En el estremecedor e
imprescindible discurso de aceptación del Premio Nobel pronunciado
por Mario Vargas Llosa hace poco más de una semana apuntaba entre
otras ideas la siguiente: “...he podido dedicar buena parte de mi
tiempo a esta pasión, vicio y maravilla que es escribir, crear una
vida paralela donde refugiarnos contra la adversidad, que vuelve
natural lo extraordinario y extraordinario lo natural”. Pues si
algún autor ha sabido conjugar a lo largo de su obra lo natural y lo
extraordinario ese ha sido Gonzalo Torrente Ballester, y en ese
debate permanente entre lo real y lo irreal, entre la razón y la
imaginación, una obra se erige por encima de todas en su larga
trayectoria creativa. Hablamos de una obra parida en Pontevedra,
injertada hasta el tuétano en un mundo ancestral de leyendas y
narraciones, en un escenario de húmedas piedras y rincones
señoriales, de personajes míticos y de esperpénticas figuras de un
tiempo no demasiado lejano. ‘La Saga/fuga de JB’ es Pontevedra y
Pontevedra es ‘La Saga/fuga de JB’.
Nunca esta ciudad tuvo
un mayor acomodo literario que en la obra de un escritor que residió
en ella entre el verano de 1964 y un 31 de agosto de 1966, día en el
que partió rumbo a la Universidad de Albany para hacerse
cargo de las clases de Literatura Española. Ambas cuestiones son
imprescindibles para posicionarse ante ‘La saga/fuga de JB’, la
integración del escritor con el ambiente pontevedrés, una ciudad
donde personajes como Filgueira Valverde, Alfonso Zulueta o Manolo
Domínguez (profesor compañero en el Instituto de Pontevedra), le
acompañaron en un viaje en el tiempo en la aproximación a una
realidad casi mágica de una ciudad donde los hermanos Muruáis
dejaron la simiente para un tiempo nuevo, en la que Urco surgió una
noche para asustar al barrio de A Moureira, donde un boticario
convivía con un loro parlanchín, donde el Partido Galeguista avanzó
en los postulados de la anterior Generación Nós, en la que un grupo
de extraños personajes agrupados en torno a la Sociedad
Arqueológica (en el libro Tabla Redonda) se empeñaron en
defender las antiguas piedras de la ciudad de los arrebatos de
modernidad, donde una mujer, (la Bella Otero) ‘la mujer más
hermosa del mundo’ aparecía en la revista Galicia Moderna como un
icono del París de las vanguardias, donde las discusiones sobre su
origen y fundadores propiciaban numerosas discusiones, con unos cafés
llenos de gente cultivadas amantes de la tertulia. Un extraordinario
caldo de cultivo que rápidamente prendió la mecha de la imaginación
del escritor ferrolano para lanzarse a la confección de la que sería
su novela más ambiciosa, la más compleja, pero también, la más
agradecida con una ciudad que ya para siempre se hizo eterna en manos
de un escritor de talla mundial.
Desde Albany |La
llegada de Gonzalo Torrente Ballester a la Universidad de
Albany con las alforjas bien cargadas de las historias pontevedresas
le permitió contar con algo de lo que carecía en España, tiempo.
Tiempo para poder leer y tiempo para dejar de pensar en su situación
económica y dedicarse a escribir. Allí, entre gélidas
temperaturas, la buhardilla en la que se encerraba en su vivienda de
Arzobispo Malvar abría las ventanas de su prodigiosa imaginación a
las calles y plazas de la ciudad, a esa basílica de Santa María
rodeada de callejuelas de piedra, brumas y ríos; o a ese café
Suizo, metáfora de un café Moderno cenáculo de intelectuales, a
las escrituras de cronistas locales como Torcuato Ulloa, las
singulares acciones de las Mendoza y a un sinfín de localizaciones
humanas y geográficas en una Pontevedra que se iba disolviendo a
medida que el escritor avanzaba en su relato. Pero este avance no fue
nada fácil y una lectura a ‘Los cuadernos de un vate vago’,
imprescindible para conocer la génesis de la obra, nos coloca ante
lo complejo de la situación, de ese entramado coral y temporal en
que se convertirá ‘La saga/fuga de JB’ y donde las
preocupaciones y las complicaciones se iban sucediendo a medida que
la compleja estructura mental del autor se trasladaba al papel.
