luns, 20 de febreiro de 2012

Desierto

Con cada vez más arenas en la boca continuamos la travesía del desierto en que se ha convertido esta crisis. Crujen nuestros dientes bajo los vientos de la economía que nos llegan de una Europa que se inmola aniquilando su glorioso pasado con el vil ahogo al que se somete al pueblo griego, bajo el impasible pisotón germano y el cómplice silencio de los que no se mueven por si no salen en la foto. Entre el siroco se continúan oyendo las voces de los que no creen en las soluciones que aplican los jefes de las tribus. Paul Krugman hace años que niega que la austeridad sea la receta, que la retirada de dinero circulante sea lo más adecuado para abandonar el desierto, o que los despidos, la bajada de salarios o los recortes públicos sean el maná. Hoy lo vuelve a afirmar cuando se habla de que estamos a punto de entrar en recesión y ¿por qué? Por la bajada en el consumo. Resecos los ‘brotes verdes’ socialistas ahora son los ‘rayos de esperanza’ de Feijóo los que pretenden animarnos, los que simulan eufemísticamente un oasis donde refugiarnos. Y es que el eufemismo del político en la crisis es como el espejismo en el desierto, un señuelo en el incómodo hábitat, la ilusión de lo que puede llegar aunque siempre parezca demasiado lejano. Sedientos y exhaustos ya solo nos resta exprimir la cantimplora, gota a gota, como mártires de un pueblo del que otros han decidido lo que debe durar su destierro moral.

Publicado en Diario de Pontevedra 18/02/2012

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