad de Chicago no olvidan su imponente ‘The crown fountain’, en la que de
la boca de cientos de ciudadanos manaba agua de una fuente que le ha llevado a
esa ciudad durante este último mes para preparar la exposición que el próximo año
celebrará los diez años de aquella pieza. Una estancia que ha aprovechado Jaume
Plensa para inaugurar una muestra en Nueva York. Yorkshire o Burdeos han visto
sus emblemáticas figuras configuradas a partir de letras y vacíos, y Río de
Janeiro ha contemplado, estupefacto, como una de sus ciclópeas cabezas emergía
del mar.
Chicago,
Nueva York, Yorkshire, Río o Burdeos... un listado que podría perpetuarse con
numerosas urbes más, entre las que podría haberse encontrado Pontevedra. Su
nombre fue uno de los que se barajaron por parte del comisario del proyecto,
Antón Castro, ante la idea de ampliación de la Illa das Esculturas planteada en
2004 (año Xacobeo que venía a suceder al de 1999, en que se inauguró el
complejo), en el que también se incluían referencias de la escultura al aire
libre como Nils Udo, Mario Merz o Michael Heizer, pero al que la falta de
fondos fue sumiendo en el olvido que este reconocimiento evidencia como un
claro error.
Puestos
a imaginar sería toda una delicia y un orgullo para esta ciudad contemplar,
ante la puesta de sol, cómo esos rayos de luz proyectarían su sombra convertida
en letras sobre la superficie de la Illa, o lo sugerente que podría ser esa
figura en la cual penetrar, formando parte de ella y de su búsqueda permanente
de belleza. ¡Rinnng! Fin del sueño.
El
ser humano y su vínculo con el espacio, en el que esa pieza ha de ser ubicada,
son la gran preocupación de un escultor dotado, pese a esa grandilocuencia
formal, de una sutil poética que propicia un nuevo lenguaje dentro de la
escultura. Así lo ha sabido ver y valorar un jurado que nos ha hecho soñar
sobre lo que pudo haber sido un hermoso poema escultórico a orillas del Lérez.
Publicado en Diario de Pontevedra 26/11/2013