El estreno de la
lucense Alba Carballal como novelista sorprende por su atrevimiento y
por el brillante resultado de su escritura
SUCEDE CADA CIERTO
tiempo que un aire fresco orea el armario de nuestra literatura. Esta
es la sensación que uno tiene cuando llega al final de la lectura de
‘Tres maneras de inducir un coma’, novela editada por Seix Barral
y que firma Alba Carballal (Lugo, 1992). En ella nos encontramos
descaro, lucidez y una atractiva literatura que mezcla diversos
componentes de géneros como la novela negra o la novela picaresca,
enmascarados bajo un humor negro que enseguida nos conquista, al
tiempo que nos asombra por cómo esta mujer arma la que es su primera
novela.
En ella se nos cuentan
los azares de Federico cuando recibe una llamada de teléfono en la
piscina municipal de Chamberí y una oferta de trabajo le lleva a
ejercer de improvisado espía en unos acontecimientos que se irán
disparando y disparatando a lo largo del relato de una manera
sorprendente. Alba Carballal nos presenta así a un pícaro, a
alguien al que sólo su ingeniosa capacidad para sortear situaciones
embarazosas le permitirá sobrevivir en un hábitat sumamente
original y que facilita a la escritora detonar diferentes cargas de
profundidad dirigidas a elementos de nuestra sociedad, como el propio
ambiente de Madrid, las relaciones familiares, el universo de las
amistades, la sexualidad, la política y, como no, el mundo
literario. Todo ello a través de una escritura en permanente
agitación que nos lleva del pasmo a la carcajada en una misma línea
con su empleo del lenguaje, planteado de una manera tan natural que
ejerce ese efecto de atracción en el lector. Cuando tantos autores
se estrujan la sesera para proponer un lenguaje casi trascendental
con el que evidenciar su poderío narrativo, Alba Carballal logra que
la fluidez y naturalidad de su palabra sea capaz de transmitir
situaciones y diálogos que nos llevan a una realidad nada impostada,
a un espacio de ficción que podría ser perfectamente real, ante el
disparate en que se está convirtiendo nuestra sociedad y que está
detrás de la propia historia que se cuenta como un punzante aguijón
a este guirigay en el que estamos inmersos.
Repleto de citas
maravillosas de otros creadores la autora inserta su texto dentro de
los diferentes pliegues de nuestra cultura. Cine, televisión,
literatura, radio, música y hasta la Constitución generan el
entramado en el que acomodar el relato, allí donde malear a ese
Federico que, como un diablo cojuelo de la posmodernidad, va
levantando los techos de Madrid para que podamos asomarnos a un
costumbrismo almodovariano entreverado del agilipollamiento que se ha
instalado en tantos estamentos de una sociedad cada vez más inane,
como la de esta España.
Que Alba Carballal haya
sabido enhebrar todo este «rosario de cuentas infelices», como
cantaría Joaquín Sabina, en una primera novela, es algo que
refrescará a unos lectores obligados a anotar el nombre de esta
arquitecta de formación en su listado de escritores a seguir. En
2016 mereció una beca literaria de la Fundación Antonio Gala para
Jóvenes Creadores de Córdoba, y allí desarrolló esta novela ácida
y luminosa. ¡Bendita beca! ¡Bendito descaro!
Publicado en Diario de Pontevedra 27/03/2019
Fotografía: Alba Carballal en la presentación de la novela en la Fundación Antonio Gala de Córdoba (Salas/Efe)