Rue Saint-Antoine nº 170
Pintura. Deside constituye una de las cimas
de la pintura gallega en las últimas décadas. Una cima que pocos se han
atrevido a escalar por lo complejo de su apuesta, un informalismo alejado de
los gustos del público, pero obligado para quien entendía la pintura como un
incuestionable posicionamiento vital
¡Bendiciones al pueblo que recuerda a los
suyos! Y esto es lo que lleva haciendo el concello de Marín durante este mes de
agosto, hasta el día de San Ramón, onomástica del pintor, en que se cerrará la
exposición que reúne, en el Museo Manuel Torres de esta localidad, un buen
número de sus obras a lo largo de tres salas en las que nos encontramos esa
pintura de clara raíz informalista, tan difícil de ver en Galicia, más todavía,
verla con esta calidad, que es la que defendió durante toda su vida Ramón Lorda
Vidal, coñecido como Deside.
Y digo defender porque Deside hizo de su
manera de pintar una defensa numantina de un estilo al que nunca renunció, aún a
sabiendas de lo complicado que era en nuestra tierra hacer apostolado de esta
pintura que en el resto de la península era una especie de reacción al
adocenamiento pictórico de un franquismo que buscaba una pintura más dulce y
ligada a un realismo que poco o nada podía decir desde un punto de vista de la
creación autoral. Pero Deside se sumó a aquello que procedía de Cataluña, a los
Tápies, Saura, también a Canogar o al canario Millares, y sus cuadros se
convirtieron en una defensa del individuo, del creador, ante la sociedad, e
incluso ante muchos de sus propios colegas. Supo Deside, desde el principio, generar
su propio lenguaje desde la mancha, la densidad de la pintura, las sugerencias
de las formas o los símbolos, para condensar todo en una obra propia, de una
hermosa lírica que todavía hoy estremece cuando nos colocamos ante sus
bodegones, ante esa pincelada empastada que diluye las formas, que convierte el
lienzo en una atmósfera de sugerencias que impacta a un espectador que debe
darle un tiempo a cada cuadro. Su manera de pintar no quiere visitantes con
prisas, la pintura de Deside es una pintura del encuentro, del diálogo con ese
espectador que debe poner también de su parte para ser esencia de esa
conversación. Es, al cabo de unos segundos o minutos, cuando el cuadro revela
su verdadera potencia, su capacidad para ser pintura desde esa atmósfera y
cuando nuestros ojos descubren todo el trabajo y el discurso que hay detrás de
lo que en un primer momento nos puede parecer una continuidad de manchas.
A Deside lo traté poco, pero el recuerdo es
imborrable. En una primera ocasión en la Sala Teucro de la Xunta de Galicia en
Pontevedra en 1999, allí le descubrí. La sorpresa de un informalista en este
rincón peninsular me hizo pensar en que sucedía para que no se conociese más su
pintura que me parecía de una extraordinaria calidad y valentía. Y quizás ese
componente, el de la valentía, sea el que lo explique todo. Aquel que no busca
las lisonjas de la crítica o los expositores, el que no renuncia a lo que cree como
es su manera de explicar su forma de entender el mundo, siempre tiene más
complicado el acceso a ciertos espacios. Pero esa verdad es ahora su gran
bandera, la que volvió a ondear cuando pasé una hora inolvidable junto a él con
motivo de su última exposición en el Café Moderno de Pontevedra en 2013,
conversando para realizarle la que posiblemente fuese su última entrevista
publicada en este medio. Allí, ante aquel conjunto de espectaculares piezas,
maravillosamente iluminadas, que exaltaban sus densos negros, sus violentos rojos
y verdes y la profundidad de sus grises, me encontré a un hombre al final del
camino, fallecería tres años después, pero enormemente orgulloso de lo
realizado. Alguien que todavía se emocionaba ante lo que se escondía en cada
uno de sus cuadros, bajo cada una de esas pinceladas, entendidas como un
desafío ante la pintura, pero también ante la vida.
Durante esta última semana de exposición
tenemos aún la posibilidad de recorrer ese camino, de gozar durante unos
minutos de la pintura de un valiente que hizo de la pintura, de su pintura, algo
irrenunciable y parte ya del rico legado artístico del concello de Marín que
ahora ensalza a uno de sus pintores. Ramón Lorda Vidal, Deside.
Publicado en Diario de Pontevedra 26/08/2019