“Evidentemente todos
mis tropiezos, dificultades, vacilaciones, rectificaciones referentes
a La saga/fuga de JB, obedecen pura y simplemente al hecho de que es
un tema inmaduro, de que no lo he pensado suficientemente, de que
todo mi esfuerzo culminó en una sola dirección, sin darme cuenta de
que abandonaba caminos laterales importantes y necesarios”, comenta
el escritor en febrero de 1968 para, en el mes de noviembre, de ese
mismo año decir: “la otra cosa es la de siempre: seguir
testimoniando no sé si mi impotencia o mi fracaso o simplemente mi
crisis. Esta mañana pensé en la posibilidad de abandonar La
saga/fuga y empezar primero Campana y piedra”. Estamos por lo tanto
ante meses y años de dudas, encorajinados enfrentamientos con esas
ideas son las que depararon la escritura de este libro que finalmente
se publicó en 1972 y supuso la reconsideración del escritor dentro
de un panorama literario que le había dado la espalda hasta el
momento.
La obra recibió el
apoyo de los lectores, algo que no acabó de entender el propio
escritor, catalogado habitualmente de ‘escritor intelectual’
cuando, precisamente, esta obra en la más intelectual de las suyas,
pero también por la crítica, que reconoció su aportación a la
literatura española y los nuevos caminos que inauguraba esta novela
centrada en la existencia de una población de nombre Castroforte del
Baralla “ciudad levitante y ensimismada” recorrida durante siglos
por generaciones de hombres cuyas iniciales son JB y que culminan en
un profesor de gramática, feo, hambriento y desterrado a un lugar
que ya nunca más quiso ni pudo olvidar.
Desde la ventana del
Carabela veo pasar a Carmen Becerra junto a las ruinas del Savoy,
lugar de referencia para entender a Gonzalo Torrente Ballester en
Pontevedra, ciudad que quiso como pocas, universo que visitaba muy a
menudo, pese al avance de la edad y en el que se refugiaba como uno
se refugia en la memoria, en la búsqueda permanente de un tiempo que
pudo ser mejor pero al que la vida decidió perpetuar como un espacio
feliz, y con la que el escritor negó aquello de la canción de
Sabina de ‘donde has sido feliz no debieras tratar de volver’.
“En el Savoy estaba
Torrente Ballester con mi marido el 23 de febrero de 1981”,
comenta Carmen Becerra al poco de llegar a un Carabela, feudo
habitual también del escritor ferrolano (como lo fuera también el
ya desaparecido Café Lar), amante de los cafés, como todo buen
escritor, sabedor de que en ellos se cuece a fuego lento el andar de
cada ciudad. Carmen Becerra, profesora de la Universidade de
Vigo, experta en la obra de Torrente Ballester y hasta hace poco
tiempo directora de la Fundación Torrente Ballester, ahora
en manos del pontevedrés, Miguel Fernández-Cid, compartió
numerosas vivencias con el escritor, llegando a establecer una
amistad que se prolonga a través de los diferentes miembros de la
larga descendencia del escritor del ‘Don Juan’. Apasionada de su
obra, cada contestación sobre Torrente y sus libros o su vida,
parten de la admiración y el profundo conocimiento de una obra
incomparable en la literatura en castellano, a la que no siempre se
le ha hecho justicia, al igual que a la propia figura del escritor.
Pero Carmen Becerra, decide enfrentarse con un grueso tomo bajo el
brazo de ‘La saga/fuga de JB’, reeditada este año en la que es
la primera edición crítica de esta novela publicada en 1972,
a los innumerables actos que desde la Fundación se
han programado para visualizar de nuevo al escritor tras un tiempo
‘de luto’ y que suele acontecer tras la muerte de cada gran
autor, para años después rebrotar con una fuerza inusitada.
Novedades
editoriales|Carmen juguetea con sus manos mientras no deja de citar
llena de ilusión las nuevas publicaciones de este año del
centenario del nacimiento del escritor, que no se cerrará el 31 de
diciembre, sino que se prolongará hasta el próximo 13 de junio por
ser ésta la fecha exacta del nacimiento de Gonzalo Torrente
Ballester. “Este año ha sido muy positivo, y lo ha sido por dos
cuestiones, por un lado la difusión de Torrente, su aparición de
nuevo en una gran cantidad de medios de comunicación y, por otro, el
alto número de publicaciones que han vuelto a poner en circulación
numerosos títulos”.
A la ya comentada
edición crítica de ‘La saga/fuga de JB’ se le deben unir
proyectos tan especiales como una edición en cómic de ‘Fragmentos
del Apocalípsis’, con guión de Cesar Lómbera y dibujos de Jaime
Asensi, que acaba de ser presentada en la Feria del Libro
de Guadalajara (México), o ‘El cuento de sirena’, escrito en
1978 por Torrente Ballester, donde recrea la leyenda de los Mariño y
ahora ilustrado por Miguel Anxo Prado, o un facsímil de lujo
entelado del libro ‘Compostela’, que vio la luz en 1948. También
han tenido reediciones títulos como ‘El golpe de estado de
Guadalupe Limón’ (Editorial Salto de Página), con un sugerente
prólogo a modo de entrevista entre el autor y su propio hijo Luis
Felipe Torrente o ‘La boda de Chon Recalde’ (Ézaro Ediciones).
Mientras, se prepara
una nueva edición crítica de ‘Crónica de el Rey pasmado’ y
todo ello junto al espectacular catálogo, algo más que un catálogo,
en forma de doble volumen, que acompaña a la exposición itinerante
‘Los mundos de Gonzalo Torrente Ballester’, que será
próximamente inaugurada en la ‘Biblioteca Pública Nacional, antes
de su recorrido internacional por diferentes Institutos Cervantes del
mundo, siendo Lisboa el primero de ellos. Toda esta barbaridad de
trabajo sólo representa una pequeña porción del enorme legado del
escritor, una prolífica trayectoria que durante el próximo año se
conocerá mucho mejor al publicarse sus diarios políticos, escritos
en la Universidad de Albany, y que el propio autor había
impedido publicar hasta pasados diez años de su muerte ante posibles
consecuencias familiares. Pero Torrente es todo eso y más, un
universo condensado en un frágil cuerpo con una mente prodigiosa
“Desde fuera, y sobre todo antes de operarse, con esas gafas
oscuras y negras, daba la impresión de que era un hombre un poco
huraño, pero una vez superada esa barrera, que no existía, que sólo
se debía a esas gafas negras, te encontrabas a una persona
fascinante por muchos motivos, era uno de esos seres que ya no hay,
un hombre de otro tiempo, un personaje del Renacimiento que asimiló
sus numerosas lecturas y las había incorporado a su conocimiento”,
recuerda la doctora en Filología, “cada vez que hablabas con él
era como si estuvieras escuchando a un conferenciante brillantísimo,
pero además a él que le encantaba la tertulia, era muy
amable, cortés y con gran cercanía con la gente joven,
yo creo que eso tenía que ver con haber estado siempre rodeado de
gente de poca edad, tuvo siete hijos, era profesor de Instituto y
conocía las inquietudes de esa gente, su modo de pensar, de vivir.
Siendo tan mayor era un hombre muy moderno, de ahí su estar al día
con las máquinas, los aparatos de grabación de los que disponía
siempre de la última novedad, sus cámaras de fotografía, que eran
magníficas, o el ser el primer académico en tener correo
electrónico, evidencian esa circunstancia, su ausencia, desde el
punto de vista de la amistad es irremplazable, estar con él era
fantástico, estar en contacto con todo, con la historia, con el arte
y con una persona entrañable”, comenta emocionada Carmen Becerra.
Torrente y Pontevedra |
“Visitaba con mucha frecuencia Pontevedra, él lo decía,
Pontevedra era como un paraíso perdido para él, la ciudad fue
encontrar de nuevo la paz y el sosiego que no tenía antes, en una
etapa tan convulsa como fue la de Madrid, en la que estaba incómodo,
no le gustaba lo que veía, no encontraba su sitio a finales de los
años cincuenta, década en la que escribe esos cuadernos depositados
en Albany, y que pronto conoceremos. Al firmar su escrito en apoyo a
los mineros de Asturias en 1962, el franquismo le expulsa de sus tres
trabajos, como crítico teatral en Radio Nacional, en el diario
Arriba y las clases de historia que impartía en la Escuela
Nacional de Guerra, solicitando el ingreso en el cuerpo de
catedráticos de Instituto. Mientras tanto, para sobrevivir, traduce
novelas del oeste y policíacas, imparte conferencias gracias a
varios amigos”, relata Carmen Becerra ante la proximidad de su
retorno a Galicia.
“Le dan el destino de
Pontevedra y llega a una capital de provincia tan pequeñita pero que
está tan viva culturalmente -no estoy segura de que los
pontevedreses conozcan la cultura que tuvo y tiene la ciudad-. Él se
encuentra con un ambiente muy agradable en el Instituto, con su
director, Marcelino Jiménez, catedrático de Clásicas, cultísimo,
con Filgueira Valverde, con un jovencísimo Manolo Domínguez,
Alfonso Zulueta... Gente con la que pasea, con la que habla, con la
que recupera lo que no tenía ya: las tertulias y conciliar su vida
como escritor y como creador. Descubre algo que no conocía, la
historia de Pontevedra, y muchas otras historias de Galicia, que le
transmiten esos amigos. Hay un estado anímico de sosiego paz y
tranquilidad que él necesitaba para volver a escribir y un acopio de
materiales importantísimos e interesantísimos para que él los
transforme en sus ficciones”, añade Carmen Becerra tras apurar un
sorbo de té, para continuar: “Aunque estuvo poco tiempo
fueron dos años y pico decisivos, como hombre y como escritor. Para
él Pontevedra es una ciudad emblemática. Siempre soñó con volver
a ella, aunque era muy difícil con tantos hijos y era complicado
trasladarse hasta aquí. Pero volvía con mucha frecuencia, aquí o a
Bueu, a ver a sus amigos, a Fina y a Manolo Domínguez, a
Alfonso Zulueta, a los sitios donde él vivió, en el sentido que
esto tenía para él, no sólo habitar un espacio, sino vivirlo
profundamente.Él se involucraba en la vida de la ciudad, era muy
activo”. Y esa ciudad se fijó para siempre en su obra, en la que
Carmen Becerra coincide que es su mejor novela, ‘La Saga Fuga de
JB’. “Lo que está dentro de ella, no sólo lo humano, las
piedras, la arquitectura, todo eso es Pontevedra, esa novela no
hubiera surgido de la pluma del escritor si no hubiera estado en
Pontevedra. Debemos a Pontevedra la mejor novela del siglo XX”,
sentencia Carmen Becerra, quien ante el clamoroso silencio de la
ciudad durante este año en torno a la figura del Torrente Ballester,
no se rasga las vestiduras.
Ella no habla de una
ciudad desagradecida, como podemos decir otros y así lo argumenta
con cierta resignación: “Pontevedra no se enteró. Hay muy poca
gente que haya leído ‘La saga/fuga de JB’, en primer lugar, y,
en segundo lugar, si no conoces la historia, o la trayectoria y
amistades de Torrente, quizás no identifiques a los personajes que
tienes delante. Pontevedra, en general, no sabe que la ciudad es
deudora con Torrente de eso, y que le ha dado la mejor de sus obras y
ha puesto a la ciudad en el mundo, a la ciudad y a su historia”.
El sentido del humor,
la sátira, la parodia, la ironía o los mitos-elemento clave y
vehicular a lo largo de toda su obra- llenan las páginas de esta
saga/fuga, la novela que se convierte en Pontevedra y que convierte a
la ciudad en un magma creativo sin igual en la historia de la
literatura.
Publicado en Diario de Pontevedra 19/12/2010
Ilustración: Amelia Vázquez-Palacios
Fotografía: Rafa Fariña